UNIÓN EUROPEA: Presidencia checa promete controversia

La presidencia rotativa de la Unión Europea (UE) fue asumida para la primera mitad de este año por República Checa, país cuyo presidente podría negarse a firmar el Tratado de Lisboa y con un gobierno débil que tiene más fe en Estados Unidos que en el bloque.

La presidencia checa presentó un paquete de propuestas denominado "Europa sin barreras", destinado a promover la libre circulación de personas y servicios, así como a incrementar la competitividad. Pero es probable que los acuciantes acontecimientos actuales opaquen esas prioridades.

El Tratado de Lisboa, sobre la reforma institucional de la UE, fue firmado en 2007 en la capital portuguesa y es considerado esencial para el futuro del bloque. Solamente República Checa e Irlanda parecen resistirse a adoptarlo.

Al resto de los líderes europeos les irrita que los checos sobreestimen su propia importancia diplomática. Han criticado su posición sobre el tratado, insinuando que un país impredecible que tiene problemas para ratificarlo no debería liderar la UE por seis meses.

República Checa también considera prioritaria la ampliación de la UE, incluyendo a países otrora comunistas, pero funcionarios del bloque señalan que esto es imposible sin el Tratado de Lisboa. Praga no comparte esta opinión.
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"¿Por qué deberíamos invitar a más estados cuando no estamos yendo a ninguna parte? Y no podemos cambiar a checos por croatas o serbios", dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Bernard Kouchner, aludiendo a los dos principales candidatos a la membresía.

El gobernante partido neoliberal ODS (Demócratas Cívicos) está dividido en torno al tratado: una mitad se opone a él y la otra le da apenas un tibio apoyo, mientras que todo el sector encuentra perturbadoras las garantías sociales contenidas en documento, a las que considera excesivas.

El pacto busca simplificar la estructura institucional de la UE al tiempo de permitir que una mayoría calificada sea la que tome más decisiones, para beneficio de los estados miembro más grandes.

El documento, ratificado por 25 de los 27 estados miembro, dará a la UE una voz más fuerte en materia de política exterior al crear los puestos de presidente y ministro de Relaciones Exteriores.

En un procedimiento único en Europa, el ODS envió el tratado al Tribunal Constitucional checo, que en noviembre dictaminó que era compatible con la legislación nacional.

La oposición de izquierda y los partidos más pequeños coaligados con el ODS, los Verdes y los Demócratas Cristianos, apoyan el pacto, y tienen fuertes discrepancias con el ODS en torno a este tema.

Los Demócratas Cristianos y los Verdes solamente obtuvieron alrededor de siete por ciento de los votos en las elecciones legislativas de 2006, pero están más que representados a nivel ministerial. Y es gracias a su apoyo que el gobierno tiene un diputado más que la oposición.

El primer ministro checo Mirek Topolánek dijo que el tratado podría aprobarse en el primer trimestre de este año, pero no está seguro de contar con suficiente apoyo parlamentario entre sus propios representantes.

Algunos consideran que esta demora es conveniente para los checos, dado que la aprobación del pacto debilitará el rol del país que ocupa la presidencia.

Tras los desastrosos resultados en los comicios locales y parlamentarios de octubre, el dividido ODS también se enfrenta a un apoyo cada vez menor, una fuerte oposición que le pide anticipar las elecciones y las críticas de su ex líder, el presidente Václav Klaus.

Klaus, fundador del partido al que ahora acusa de haberse vuelto centrista, abandonó su puesto de presidente honorario del mismo en diciembre, y considera participar en una nueva fuerza política más derechista y escéptica en relación a la UE.

Cuando, en un referendo realizado en junio de 2008, los irlandeses rechazaron el tratado, Klaus manifestó que los apoyaba y vio en el resultado una oportunidad de propagar aun más sus puntos de vista contrarios a la UE entre el público checo.

Klaus, que se llama a sí mismo "disidente europeo", es crítico de lo que considera una falta de debate sobre el tratado de la UE. Cree que éste amenaza la libertad y la democracia debido a que transfiere excesivas competencias a un organismo supranacional.

El 16 de diciembre, Klaus fue muy criticado por el presidente francés Nicolas Sarkozy por negarse a izar banderas de la UE en el palacio presidencial.

"Los checos no tienen mucha experiencia diplomática. Los temores de una presidencia fallida son fundados, pero no a causa del presidente Klaus, que obtiene la mayor parte de la publicidad en este momento", dijo a IPS el analista Jan Drahokoupil, de la Fundación Checa para la Economía y la Sociedad, una organización de expertos con sede en la meridional ciudad de Brno.

"Klaus es una personalidad fuerte con opiniones muy idiosincrásicas, pero tiene apenas un rol ceremonial", agregó.

El debilitado primer ministro y el ministro de Relaciones Exteriores, Karel Schwarzenberg, también harán frente a la crisis financiera y a temas espinosos en materia de política exterior, como el conflicto palestino-israelí y las relaciones con Rusia.

"El problema no es sólo sobre la capacidad de liderar, sino también sobre perspectivas mundiales que están más bien distantes de la corriente europea dominante", señaló Drahokoupil.

Topolánek, firme partidario del libre mercado, al principio ignoró la seriedad de la crisis financiera, y es probable que se oponga a "soluciones regulatorias", planteó el analista.

Además, en política exterior, los principales funcionarios checos son "ciegamente anti-rusos y pro-estadounidenses", dijo.

"Por ejemplo Schwarzenberg, que ahora liderará las negociaciones en Medio Oriente como representante de la UE, acaba de expresar su apoyo incondicional a Israel, culpando a Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica) por ‘obtener lo que se merecía’", destacó Drahokoupil.

Topolánek una vez dijo que Israel era "una civilización en (medio de) la avalancha de barbarie".

También se alineó incondicionalmente con Georgia en su último conflicto con Rusia, y quiere construir una extensión del sistema de misiles de Estados Unidos en suelo checo.

El gobierno también quiere acordar que aprobará el Tratado de Lisboa si la oposición de izquierda le da el visto bueno a la base estadounidense, de la que está en contra.

Los políticos del ODS dan la bienvenida a la base por considerarla un contrapeso a la influencia de Rusia y de la UE, y muchos ven la opción entre el tratado y el radar como determinante para la futura orientación del país hacia Europa o Estados Unidos.

La seguridad energética será otro asunto importante para los checos, que desean reducir su dependencia del gas ruso.

Analistas pronostican que Moscú no mostrará mucho respeto por la presidencia checa de la UE, a diferencia del que profesó por la anterior, ocupada por Francia, considerada exitosa en Rusia y en toda Europa.

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