AMBIENTE: Pescadores aprenden a compartir

Con los océanos en crisis, ¿de dónde saldrá el pescado que constituye una fuente clave de proteínas para gran parte de la población mundial?

En los últimos años surgieron herramientas de manejo de las reservas ictícolas "con captura compartida", las que permitirían mantener el pescado en el menú de las generaciones futuras, según expertos reunidos en una conferencia celebrada este mes en la occidental ciudad estadounidense de San Diego.

"La adaptación y la innovación son la clave", dijo Kristjan Davidsson, ex presidente de Iceland Seafood International, a unos 450 participantes en la Cumbre sobre Pescados y Mariscos (Seafood Summit), realizada los días 1, 2 y 3.

"La sustentabilidad es el camino a recorrer, pero eso requiere la colaboración con todos los sectores", dijo Davidsson.

La cumbre reunió a pescadores, acuicultores, corporaciones multinacionales dedicadas a los productos del mar y sus clientes, junto con conservacionistas y científicos, para debatir y hallar un camino común hacia la creación de una industria sustentable y la protección de los océanos.
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El pescado representa 16 por ciento de la proteína animal consumida en el mundo, 28 por ciento de la correspondiente a Asia y, en el otro extremo, 6,6 de la de América del Norte, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

En la mayoría de los bancos pesqueros hay demasiados barcos que compiten entre sí para obtener cada vez menos. Las cuotas de pesca llevan a cientos de buques capturen de modo intensivo e indiscriminado tanto como sea posible antes de que se alcance la cuota total.

"Las normas del gobierno no funcionaron", dijo Wes Erickson, pescador y propietario de un restaurante en la sudoccidental provincia canadiense de Columbia Británica. "Tuvimos apenas seis días para capturar todo lo que podíamos."

Esa situación hipercompetitiva implica peligros para los pescadores, pérdida de aparejos, y pesca no intencional y sobrepesca extremadamente altas, admitió.

En vez de continuar por este camino, los pescadores locales crearon un sistema integrado de "captura compartida" en el suelo marino.

A cada uno de los pescadores individuales se les permite capturar anualmente un porcentaje establecido de la cantidad total de cada una de las 60 especies de ejemplares cuyo hábitat es el suelo marino.

Todos los años, el gobierno ajusta el tope total sobre cada tipo de pez en base a la situación de las especies.

Por ejemplo, en una reserva pesquera compartida de modo equitativo, 50 barcos se dividen en partes iguales una cuota de 100 toneladas de meros. Es decir que a cada uno se le permite capturar dos toneladas.

Las cuotas también pueden comerciarse. Esta "propiedad" sobre las existencias pesqueras brinda un incentivo financiero para cultivarla.

La clave para que esto funcione es que cada barco se responsabilice de todo lo que pesca. Registros detallados son respaldados por un sistema de vídeo que graba automáticamente cada captura.

Ambos son auditados por una tercera parte. Esos datos son tan precisos que ahora son usados por los científicos, dijo Erickson. "Eliminamos la competencia en el mar resolviéndola en la costa", agregó.

Establecer las cuotas originales fue muy difícil e involucró largas disputas entre gobiernos, científicos, conservacionistas y pescadores. Pero el trabajo valió la pena, opinó.

"Ahora pescamos por debajo de la cuota y obtenemos una mejor calidad. Y podemos pescar en cualquier momento del año", explicó Erickson.

"Si a comienzos de los años 90 se hubieran implementado reservas pesqueras con captura compartida, solo unas pocas habrían colapsado", sostuvo Kate Bonzon, del no gubernamental Fondo de Defensa Ambiental, de Estados Unidos.

Bonzon dijo que eso se desprende de un estudio realizado en 2008 por economistas de la Universidad de California que compararon datos de bancos pesqueros en todo el mundo. Mostró que allí donde hubo captura compartida se revirtió la caída de las reservas, que estaban creciendo.

En la costa oeste de América del Norte, los estudios mostraron que las pesquerías que se pasaron a la captura compartida terminaron con la sobrepesca crónica y redujeron drásticamente las capturas accidentales.

También cayó la cantidad de botes pesqueros, pero los que siguieron en la actividad ganaron más dinero a un costo menor, dijo Bonzon.

"El hecho es que simplemente hay demasiados buques pesqueros", agregó.

La mayoría de los barcos que abandonaron la captura de peces del suelo marino en Columbia Británica fueron lo que Erickson llama "malos actores", que simplemente se pasaron a reservas de captura no compartida o vendieron la parte que les correspondía y así ganaron mucho dinero.

"Cada comunidad puede diseñar su sistema para satisfacer sus necesidades locales", dijo.

¿Acaso esto puede funcionar para el resto del mundo?

No todas las reservas pesqueras necesitan cámaras de vídeo que se activen automáticamente, dijo Bonzon. Algunos países están empleando otras maneras de establecer la cuota de captura.

Por ejemplo, algunas en Chile y otras en Perú —que posee una enorme reserva de anchoas— recorren ese camino este año.

"Las existencias de salmón silvestre de la provincia canadiense de Columbia Británica se niegan a considerarlo aunque estén en un gran problema", dijo Erickson.

Una cultura similar de oposición existe en las pesquerías de la costa este de América del Norte, reconoció Bonzon. Pero las existencias están tan bajas que algunos pescadores de la nororiental región estadounidense de Nueva Inglaterra están suficientemente desesperados para intentarlo, dijo.

Lleva tiempo implementar las reglas y cuesta dinero reducir la capacidad excesiva de una reserva pesquera, pero los datos muestran que "la captura compartida alinea la sustentabilidad de los recursos y la economía de los pescadores", concluyó Bonzon.

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