Antonio y Héctor Cerezo, hijos de una pareja que las autoridades de México le atribuyen haber fundado un grupo insurgente, dejaron este lunes la cárcel tras cumplir una condena de siete años y medio. Fueron víctimas de una venganza del Estado, según organizaciones de derechos humanos.
Condenados por "delincuencia organizada" y otros delitos, el caso de los hermanos Cerezo exhibe el tipo de injusticias y abusos que llegan a cometerse en este país en nombre de la "seguridad nacional", dijo a IPS Adrián Ramírez, director de la Liga Mexicana por la Defensa de los Derechos Humanos (Limeddh).
Estos jóvenes y su hermano Alejandro fueron detenidos por soldados en agosto de 2001 en la capital mexicana bajo la acusación de haber detonado bombas caseras en sucursales bancarias y reivindicar los atentados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), guerrilla considerada una escisión del Ejército Popular Revolucionario (EPR), ambos de escaso accionar.
Los tres fueron absueltos en la causa por las bombas, que apenas rompieron unos cristales, pero a cambio se les condenó por posesión de armas y explosivos, así como por delincuencia organizada, todos delitos considerados graves, por lo cual purgaron la mayor parte de su pena en prisiones de alta seguridad.
Alejandro Cerezo pudo salir libre en 2005 al obtener un amparo de un juez, quien concluyó que no había pruebas suficientes para condenarlo, pero entendió que sí las había para sus dos hermanos, a los cuales les confirmó la sentencia.
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Las pruebas en contra de Antonio y Héctor Cerezo fueron aportadas por un cateo en el que la policía afirmó haber encontrado armas, ropa militar, dinero, explosivos y libros de corte insurgente.
Los inculpados, sus familiares y las organizaciones humanitarias como la Limeddh siempre afirmaron que esas pruebas fueron "sembradas", pero no lo pudieron acreditar en el proceso judicial.
Según Ramírez, que acompañó el caso, los hermanos Cerezo fueron "rehenes del Estado", a través de los cuales se escarmentó a sus papás, presuntos fundadores del EPR y que viven en la clandestinidad.
"Creo que también podríamos considerarlo una especie de venganza de Estado", expresó el director de la Limeddh, organización que es filial de la Federación Internacional de Derechos Humanos.
Este lunes, unas 150 personas, en su mayoría estudiantes universitarios, recibieron a los hermanos Cerezo en las afueras de un centro carcelario de seguridad media ubicado en el estado de Morelos, vecino a la capital. A ese lugar fueron enviados en 2008 luego de haber estado en cárceles de alta seguridad.
Desde las afueras de la cárcel en Morelos, Francisco, otro hermano de los inculpados, dijo a IPS vía telefónica que la liberación tardó varias horas por asuntos administrativos, pero que finalmente se produjo y que él y sus acompañantes estaban felices.
Cuando fueron detenidos, Antonio Cerezo tenía 22 años y Héctor 26 años y ambos eran estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Hoy tienen 29 y 33 años respectivamente.
Ellos dos, más Alejandro, Francisco y Emiliana son hijos de Francisco Cerezo Quiroz, cuyo nombre real según las autoridades es Tiburcio Cruz, y de Emilia Contreras, que se llamaría en verdad Florencia Canseco. Sus hijos llevan los apellidos supuestamente falsos.
Cruz y Contreras, que viven en la clandestinidad desde comienzos de los años 90, son fundadores y dirigentes de gran peso en el EPR, aseguran fuentes de inteligencia del Estado.
Este grupo de corte marxista leninista, que apreció a la luz pública en 1996, tiene raíces de por lo menos cuatro décadas en las empobrecidas zonas rurales del sudeste mexicano.
En julio y septiembre de 2007, el EPR atacó con explosivos instalaciones de la firma estatal petrolera Pemex en protesta por la desaparición de dos de sus compañeros, uno de los cuales es Gabriel Cruz, tío directo por el lado paterno de los jóvenes Cerezo.
Francisco Cerezo declaró que con la liberación de este lunes de sus hermanos "no termina la historia". "Buscaremos algún tipo de reparación, esto no acaba, aunque te reconozco que no tenemos ya recursos (dinero) para seguir", expresó.
Al igual que sus hermanos, Francisco no reniega de sus padres "supuestamente guerrilleros", pero afirma no tener contacto o relación familiar con ellos desde hace muchos años.
"Mis hermanos salen animados, pero necesitarán apoyo psicológico, y es que perdieron más de siete años de vida por una venganza del Estado", señaló Francisco, ex estudiante de psicología quien en los últimos años comandó el llamado Comité Cerezo, un centro de activistas con base en la UNAM.
Este Comité fue el corazón de diversas campañas a favor de la libertad de los hermanos Cerezo, pero también sumó otros casos de personas que, según el grupo, son víctimas de abusos del Estado por el hecho de ser luchadores sociales.
En los últimos años, Francisco y otros familiares Cerezo recibieron amenazas de muerte y advertencias anónimas, lo que fue denunciado por la organización no gubernamental Amnistía Internacional, que demandó protección para los afectados.
"Seguro venían de los agentes del Estado o de militares, así es como meten miedo", manifestó Francisco Cerezo.
"A mi me siguen de varias formas, lo he detectado y aún temo por mi seguridad", añadió.
En 2004, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al gobierno mexicano brindar protección a la familia Cerezo, lo cual se concretó, pero no con policías sino con delegados de las llamadas Brigadas Internacionales de Paz, que son un grupo europeo no gubernamental.
Los hermanos Cerezo niegan ser guerrilleros o participar junto a sus padres en tareas insurgentes, aunque sí se declaran de izquierda.
"Yo defiendo los derechos humanos y eso es la izquierda, que otra cosa puede ser", manifestó Francisco.
En una carta abierta a sus padres con fecha 1 de este mes, Antonio Cerezo señaló: "no negamos que hemos vivido momentos difíciles en estos años de reclusión; pero nos negamos a dejar que nos destruyan la posibilidad de sentirnos alegres de reír y de soñar con la construcción de una patria diferente a la que hoy oprime una élite en el poder".
"Deseo escribirles que estamos conscientes de que pueden quitarnos el privilegio de ser parte de la lucha de nuestro pueblo (con un asesinato), por transformar la injusta realidad que lo oprime; pero también estamos conscientes que no por ello detendrán esa lucha", añade la misiva.
"Los amamos profundamente y siempre estarán presentes en nuestra existencia. Un fuerte abrazo, viejos. ¡Presos hoy, libres siempre!", cierra la carta.
En otra carta de Antonio Cerezo, pero dirigida una amiga y en 2005, el joven escribió que les "cobran el ser hijos de quienes somos, el que no reneguemos de ellos y públicamente nos declaremos orgullosos de nuestros padres". "A mis padres les cobran los años que llevan luchando, a su manera, contra el Estado", añadió.
El director de la Limeddh, consideró que el caso de los hermanos Cerezo quedará para la historia "como un hecho de clara injusticia y abuso a nombre de la seguridad del Estado".