«¿Por qué los mataron? Por física cobardía. Es lo que se llama un asesinato. Por física cobardía. Es lo que se llama un crimen de guerra», relató el ex diputado Sigifredo López, recién liberado por las FARC, sobre la masacre de sus 11 compañeros el 18 de junio de 2007, cuando eran rehenes de esa guerrilla colombiana.
"Se necesita más valor para no asesinar a un ciudadano indefenso", agregó.
"Fueron unos 'güevones' del (frente) 29 que llegaron sin avisar", le dijo a López una de las tres personas de la guerrilla con las que tuvo alguna confianza durante su cautiverio, que se prolongó desde abril de 2002 hasta el jueves, cuando fue liberado por insurgencia.
"No puedo citar algunos hechos porque si yo digo alguna cosa aquí, ellos saben quién es" y fusilan a esa persona, explicó López en rueda de prensa en Cali, capital del occidental departamento del Valle.
Según su versión, los responsables de la muerte de los 11 legisladores regionales habrían sido seis miembros de un frente guerrillero, el 29, que opera en el selvático suroccidente de Colombia.
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El ingreso inesperado de un grupo de combatientes de ese frente al campamento donde se encontraban los diputados rehenes provocó que la guardia insurgente cumpliera la orden de ejecutar a los cautivos ante cualquier ataque o intento de rescate, impartida por la dirigencia de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia)
Hacía un sol esplendoroso a las 11:30 de la mañana de ese día, cuando sonaron dos primeros disparos, "de afuera hacia adentro" del campamento, dijo López.
Él creyó que los guerrilleros estaban cazando patos, pero otros dos disparos seguidos, y casi de inmediato, lo hicieron tirarse al piso.
Tres minutos después, estallaron ráfagas y escuchó gritos "como de guerreros", como de gente "en la pugna".
"No los dejen ir, no los dejen ir", escuchó López en medio de las ráfagas al oficial guerrillero de la unidad a cargo de los rehenes.
"Alguien dijo se entraron los chulos (como llama la guerrilla al ejército) y el comandante dijo mátenlos y vámonos", le contó a López esa persona guerrillera.
López permanecía a 50 metros de los demás, aislado tras un muro de caña, "castigado" por "grosero" e "insubordinado" y encadenado, por lo que no vio las ejecuciones ni escuchó esa orden del jefe guerrillero.
Su guardián estaba en una quebrada cercana lavando loza y, mientras los demás combatientes se marchaban, el guerrillero se acordó de López y regresó por él 10 minutos después.
Cuando el rehén pasó, junto con su guardián, por el lugar donde antes permanecían sus compañeros, no había nadie.
"¿Ya se los llevaron?", preguntó. "Sí, ya se los llevaron", obtuvo por respuesta. La forma como planteó su pregunta fue un error, se dio cuenta más adelante, pues dejaba abierta la posibilidad de que se los hubieran llevado sanos y salvos.
López conoció la noticia 10 días después, a las cuatro de la mañana, en boca de la viuda de uno de los muertos que la dijo por radio: según la versión del Comando Conjunto de Occidente de las FARC, los 11 ex diputados habían muerto en un cruce de disparos con una fuerza no identificada.
Ante su desconcierto, esa misma mañana el tercero al mando en el frente guerrillero le espetó: "Le mandan a decir que todo lo que usted ha escuchado es verdad".
La muerte de los 11 no fue consecuencia de un intento de rescate del gobierno, dijo el ex diputado, en línea con la versión gubernamental.
Si hubiera habido un rescate militar, habría escuchado helicópteros, dedujo. La guerrilla no estaría ahí "porque ellos, apenas ven un soldado, salen corriendo", "allá no hubo combate ni hubo helicópteros", reiteró.
"Fueron asesinados por las FARC", acusó López, una guerrilla campesina "que es rebelde y es terrorista al mismo tiempo" y cuyos combatientes están allí "por la comida", porque el Estado "no les ha dado otra posibilidad".
"¿Por qué los mataron? Por algo que se llama paranoia", afirmó López, también en coincidencia con la interpretación del gobierno.
Así, el sobreviviente López desmiente una versión publicada por esta corresponsal de IPS en agosto de 2007, basada en una fuente civil de la red de abastecimientos de las FARC.
A partir de entonces, "la palabra que mas utilicé yo los cuatro o seis meses siguientes al asesinato de mis compañeros…, no fue la palabra Dios, fue la palabra 'hijueputas' y asesinos", declaró.
"El odio me estaba carcomiendo. Yo los veía y no los soportaba. Y les pedí que no me hablaran, háblenme lo necesario, no más. No me saluden", describió su relación con los guerrilleros en los primeros tiempos tras la matanza, "lloraba todo el día, los primeros días", dejó de alimentarse.
Después decidió que no podía continuar abrumado por la depresión y el odio. Había dejado de escribir. Entonces, emprendió la escritura de un ensayo sobre el conflicto en Colombia, en el que recogió el pensamiento de sus compañeros asesinados.
Las FARC tampoco le permitieron traer consigo ese texto.
López fue el sexto liberado esta semana por las FARC, que todavía retienen a un grupo de 22 uniformados, algunos desde hace más de 10 años, con el fin de canjearlos por una cantidad no determinada de guerrilleros presos en las cárceles.
Las liberaciones unilaterales fueron posibles por las gestiones del grupo civil Ciudadanos por la Paz, liderado por la senadora opositora Piedad Córdoba.
"El terrible asesinato de mis compañeros", dijo López, "es una huella en el alma que los colombianos jamás podrán olvidar", y llamó a nuevas manifestaciones masivas contra el secuestro.
"Solamente perdonaré a las FARC el día en que (alias) 'Grillo', el comandante del frente 60, quien dio la orden de asesinar a mis compañeros, sea capaz de decir en una rueda de prensa", a las viudas y huérfanos: "Perdónenme, fue un error de la guerra", mirando a los niños a los ojos.
Y agregó, dirigiéndose a los huérfanos, que sus padres asesinados "fueron hombres dignos que murieron con la dignidad humana en lo más alto".
"A uno allá no le queda sino la dignidad", "ya a uno hasta la vida no le importa". "La gran pelea que dábamos todos era simplemente para que nos respetaran. Para que nos dijeran señor, para que no nos dijeran hijuetantas", expresó.
Aunque en la guerrilla, "como en todas partes, hay patanes y muchachos que lo tratan a uno con respeto", matizó.
López se manifestó a favor de la solución negociada de la guerra y advirtió que, pese a todo, "no podemos continuar enviando un mensaje de odio".
Propuso un canje de prisioneros inmediato, a través de gestiones de la senadora Córdoba y del obispo Luis Augusto Castro.
Para el efecto, el gobierno debe estudiar la situación jurídica de los guerrilleros que están en las cárceles y dispuestos a volver a filas, y la guerrilla renunciar a su reclamo de desmilitarización de de un territorio para negociar.
Lo contrario es "un sí pero no", señaló sobre el reiterado veto de Uribe a excarcelar guerrilleros que vuelvan al combate.
Mientras, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció una nueva ofensiva total contra las FARC.