El presidente de Bolivia, Evo Morales, proclamó este sábado el nacimiento de la república del socialismo comunitario y antiimperialista, al consagrar la flamante Constitución bajo el signo de la igualdad, la multiculturalidad y la solidaridad.
Morales juró respetar la nueva Constitución Política del Estado con el puño izquierdo en alto, evocando al líder indígena Julián Apaza (Tupak Katari), muerto descuartizado por rebelarse contra la corona española en 1781.
"Proclamo el socialismo comunitario", dijo el mandatario, levantando un ejemplar de la nueva carta magna ante 200.000 personas, entre ellos el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, y la guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la Paz.
"Ahora pueden matarme", dijo Morales, perteneciente a la etnia aymara, en referencia a los sectores conservadores que han intentado debilitar su mandato desde enero de 2006, cuando comenzó su presidencia.
Menchú destacó que se trata de "la primera constitución plurinacional" del mundo, lo cual "representa un hecho paradigmático porque se gesta un nuevo tiempo para los pueblos indígenas".
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La Constitución promulgada este sábado en El Alto, ciudad en la cual campea la marginalidad y donde la pobreza y el abandono tienen carta de ciudadanía, postula la igualdad de los todos bolivianos, declara intransferible la abundante riqueza petrolera nacional y propone una vida en armonía con la naturaleza.
La elección de esta localidad vecina a La Paz como escenario de la sanción de la nueva constitución evoca la intensa oposición a la política energética del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997 y 2002-2003) que tuvo allí su foco hace poco más de cinco años.
El enfrentamiento de un mes entre las fuerzas de seguridad y sectores populares que exigían allí la suspensión de las exportaciones de gas natural a Estados Unidos y México causó la muerte de 60 activistas y derivó en septiembre de 2003 en la renuncia de Sánchez de Lozada.
Morales edificó un discurso de lucha antiimperialista y anticolonialista, y desde esta plataforma ideológica declaró la segunda independencia de Bolivia, república fundada el 6 de agosto de 1825 tras una guerra contra la metrópoli española.
Miles de indígenas celebraron este sábado con danzas y ataviados de trajes típicos la culminación de un proceso iniciado en junio de 1990, cuando marginados habitantes de las selvas orientales desafiaron a las alturas y llegaron a La Paz, después de 600 kilómetros de caminata para pedir tierras y respeto a su cultura.
La Asamblea Constituyente que sesionó entre agosto de 2006 y diciembre de 2007 rubricó el triunfo de sectores populares movilizados durante 18 años en ciudades y comunidades rurales, bajo la conducción de Morales, primer mandatario de origen indígena y líder de los cultivadores de hoja de coca, materia prima de la cocaína.
El presidente boliviano no deja de destacar la diferencia entre las instancias fundacionales de la primera república, en 1825, a las que asistieron hacendados, criollos e intelectuales de la época, marginando a los indígenas.
Morales encabezó las celebraciones de este sábado con los 36 pueblos originarios que lo apoyaron en la aprobación de una Constitución que consagra la igualdad de derechos, el respeto por la lengua y las autonomías indígenas y un enérgico rechazo a toda forma de colonialismo, en un mensaje implícito a Estados Unidos.
A la luz de la nueva institucionalidad, el gobierno desafía a Washington al reivindicar el valor cultural de la hoja de coca, desconocido por las autoridades estadounidenses, y prohíbe la instalación de bases militares extranjeras en territorio boliviano, un principio que distingue a este país entre las naciones de la región.
"Aquí comienza una nueva historia por otros 4.000 años, con justicia, libertad y trabajo digno", expresó el vicepresidente Álvaro García Linera, un ex guerrillero que representa a las clases medias y a una corriente de intelectuales dispuestos a ceder el poder a las mayorías populares.
"Se cierra una época de sufrimiento y se abre una nueva etapa de libertad y justicia, con el liderazgo que el pueblo humilde recupera después de 500 años y que ahora une a los bolivianos", expresó García Linera.
El vicepresidente y presidente del Congreso Nacional legislativo admitió las debilidades del nuevo texto constitucional, y aseguró que "en sus limitaciones y virtudes, es lo mejor que los bolivianos hemos soñado".
Morales también rindió homenaje a su antecesor Gualberto Villarroel (1943-1946), quien liberó de la servidumbre (pongueaje) a los campesinos, lo cual pagó con la vida al ser ejecutado en una horca improvisada en un farol de la plaza de armas de La Paz.
"Nunca más habrá un descuartizamiento y un colgamiento", expresó.
Su discurso también se refirió a las denuncias de corrupción que desde hace dos semanas involucran a Santos Ramírez, ex presidente de la nacionalizada Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y dirigente del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).
"A ningún corrupto se (lo) perdonará, sea del MAS o familiar. Irá a la cárcel", sentenció, mientras la sorpresa llenaba los rostros de los asistentes acostumbrados a que los dirigentes políticos oficialistas eludan a la justicia.
En relación a los países vecinos, Morales reiteró que la nueva Constitución declara a Bolivia como país pacífico, pero con el derecho a defenderse en caso de agresión armada.
Este país andino perdió territorios en guerras o por tratados diplomáticos con la totalidad de sus vecinos, y su espacio se redujo de 2,3 millones de kilómetros cuadrados a un millón.
Bolivia sufrió la mayor pérdida a raíz de la Guerra del Pacífico, en 1879, que la privó de costas sobre ese océano. "Mientras tenga vida, seguiremos trabajando por la igualdad y la dignidad", dijo Morales, rodeado por Menchú, la presidenta de la Asamblea Constituyente, Silvia Lazarte, líderes indígenas y dos cadetes de un instituto militar que sostenían la bandera boliviana y una enseña aymara multicolor.