Inmigrantes que trabajan en el sector de la construcción en Rusia sufren variados maltratos y abusos, denunció la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW) en un informe publicado este martes.
Los abusos van desde la falta de pago y de contratos de trabajo y condiciones laborales inseguras.
"Llegan a Rusia en busca de empleos decentes y, en cambio, encuentran violencia y explotación", señaló Jane Buchanan, investigadora de la división de Europa y Asia central de HRW y autora del informe de 130 páginas, "¿Le gusta estafarnos? Explotación de trabajadores inmigrantes en la construcción en Rusia".
"Rusia debe emprender grandes reformas para proteger a los inmigrantes que trabajan en la construcción de las graves violaciones a los derechos humanos", subrayó.
Algunos trabajadores dijeron a los investigadores de HRW que sus empleadores no les pagaban lo convenido ni les proporcionaban las condiciones de trabajo acordadas.
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En cambio, los engañaban con el salario, los obligaban a trabajar demasiadas horas, los amenazaban, los maltrataban físicamente, les proporcionaban un alojamiento por debajo del estándar y pésimas condiciones laborales.
La mayoría de los inmigrantes buscan escapar de la pobreza y el desempleo desde repúblicas que integraban la hoy disuelta Unión Soviética. La mayoría de los ciudadanos de esos países no necesitan visa para entrar a Rusia.
La organización con sede en Nueva York señaló que casi ninguno de los trabajadores entrevistados tenía contrato de trabajo, como lo exige la legislación rusa. Los inmigrantes quedan desprotegidos y vulnerables frente a los abusos y no pueden denunciar los abusos ante los órganos competentes.
Aun cuando no reciben su salario mensual, algunos inmigrantes siguen trabajando con la esperanza de cobrar en algún momento.
Azamat A. (HRW utiliza pseudónimos para proteger la identidad de sus fuentes), de Kirguizstán, supervisó un equipo de unos 40 obreros que trabajaban en un gran proyecto de construcción en una universidad de Moscú en 2007. Trabajaron casi tres meses, pero cobraban de forma irregular.
"Muchos trabajadores se fueron cuando no les pagaron, pero otros necesitábamos el dinero así que nos quedamos y seguimos trabajando", relató Azamat A. a HRW.
El subcontratista les prometió entonces pagarles un monto mayor cuando terminaran el trabajo. Cuando eso tampoco sucedió, Azamat A. y otros trabajadores se quedaron tres meses más en la obra con la esperanza de cobrar. En diciembre de 2007, finalmente se rindió y regresó a Kirguizstán.
Hasta ahora, les sigue debiendo a todos ellos más 42.000 dólares.
"Es un tipo de explotación tan perversa que los obreros trabajan varios meses esperando que les paguen", indicó Buchanan. "Ellos reconocen que las posibilidades de recibir un salario más decente y confiable no serán mejores en otro lugar".
Algunos de los obreros entrevistados por HRW no habían cobrado como acordaron, pero debieron seguir trabajando porque sus empleadores les confiscaron sus pasaportes y no pueden volver a su país. Otros que se negaron a trabajar sin cobrar fueron agredidos físicamente.
Unas de las víctimas fue Faizullo F., de Samarkand en Uzbekistán, llegó a la localidad rusa de Orel, unos 350 kilómetros al sudoeste de Moscú, en septiembre de 2008 para trabajar en un centro de lavado de automóviles. Al llegar le retuvieron su pasaporte con la excusa de que lo necesitaban para tramitar la residencia y el permiso de trabajo.
Faizullo F. relató que 40 hombres estaban alojados encima de uno de los centros de lavado, compartían un solo baño y no tenían cocina. El lugar estaba custodiado y no los dejaban salir cuando terminaban de trabajar. El extenso horario era de 7 de la mañana a una de la madrugada. Después del primer mes y medio, el empleador les anunció que sólo cobrarían 18 por ciento del sueldo acordado.
Al mes de eso, Faizullo F. contó que fue brutalmente golpeado y debió ser hospitalizado.
"El 15 de junio de noche me sacaron y me llevaron al bosque y me golpearon con pistolas hasta que quedé inconciente. Me llevaron de vuelta y empezaron a golpear a los otros. Ellos eran muchos y tenían cachiporras y puntales de madera. Reunieron a todo el mundo y nos sacaron los celulares. La situación se prolongó tres días más", relató.
Para la investigación, HRW realizó entrevistas en nueve ciudades y pueblos de Tayikistán en febrero y marzo de 2008. En otras nueve localidades de Kirguizstán en marzo. En Rusia, las entrevistas se hicieron en las regiones de Moscú, Ekaterinburgo y Sverdlovks.
En Krasnodar, San Petesburgo, Zvenigorod y otras localidades de la región capitalina, las entrevistas fueron entre abril y agosto, y una vez en octubre.
Las localidades rusas para realizar las entrevistas se eligieron porque, según datos del Servicio Federal de Migraciones, la capital y las regiones de Moscú, Sverdlovsk, el krai de Krasnodar y San Petesburgo son cinco de las siete ciudades y provincias que reciben mayor cantidad inmigrantes.
Tres investigadores de HRW, de los cuales uno es ruso y los otros hablan muy bien el idioma, realizaron la mayoría de las 146 entrevistas en profundidad sobre las que se basó el informe. Los entrevistados eran inmigrantes que trabajaban, o habían trabajado, en la construcción en Rusia en los últimos dos años.
Rusia tiene la mayor cantidad de inmigrantes del mundo después de Estados Unidos, según el Banco Mundial.
Las estimaciones son variables, pero hay entre cuatro y nueve millones de inmigrantes en Rusia, 80 por ciento de los cuales proceden de nueve ex repúblicas de la Unión Soviética y a cuyos ciudadanos Moscú no exige visas.
Alrededor de 40 por ciento de los inmigrantes trabajan en la construcción, un sector muy caótico.
El fenómeno tiene un gran impacto en la economía rusa, pero también en la de los países que más contribuyen a la inmigración rusa. Los especialistas estiman que contribuyen a entre ocho y nueve por ciento del producto interno bruto de Rusia.
Las remesas enviadas desde Rusia superaron los 11.400 millones de dólares en 2006, según cifras del Banco Mundial.
Una investigación realizada en 2006 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para la que fueron entrevistados 442 inmigrantes en tres regiones distintas de Rusia, documentó numerosos casos de trabajo forzado y tráfico de personas.
Asimismo, un estudio realizado por la Organización Internacional para las Migraciones en 2008 analizó la experiencia de 685 hombres llevados de forma ilegal desde Belarús y Ucrania a Rusia, para trabajar sobre todo en la construcción.
HRW exhortó a Rusia y a los países involucrados en este trasiego de inmingrantes a coordinar esfuerzos para terminar con la situación.
El gobierno ruso debe garantizar inspecciones laborales, procesar a los empleadores abusivos y regular de forma efectiva a las agencias de empleo. También debe ponerse en práctica un mecanismo para recibir denuncias que dispare una investigación en tiempo y forma.
Además, las ex repúblicas soviéticas con alta emigración hacia Rusia deben ayudar a sus ciudadanos a hacer frente a los abusos y cooperar con las autoridades de ese país en la investigación. También deben regularizar sus agencias locales de empleo.