La crisis económico-financiera mundial acentúa las incógnitas en la ecuación de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), pues crecen las dudas sobre el mantenimiento del volumen global de esa asistencia y, al mismo tiempo, surgen incertidumbres sobre las nuevas necesidades que el fenómeno acarreará.
El monto de la ayuda a los países pobres, que en 2007 ascendió a 117.576 millones de dólares, puede llegar a contraerse a causa de la crisis hasta en una tercera parte, según pronósticos de especialistas.
Sin embargo, el jefe de la Dirección de Desarrollo y de la Cooperación (DDC) de Suiza, Martin Dahinden, relativizó el riesgo de una reducción de esos flujos.
Por supuesto que ahora hay temores respecto de los volúmenes disponibles para la cooperación al desarrollo, reconoció el director de la DDC a IPS. Pero "no soy nada pesimista, como otros", afirmó.
En la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo, celebrada en Doha a comienzos de diciembre de 2008, "cuando ya estábamos conscientes de la crisis económica y financiera, todos los países donantes tradicionales ratificaron su apoyo firme", recordó Dahinden. Y por ahora no vemos una disminución, insistió.
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Por otro lado, es probable que con la depresión se presenten necesidades mucho mayores, observó el diplomático suizo. En ese caso, la cuestión es saber si esas necesidades pueden cubrirse con los recursos disponibles, agregó.
En cambio, Dahinden se declaró muy optimista respecto de la cooperación de Suiza, un país que en 2007 destinó 0,37 por ciento de su producto interno bruto (PIB) a la ayuda al desarrollo de los países pobres. El presupuesto de la DDC para este año se eleva a 1.400 millones de francos suizos, que equivalen a más de 1.200 millones de dólares.
El optimismo de Dahinden se funda en una decisión del parlamento suizo, que en diciembre pasado, luego del estallido de la crisis, demandó al gobierno que aumente la ayuda pública al desarrollo hasta 0,50 por ciento del PIB.
El cuerpo legislativo invitó al gobierno a presentar un proyecto de ley que establezca el nuevo aporte. La DDA prepara el borrador que será elevado al parlamento en el presente semestre del año, de manera que los legisladores puedan votarlo antes de fines de 2009.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomendó en 1970 a los países industrializados que contribuyeran a la ayuda oficial al desarrollo con 0,70 por ciento de su PIB. Los datos de 2007 consignan que sólo cinco países habían alcanzado ese objetivo.
Noruega figuraba entonces a la cabeza con una ayuda de 0,95 por ciento, seguida por Suecia con 0,93, Luxemburgo con 0,91 y Holanda y Dinamarca con 0,81 por ciento de su PIB cada uno. En el ultimo lugar estaba Estados Unidos, con 0,16 por ciento.
La cooperación suiza, que dedica sus programas de asistencia a los países del Sur y de Europa oriental, incluidas algunas ex repúblicas de la desaparecida Unión Soviética, estima que las consecuencias de la triple crisis, financiera, alimentaria y climática, golpea en especial a las poblaciones de los países en desarrollo o en transición.
El descalabro financiero originado en los países del Norte perjudica al mundo en desarrollo porque dificulta el acceso a los pequeños créditos y suspende las inversiones extranjeras directas programadas. El hundimiento de los precios y la caída de la demanda de los productos básicos influyen en el aumento de los impuestos a las exportaciones, observó la DDC.
Dahinden subrayó el problema de las remesas de dinero que envían los inmigrantes a sus países de origen, generalmente para el sustento de sus familiares. Una cuestión a menudo subestimada, pero que globalmente representa más del triple de toda la ayuda oficial al desarrollo, dijo.
Una disminución de las remesas va a afectar a los países en desarrollo, aunque no a todos por igual, precisó. El director de la DDC aludió especialmente a México, "duramente afectado por lo que está ocurriendo en Estados Unidos", origen esta vez de la depresión que afecta al mundo.
Dahinden adelantó a IPS que la cooperación suiza tratará de influenciar las políticas de las instituciones multilaterales de manera que beneficien a los países más afectados.
Por otro lado, nos preocuparemos por adaptar los programas y proyectos de la cooperación suiza para que sus beneficios alcancen a los que más los necesitan.
Bolivia es uno de los países prioritarios para la DCC, que ha decidido aumentar sus programas en esa nación andina. Esas inversiones van a concentrarse en las regiones rurales, donde residen las poblaciones más pobres, explicó Dahinden.
Dos factores perjudican a Bolivia. Por un lado se desploman los precios y la demanda de sus materias primas de exportación y, por otro, casi un cuarto de la población que trabaja en el extranjero dejará de enviar remesas o disminuirá su monto. Muchos de esos emigrantes van a regresar al país, donde no encontrarán empleo, vaticinó.
La cooperación alertó también de que la reducción de los ingresos fiscales y el costo de los programas coyunturales reducirán los recursos presupuestarios que los países donantes del Norte destinaban a la ayuda al desarrollo.
De esa manera, se pondrá en peligro la concreción de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, establecidos en 2000 por los gobiernos en la ONU con la finalidad de reducir la pobreza, el analfabetismo, enfermedades, las desigualdades y otros males sociales, previno la DDC.