China espera con una extraña mezcla de aprensión y ansiedad la primera visita de la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Hillary Rodham Clinton.
Clinton prometió ampliar el enfoque de Washington hacia Beijing, otrora concentrado en la economía, a asuntos delicados como los derechos humanos y el cambio climático. Eso reaviva las esperanzas entre los activistas, pero causa recelo entre observadores políticos.
En su primer discurso como secretaria de Estado, Clinton dedicó mucho aliento a destacar la importancia de la estabilidad en las relaciones entre Estados Unidos y China.
"Algunos creen que una China en crecimiento es, por definición, un adversario. Creemos, por el contrario, que Estados Unidos y China se benefician de, y contribuyen a, los éxitos del otro", dijo en vísperas de su viaje, ante el auditorio del centro de estudios Asia Society, en Nueva York.
Su enfoque hacia China, que combina preocupaciones económicas clave con cuestiones de seguridad, ambientales y de derechos humanos, quedó en relieve el lunes apenas llegó a Tokio, primera escala de su gira asiática.
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"Tenemos una agenda muy amplia que tratar en China. En este viaje buscamos un camino hacia delante", expresó Clinton.
Casi de inmediato, surgió una constatación de la seriedad de sus palabras, cuando se anunció en Beijing la reanudación del diálogo militar entre las dos potencias.
Un portavoz del Ministerio de Defensa Nacional de China dijo, según el diario en inglés China Daily, que la nueva fase de esas deliberaciones se celebrarán en Beijing luego de la visita de Clinton, entre los días 20 y 22.
China suspendió estos contactos el último otoño boreal, luego que el gobierno del ex presidente George Bush (2001-2009) decidió vender armas por 6.500 millones de dólares a Taiwán, a la que Beijing considera una provincia renegada.
"El gobierno de Obama ha establecido un tono positivo para trabajar con el territorio continental", dijo China Daily, citando al contralmirante Yang Yi, experto militar de la Universidad de Defensa Nacional.
Es probable que en otras áreas surjan tensiones.
El gobierno de Bush se llamó a silencio respecto de la situación de los derechos humanos en China. Clinton, en cambio, prometió referirse a estas cuestiones cuando participe en una reunión en la alcaldía de Beijing.
En su discurso de Nueva York, la funcionaria no evitó señalar que los tibetanos tienen derecho a practicar su religión sin ser perseguidos.
La inminente cátedra suya a las autoridades chinas evoca recuerdos incómodos de su anterior visita a China, cuando asistió a la cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, en 1995, en su carácter de esposa del entonces presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001).
Hillary Clinton pronunció un encendido discurso sobre el valor universal de los derechos humanos, y criticó a China por negarse a afrontar los abusos en su propio suelo.
"Libertad significa el derecho de la gente a reunirse, organizarse y debatir abiertamente. Significa respetar los puntos de vista de quienes pueden discrepar con los puntos de vista de sus gobiernos. Significa no apartar a ciudadanos de sus seres queridos ni encarcelarlos, tratarlos mal o negarles su libertad y dignidad a causa de la expresión pacífica de sus ideas y opiniones", amonestó Clinton a sus anfitriones.
Las autoridades chinas censuraron su discurso en la radio y la televisión oficiales en aquel momento, pero una reiteración de sus críticas ahora —cuando prácticamente todo está disponible en Internet— puede tener una gran resonancia pública.
Expertos chinos consideran prematuro el compromiso de Clinton de ampliar el diálogo bilateral a los derechos humanos.
"Ni China ni Estados Unidos están preparados para iniciar conversaciones tan amplias", dijo Sun Zhe, experto en las relaciones entre ambos países de la Universidad Tsinghua de Beijing.
"Hay mucha retórica de parte del (gobernante) Partido Demócrata (estadounidense) sobre derechos humanos, derechos de las mujeres y derechos laborales, pero ni un solo choque real", agregó.
"China no se opone a un diálogo exhaustivo", dijo Chu Shulong, profesor de ciencia política en la misma universidad. Los dos países tienen un marco bilateral específico para el diálogo sobre derechos humanos y han estado discutiendo al respecto durante años, aseguró.
"Pero poner los derechos humanos y el cambio climático en la misma olla que la economía y la seguridad no ayudará a lograr mucho, porque las dos partes tienen serias discrepancias", sostuvo Chu.
Sin embargo, a muchos observadores les entusiasma el nuevo clima bilateral.
Zhang Guoqing, experto en la Academia China de Ciencias Sociales, cree que la determinación del gobierno del presidente Barack Obama por separarse del unilateralismo de Bush y reclamar más responsabilidades estratégicas de sus aliados y socios representa una oportunidad para China.
"En la misma medida en que esto es un viaje de escucha que busca comprender las opiniones en Asia, también será una oportunidad para que Estados Unidos reclame compartir más", escribió en el Beijing Youth Daily.
Organizaciones ambientalistas han aplaudido los anuncios sobre la presencia del cambio climático entre las prioridades de la agenda de Clinton en Beijing.
En su visita, Clinton prevé visitar una generadora de electricidad eficiente cerca de la capital, construida por General Electric en cooperación con un socio chino.
Obama ha planteado el desarrollo de tecnologías de energía no contaminante como una de las principales herramientas para reanimar la economía de Estados Unidos.
China, por su parte, espera recibir efectivo y tecnología de países pobres, a cambio de comprometerse a imponer un límite a sus emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del recalentamiento planetario.
"El viaje de Hillary Clinton a China es un hito en el lanzamiento de un diálogo sobre el cambio climático entre ese país y Estados Unidos", dijo Li Yan, activista de Greenpeace China.
"El mundo entero está esperando que China y Estados Unidos lideren la planificación de la ruta más allá del Protocolo de Kyoto (1997)", agregó.
Unos 190 países corren contra el tiempo para elaborar un acuerdo que reemplace al Protocolo de Kyoto a tiempo para una conferencia de la Organización de las Naciones Unidas sobre cambio climático programada para diciembre en Copenhague.