Las FARC pasaron a cuchillo a ocho indígenas awá, tras acusarlos de ser informantes del ejército de Colombia. Para el especialista en temas militares Ariel Ávila, los aborígenes del convulsionado departamento de Nariño «habían formado una especie de rondas campesinas al estilo de Perú».
La guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) ya se había referido a las rondas awá, dijo Ávila a IPS. "Los awás habían formado esos grupos. Yo había oído hablar de esa modalidad".
Ávila es miembro del Observatorio del Conflicto Armado de la Corporación Nuevo Arco Iris, que se diferencia de otros centros de análisis porque sus investigaciones parten del monitoreo en el terreno.
"El debate es si (las rondas) fueron formadas por el ejército o por iniciativa propia. Según las FARC, es un chantaje a través de recompensas, Familias Guardabosques (subsidio que se entrega a los finqueros que no siembren coca en una región)" y otros programas gubernamentales, dijo. "Pero también reconocen que fue por iniciativa propia", según el experto.
Las Rondas Campesinas surgieron en el norte del Perú en la segunda mitad de los años 70 para controlar el abigeato y aplicar justicia en conflictos por linderos, pero luego se expandieron hasta sumar unos 400.000 comités locales en ese país.
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El gobierno peruano de Alberto Fujimori (1990-2000) decretó a comienzos de los años 90 la militarización de las Rondas, incluso en zonas donde no había guerrillas, e inició la represión de aquellas que se negaran a actuar con el ejército en su estrategia contrainsurgente.
Según los entendidos, la derrota de la guerrilla maoísta peruana Sendero Luminoso ocurrió tiempo antes de la captura de su jefe, Abimael Guzmán, en 1992, cuando los campesinos de las Rondas aislaron a Sendero y optaron por enfrentarse a éste, al tiempo que las fuerzas militares peruanas se modernizaron.
El sudoccidental departamento colombiano de Nariño, de 33.268 kilómetros cuadrados de abruptas montañas andinas y 1,6 millones de habitantes, registra el mayor desplazamiento forzado de civiles causado por grupos irregulares y la mayor concentración de campos minados de este país.
Todas las fuerzas en guerra se lo disputan, es tierra de nadie en términos militares y corredor estratégico para el narcotráfico y el abastecimiento clandestino.
Según el Observatorio, el contexto militar en Nariño es el siguiente:
Los 17.000 efectivos que tiene la fuerza pública allí serán reforzados este año con otros 10.000.
Las FARC y el también izquierdista Ejército de Liberación Nacional (ELN), segunda guerrilla en pie de fuerza, se establecieron en el departamento en 1987 y 1985 respectivamente.
Hoy las FARC suman allí unos 600 combatientes con la Columna Mariscal Antonio José de Sucre (de unos 150-160 integrantes y que se adjudicó la matanza de los awá), la Columna Móvil Daniel Aldana y tres frentes, mientras el ELN está presente con unos 300 efectivos en Barbacoas, Samaniego y La Llanada, municipios del sector donde ocurrieron las muertes.
Desde 2005, ambas guerrillas combaten fieramente entre sí por territorio en todo el sudoccidente del país.
Tras una negociación con el gobierno en la que se desmovilizaron 32.000 paramilitares de extrema derecha, también están en Nariño los rescoldos y retoños de esas milicias de narcotraficantes: Águilas Negras, Nueva Generación, Autodefensas Gaitanistas y Los Rastrojos, en total unos 600 combatientes.
Los paramilitares ingresaron allí en 2001, con el frente Libertadores del Sur, señalado de actuar con el ejército.
En julio de 2005 se desmovilizaron más de 630 combatientes de ese grupo. Pero al día siguiente, contó el investigador Ávila, "se rearmaron algo más de 300. La gente en Nariño me decía: aquí no pasó nada. Al otro día estaban patrullando con uniforme. Son los Nueva Generación".
Las Águilas Negras y Nueva Generación amenazan a líderes sociales de la zona, pero nadie afirma en público que esos grupos trabajen actualmente con el ejército. Los Rastrojos, del narcotraficante Cartel del Pacífico, son aliados del ELN, mientras Gaitanistas, al mando del capo narco "Don Mario", provienen del noroccidental departamento de Antioquia.
En el fragor desapareció hace seis meses el grupo Los Machos, del narcotraficante "Jabón", del Cartel del Norte del Valle, asesinado en Venezuela por sus hombres y con el cual supuestamente estuvieron aliadas las FARC.
"Hoy todos están contra las FARC" en Nariño, subrayó Ávila.
Además, algunos de esos grupos se alían temporalmente y otros combaten contra las FARC y el ELN en ese departamento.
Los Machos y Los Rastrojos pasaron varios años en guerra. Ahora sus jefes están muertos o en la cárcel. "Se enfrentan por control de rutas, y después de la captura y muerte de todos esos capos, esas bandas quedan a la deriva. Es la ley de la selva: el que más alientos tenga", señaló Ávila.
En ese escenario, "no se sabe si estos indígenas trabajan solo a favor del ejército", como afirmaron las FARC, planteó Ávila.
"Los paramilitares también están amenazando y desplazando a la población. Se están dando cultivos de palma africana, con desplazamiento de gente, y hay coca (materia prima de la cocaína) por doquier. Los cultivos de palma africana son más hacia Tumaco, Pizarro, Roberto Payán", municipios al occidente de Barbacoas, dijo el investigador.
La estación de policía y la base del ejército, situadas en el casco urbano de Roberto Payán, habitado por comunidades negras, fueron atacadas por las FARC el 13 de enero con disparos de pipetas de gas rellenas de explosivos que dejaron cinco muertos, entre ellos cuatro niños.
El presidente Álvaro Uribe, que estará en la región de la masacre este viernes y el sábado, anunció que acentuará la "política contra el terrorismo" y que designó para los awás un militar como "enlace de confianza".
Los awás se negaron a "colaborar" con el ejército en la ubicación de los cuerpos de la matanza cometida por la guerrilla el 6 de febrero, dijo el comandante de las Fuerzas Militares, Freddy Padilla.
Debido al minado en la zona, apenas el lunes sus tropas reportaron haber encontrado un cadáver.
Los awás denunciaron combates, ametrallamientos y bombardeos en su territorio desde el 1 de febrero.
"Poco se sabe cómo se vienen tejiendo en estas comunidades las redes clandestinas de informantes alrededor de los actores en contienda", escribe en su artículo "Terror en el Pacífico" el antropólogo Efraín Jaramillo Jaramillo, del grupo interdisciplinario e interétnico Colectivo de Trabajo Jenzera.
En Colombia, dice Ávila, "uno de los problemas principales es que gobierno, FARC, ELN y todos estos grupos han involucrado a la población civil en el conflicto", lo que viola el principio de distinción entre combatientes y civiles, columna vertebral del derecho internacional humanitario.
El gobierno lo hace mediante los mencionados programas asistenciales, a través de los cuales pide información militar, indicó.
En todo caso, a partir de la confrontación entre el ELN y las FARC, de la irrupción del narcotráfico y de la creciente degradación de la guerra, "los habitantes no confían en ninguna fuerza armada, porque se convierten en traidores potenciales para todos los grupos", señaló Ávila.
*Este artículo es parte de una serie de tres notas sobre la masacre de al menos 17 indígenas awá, en febrero. Las FARC reconocieron haber asesinado a ocho.