El ejército de Sri Lanka tomó control de la nororiental localidad de Mullaitivu, último bastión de los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE). La situación de más de 250.000 civiles atrapados en los combates es tan nefasta como la de los de Gaza, según agencias humanitarias.
El sitio web del Ministerio de Defensa señaló este lunes que el ejército había «obtenido un control total del municipio de Mullaitivu luego de completar operaciones de limpieza». Sin embargo, no hubo ningún pronunciamiento en cuanto a que ninguno de los dirigentes del LTTE, entre ellos el líder supremo Velupillai Prabhakaran, hubieran sido capturados.
«Ahora tenemos un número elevado de personas concentradas en una pequeña área, y estamos muy preocupados por su seguridad. Están cerca del combate y no tienen un buen acceso a atención a la salud y refugio, así como a agua adecuada y a saneamiento», dijo a IPS Philippe Duamelle, representante para Sri Lanka del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
«Aunque el gobierno y el LTTE deben hacer todos los esfuerzos para evitar víctimas civiles, lo mejor para estas personas es que el LTTE les permita circular libremente e ingresar a un área segura donde puedan recibir un apoyo adecuado», sostuvo Duamelle.
Peter Balleis, director internacional Servicio Jesuita a Refugiados (JRS, por sus siglas en inglés), una de las pocas agencias con acceso al área del Vanni, dominada por los Tigres, opinó que se está creando una situación similar a la de una segunda Gaza.
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«Alrededor de 300.000 personas, es decir dos tercios de la población civil, fueron forzadas a abandonar sus hogares y están viviendo en campamentos en áreas controladas por el LTTE», dijo Balleis.
«Es el último bastión del LTTE, que impone un estricto sistema de pases, impidiendo que la gente se traslade a lugares más seguros. Se hacinan en refugios temporarios, rodeados por lodo, sin promesas de un acceso regular a alimentos o a un saneamiento adecuado», agregó.
La organización Cáritas, afiliada al JRS, trabaja en el Vanni a través de iglesias católicas de la región.
Según un informe publicado el domingo en el sitio web del Ministerio de Defensa, el LTTE ha tendido un manto de minas terrestres «en las áreas densamente pobladas que controla —Theravikulam, Visuamadu y Puthukudiyirippu en Mullaitivu— para impedir que los civiles huyan a las áreas controladas por el gobierno».
John Holmes, subsecretario general para asuntos humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dijo el 14 de este mes al Consejo de Seguridad que temía que incluso 350.000 civiles pudieran estar atrapados en los enfrentamientos, «en un espacio cada vez más limitado y con el LTTE impidiéndoles irse».
«Esto plantea profundas preocupaciones sobre el posible uso de civiles para dejar áreas inmunes a las operaciones militares», agregó.
Luego, en una declaración escrita, el día 16 Holmes señaló: «De acuerdo con el derecho internacional humanitario, la ONU llama al LTTE a permitir que los civiles se trasladen libremente hacia áreas donde se sientan más seguros y para que el gobierno reciba a nuevos desplazados según principios internacionalmente acordados».
El Comité Internacional para la Cruz Roja, única agencia internacional con una presencia permanente en áreas que todavía están bajo control del LTTE, llevó alimentos y otros suministros a los civiles.
«A causa de las operaciones de combate en curso y de lo móvil de la primera línea, decenas de miles de civiles desplazados están concentrados en un área tan pequeña que hay serias preocupaciones por su seguridad física y por sus condiciones de vida, en particular en términos de higiene», dijo el Comité Internacional para la Cruz Roja.
Es limitada la información disponible sobre las víctimas civiles causadas por las restricciones de acceso a las áreas de fuertes combates. El gobierno dijo que los soldados adoptaron una política de «cero víctimas civiles» en el lugar.
Decenas de miles de personas huyeron de los enfrentamientos desde comienzos de 2008, y según la ONU por lo menos 230.000 pueden estar todavía en áreas vecinas a los combates por el oriente y norte.
Los primeros civiles en escapar a mediados y fines de 2008 lo lograron por vía marítima.
Kumar Ganesh, un pescador de Mullaitivu, huyó de los combates en noviembre, partiendo en un bote junto con otras 13 personas.
«Lo hicimos poco después de la medianoche porque no queríamos que nadie nos detectara», dijo Ganesh.
«Cerca de Kuchiveli (al sur de Mullaitivu) nos detuvo la armada (srilankesa), nos entregó a la policía y fuimos llevados al centro para desplazados de Siddamabaram en Vavuniya (a 250 kilómetros de Colombo)», agregó.
Hay dos centros de bienestar que ya funcionan en Vavuniya, y el gobierno dijo que planea aumentarlos a tres para albergar a por lo menos 30.000 familias.
«Los civiles en el Vanni están cansados del conflicto. Los desplazamientos reiterados, a menudo involucrando la pérdida de sus pertenencias personales, se han cobrado sus víctimas entre ellos. No obstante, su capacidad de hacer frente (a la situación) ha sido destacable», dijo el presidente del Comité Internacional para la Cruz Roja, Paul Castella.
Paikiasothy Saravanamuttu, director del centro para las Alternativas Políticas, una organización de expertos con sede en Colombo, dijo que, pese a las victorias del ejército srilankés, «una insurgencia de bajo nivel puede durar para siempre a menos que haya un acuerdo negociado con los tamiles».
El LTTE lleva más de un cuarto de siglo luchando para establecer en el norte y oriente de esta nación insular un estado independiente para la comunidad tamil, que constituye alrededor de 18 por ciento de la población del país, de 21 millones de habitantes.