China no se altera ni critica a Pyongyang por su decisión de poner en órbita un satélite a principios de abril pese a la tensión que se vive en la península coreana.
China recibió el miércoles al primer ministro norcoreano Kim Jong Il en medio de una escalada entre la comunidad internacional y Pyongyang tras el anuncio de que pondrá en órbita un satélite de telecomunicaciones, que Estados Unidos y Corea del Sur consideran un ensayo balístico.
Las potencias regionales advirtieron que el asunto podría motivar sanciones internacionales que empeorarían la ya paralizada economía de Corea del Norte y desestabilizarían al país.
En cambio, Beijing no se altera y sólo urgió a su vecino y aliado de larga data a cooperar con los esfuerzos tendientes a reanudar las conversaciones para desmantelar su programa nuclear.
"Esperamos que las partes involucradas puedan considerar la situación en su totalidad, resolver sus diferencias de forma apropiada y promover el trabajo de las seis partes", que incluyen a este país, las dos Coreas, Estados Unidos, Rusia y Japón, dijo el presidente de China Hu Jintao, al primer ministro norcoreano.
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Kim se permanecerá cinco días en China en el marco de las celebraciones por el 60 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas de ambos países.
Beijing se apartó de su postura habitual respecto de Corea del Norte en 2006, cuando acusó a Pyongyang de realizar ensayos nucleares desafiando de forma "flagrante" a la comunidad internacional.
Ese año, Corea del Norte realizó un ensayo nuclear y disparó un misil de largo alcance sin éxito y tiene prohibido realizar pruebas balísticas por resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero esta vez Beijing mantiene la calma porque considera que los anuncios de Corea del Norte no son más que una forma de tantear al nuevo gobierno estadounidense de Barack Obama, según especulaciones de expertos chinos.
"La posición de Corea del Norte es consistente y no ha cambiado" señaló Su Hao, especialista de la Facultad de Asuntos Exteriores, de Beijing, "Pero la política del presidente Barack Obama hacia ese país todavía no está definida y la incertidumbre pesa sobre las perspectivas de las seis partes".
Corea del Norte busca reconocimiento de Estados Unidos, además de una gran asistencia financiera y la disolución de la alianza militar entre Washington y Seúl. Estados Unidos tiene 28.500 efectivos en Corea del Sur.
China fue el fundador y preside las negociaciones de las seis partes. En un hecho histórico, Corea del Norte accedió en 2007 a desmantelar su programa nuclear a cambio de asistencia energética y ciertas concesiones diplomáticas.
Pero las conversaciones se interrumpieron en diciembre por discrepancias respecto de la verificación del proceso de desarme. Esta semana, Pyongyang rechazó un cargamento estadounidense de alimentos y pidió a las organizaciones humanitarias abandonar el país antes de fin de mes.
El coronel de la fuerza aérea y analista militar Dai Xu considera que la escalada en la península coreana es un "despliegue de fuerza", antes de la próxima ronda de conversaciones.
"Ambas partes se prueban mutuamente para tener buena baza cuando se sienten en la mesa de negociaciones", escribió Dai en una columna de opinión publicada por el influyente periódico de Shangai Diyi Caijing Ribao.
"No importa cuan alarmante parezca la situación en la península, no derivará en un conflicto armado. Es sólo una falsa demostración de fuerza", aseguró el analista.
A comienzos de este mes, Estados Unidos y Corea del Sur realizaron un enorme ejercicio militar en el que participó un portaaviones y 26.000 efectivos estadounidenses y más de 50.000 soldados surcoreanos.
Pyongyang protestó con el argumento de que era "el preludio de una invasión" y cortó el último canal de comunicaciones militar con Seúl y ordenó a sus efectivos aprontarse para una guerra con Estados Unidos y Corea del Sur.
Además advirtió de "despiadadas represalias" contra los soldados de ambos países si invadían su territorio.
Esta semana, Corea del Norte defendió su derecho a poner un satélite en órbita arguyendo que India, Irán, Rusia y otros países tenían programas espaciales pacíficos, según la agencia de noticias coreana.
Por su parte, Washington le advirtió de no tratar de lanzar un misil balístico contra Estados Unidos porque no tendría ningún reparo en tirarlo abajo.
Las miradas se vuelvan hacia China, para que, en tanto que su mayor benefactor e incondicional aliado, presione a Pyongyang de posponer el lanzamiento y de volver a la mesa de negociaciones.
Pero no es un buen momento para que Beijing presione a su vecino. Los gobernantes celebran los 60 años de la República Popular de China, que coincide con el 60 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Pyongyang fue el único países tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 que reconoció el régimen comunista chino. Ambos países desarrollaron una entusiasta amistad ideológica y Beijing desplegó una gran cantidad de efectivos para apoyar a ese país ne la guerra entre las dos Coreas en los años 50.
China dejó la economía férreamente centralizada y planificada por una de mercado en los años 70, pero siguió siendo un importante aliado de Pyongyang.
El primer ministro chino Wen Jiabao reafirmó la prolongada alianza diciendo a su par norcoreano que China estaba dispuesta a fortalecer una cooperación amistosa.