Cuando se concibió el satélite de observación polar Cryosat-2 de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés), la amenaza del recalentamiento planetario era una hipótesis compartida por algunos científicos y ambientalistas.
Ahora, 10 años después, el cambio climático, sus orígenes y sus consecuencias para la vida sobre el planeta constituyen una certeza. Pero el Cryosat-2 sigue siendo un proyecto, frenado por la burocracia e insuficiencias técnicas inherentes a tales misiones.
El objetivo del satélite era medir de manera precisa los cambios de volumen en las masas de hielo polar a fin de comprobar los efectos del calentamiento global en el Ártico y en el Antártico.
Debía ponerse en órbita en octubre de 2005. Los datos que recabara en los siguientes tres años y medio servirían de base científica a los debates sobre cómo limitar o reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero el lanzamiento del Cryosat-2 fracasó por fallas técnicas en el lanzacohetes. Sólo en noviembre de este año, la ESA estará en condiciones de volver a intentarlo.
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En los más de tres años transcurridos, el conocimiento acumulado sobre el derretimiento de las masas de hielo es considerable.
El estudio más exhaustivo sobre la vida en el Polo Norte, presentado en febrero por la organización Artic Ocean Diversity, estableció que una cantidad creciente de crustáceos de aguas cálidas extienden su hábitat a zonas polares, como las noruegas islas Svalbard, a consecuencia del calentamiento global.
Sin embargo, la ESA continúa creyendo que la misión Cryosat será útil.
"Claro que los conocimientos sobre el calentamiento y derretimiento de las masas de hielo han avanzado. Pero la tecnología utilizada por el Cryosat permitirá las mediciones más precisas jamás realizadas sobre los cambios de volumen de los glaciares en ambos polos", dijo a Tierramérica Daniel Steinhage, glaciólogo del alemán Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina, y consejero científico de la misión Cryosat.
Sin embargo, reconoció que las observaciones del Cryosat-2 llegarán muy tarde para ser utilizadas en la conferencia que la Organización de las Naciones Unidas celebrará del 7 al 18 de diciembre en Copenhague, para alcanzar un acuerdo climático internacional destinado a sustituir al Protocolo de Kyoto, que expirará en 2012.
"Eso no significa que los conocimientos que obtenga Cryosat-2 no sean útiles al debate científico sobre el calentamiento global", planteó Steinhage.
Desde mediados de noviembre, el satélite orbitará el planeta durante 42 meses, a 717 kilómetros de altura, con una inclinación inusual, que le permitirá alcanzar latitudes de hasta 88 grados en los dos polos.
"Por razones geométricas, es muy difícil mantener una órbita alrededor de la Tierra que alcance latitudes de 88 grados, tanto en el norte como el sur del planeta", señaló Steinhage.
Estas latitudes constituyen un ángulo ciego para prácticamente todos los satélites que orbitan la Tierra alrededor de los polos.
"Por ello, las imágenes y mediciones de los polos disponibles actualmente son incompletas. Cryosat-2 va a llenar esos vacíos, obteniendo datos desconocidos sobre la geología de los polos y del hielo", añadió..
El satélite será capaz de hacer mediciones de gran precisión gracias a su radar interferométrico que, a diferencia de los tradicionales, dispone de dos antenas que emiten señales electromagnéticas y reciben sus ecos reflejados por la superficie helada de los polos.
Las antenas funcionan como ojos humanos, permitiendo una visión tridimensional de las masas polares.
El radar "puede medir exactamente la energía resonada desde la superficie de reflexión de las capas de hielo, independientemente del ángulo que tengan", dijo Steinhage.
Esto permitirá tomar medidas tridimensionales, tanto del espesor de las capas de hielo sobre el nivel del mar en ambos polos y sus modificaciones anuales, como de los cambios más ínfimos en la superficie.
El radar interferométrico puede proveer datos ignorados sobre el patrón de los flujos marinos a orillas de la masa de hielo, cuya correlación con el derretimiento es crucial para determinar los cambios a largo plazo, explicó a Tierramérica Duncan Wingham, profesor de física del clima en el University College de Londres.
Wingham destacó que "Cryosat utiliza radares que emiten microondas en vez de simples ondas magnéticas, lo que incrementa la exactitud de las mediciones".
Dado que el satélite sobrevolará tanto el Polo Norte como el Sur, sus mediciones permitirán verificar o rectificar las observaciones hechas hasta hoy acerca del ritmo de derretimiento de las masas de hielo en el Ártico y en el Antártico.
"Necesitamos saber si estos cambios se compensan mutuamente, y cuáles son los mecanismos de transmisión a través de los océanos", enfatizó Steinhage.
* Este artículo fue publicado originalmente el 7 de marzo por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.