CAMBIO CLIMÁTICO: Focas del Báltico se quedan sin hielo

Las focas oceladas del mar Báltico se están quedando sin las grutas heladas en las que engordaban a sus crías. Por culpa del recalentamiento global, podría esfumarse así el principal alimento del oso polar, afirman científicos.

Foca ocelada en aguas del Báltico. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
Foca ocelada en aguas del Báltico. Crédito: Photo Stock (www.photostock.com.mx)
Desde que la película "Una verdad incómoda" mostró a un oso polar (Ursus maritimus) nadando hacia un solitario y quebradizo bloque de hielo, el riesgo de extinción de esa especie se ha convertido en símbolo de las consecuencias del cambio climático.

Esa escena del documental que hizo famoso al ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore, no fue filmada en vivo, sino editada en computadora. Pero su mensaje es coherente con los pronósticos de muchos investigadores: el oso polar está en peligro.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a esa especie como "vulnerable" y considera al cambio climático como su principal amenaza, sobre todo porque el derretimiento de los glaciares del Polo Norte, que constituyen su hábitat, reduce su disponibilidad de comida.

El principal alimento de los osos polares son las focas, entre ellas las oceladas (Pusa hispida), cuyo hábitat se extiende desde las regiones árticas hasta el mar Báltico.

De acuerdo con el último informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el deshielo casi total de algunas zonas del Báltico, en especial los golfos de Botnia y de Riga, y el archipiélago de Åland, pone en peligro la subsistencia de las focas recién nacidas allí.

El golfo de Botnia, situado entre Suecia y Finlandia, es la región más septentrional del Báltico. El golfo de Riga se encuentra entre Letonia y Estonia. El archipiélago de Åland, bajo jurisdicción finlandesa, está constituido por unas 6.500 islas, ubicadas también entre Suecia y Finlandia.

"Las focas oceladas dan a luz a mediados de febrero, y crían a sus cachorros en las primeras siete u ocho semanas de vida en grutas formadas en el hielo flotante, mientras las foquitas acumulan suficiente grasa para sobrevivir a las gélidas aguas del mar", dijo a Tierramérica la especialista en biodiversidad del mar Báltico, Cathrin Münster, de WWF.

"Por la ausencia de hielo en las islas Åland y en el golfo de Riga, las focas nacidas este invierno no tienen esa protección y seguramente no sobrevivirán", añadió.

Con la banquisa (placa de hielo flotante) debilitada o insuficiente, los cachorros se ven obligados a nadar sin la vital protección de grasa en las frías aguas del mar, y mueren de hipotermia y desnutrición.

A principios del siglo XX, la población de focas oceladas del mar Báltico era de 180.000 animales. Actualmente, según estimaciones de WWF, se ha reducido a entre 7.000 y 10.000 ejemplares.

"Durante el siglo pasado, la caza y la contaminación ambiental diezmaron la población de focas en el Báltico", dijo Münster. En los últimos años, como le pasa al oso polar, el principal enemigo de las focas es el cambio climático.

En Åland y Riga habitan unas 1.700 focas. Esto significa que el deshielo de la banquisa amenaza la vida de casi 25 por ciento de la población total de la especie en el Báltico.

El invierno boreal que está concluyendo será el segundo consecutivo con alta mortandad de crías de foca por falta de hielo. En el invierno 2007-2008 fallecieron la mayoría de los recién nacidas en tres de las cuatro regiones bálticas habitadas por la especie.

De acuerdo con la agencia federal alemana de hidrografía y navegación marítima (BSH, por sus siglas en alemán), el deshielo del invierno pasado en el Báltico fue el mayor observado casi 300 años, desde que se realizaron las primeras mediciones, en 1720.

Según BSH, en todo el siglo pasado, a excepción de las temporadas invernales entre 1960/1961 y 1988/1989, el golfo de Botnia se mantenía completamente helado en febrero y hasta mediados de marzo.

Pero en inviernos más recientes, el deshielo es tan rápido que hacia mediados de marzo la masa de hielo es tan pequeña como la observada en diciembre.

Estimaciones del Instituto Meteorológico de Finlandia confirman esta observación: la banquisa del Báltico alcanzó en febrero una superficie de 105.000 kilómetros cuadrados. Si bien esa área duplicó la observada en el invierno anterior, sólo representa 25 por ciento de la de 1985, la temporada más gélida de la historia de la región, cuando la cubierta helada alcanzó 400.000 kilómetros cuadrados.

Münster cree que la muerte masiva de focas bálticas es a la vez anuncio y consecuencia del cambio climático. "Sin hielo, la foca ocelada, como muchas otras especies de las regiones más septentrionales, no puede sobrevivir", dijo.

La foca necesita por lo menos 90 días en el hielo para no morir. Además, la banquisa debe ser suficientemente extensa y espesa para garantizar la protección de los recién nacidos.

Proyecciones de varias entidades, especialmente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (conocido por sus siglas en inglés, IPCC), advierten que si en las próximas décadas la temperatura media del planeta aumenta más de dos grados, hacia el final del siglo XXI el volumen de los glaciares del Polo Norte y regiones aledañas podría disminuir hasta en 80 por ciento.

El derretimiento de la banquisa significará que durante el invierno báltico sólo habrá hielo suficiente para la supervivencia de las focas por un periodo máximo de 50 días, dijo Münster.

* Este artículo fue publicado originalmente el 28 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.

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