Tres manifestaciones pacifistas se realizaron en Tel Aviv desde que Israel lanzó su ofensiva contra el territorio palestino de Gaza, el 27 de diciembre. Pero los organizadores lamentan la escasa repercusión política de estas protestas.
La primera se realizó justo después del primer bombardeo sobre la franja de Gaza. Concurrieron unos pocos cientos de personas. En ocasión de la segunda, más de 2.000 ciudadanos salieron a las calles, tantos como en la tercera, realizada en la noche del sábado.
La última protesta se realizó frente al comando central de las fuerzas armadas israelíes y el Ministerio de Defensa, en el corazón de Tel Aviv.
"Tenemos un mensaje humanista y político. Los niños de Gaza y Sderot quieren vivir en paz y seguridad. No tiene ningún sentido continuar con estas acciones militares", dijo Yosef Douek, del movimiento Paz Ahora, organizador de la manifestación.
A Paz Ahora se le unió el movimiento pacifista israelí Gush Shalom, luego que el Centro de Información Alternativa, una organización no gubernamental palestino-israelí, solicitara realizar el 10 de este mes "un enorme día mundial de movilización contra la guerra israelí en Gaza".
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"Estamos haciendo lo que podemos para influir sobre la opinión pública, aunque creo que el efecto de nuestras acciones es muy limitado", expresó Douek.
"Vivimos en un país donde los medios de comunicación no están interesados en romper el consenso político. Al mismo tiempo, no existe un acercamiento político a nuestro mensaje. Todos sienten una urgencia política de apoyar la guerra, al menos en esta etapa. Creo que esto cambiará muy pronto. El apoyo público colapsará, como lo hizo en guerras anteriores", agregó.
"Esta guerra comenzó con un claro sentimiento de triunfo. Los israelíes pensábamos que sería una operación limpia y rápida para impedir que Hamas nos lanzara más cohetes", sostuvo Ido Gideon, miembro de Meretz, partido de izquierda que apoyó la operación cuando acababa de comenzar.
"Entre los israelíes había un claro sentimiento de venganza por lo que había pasado, y que necesitaba una respuesta. Ahora las cosas se están yendo de las manos, y la venganza ha dado paso a la desilusión", opinó.
Pero al grupo le resulta difícil conseguir apoyo, tanto dentro de Israel como en el plano internacional.
"Cada vez que Israel lanza una acción militar, todos los izquierdistas del mundo se vuelven antiisraelíes", dijo Gideon.
"Todas las protestas antibélicas del mundo se mezclan con un sentimiento anti-israelí y anti-judío que claramente apunta al derecho de los judíos a vivir en este país. Eso vuelve difícil ser izquierdista en Israel. Porque, en primer lugar, eso aisla a todo Israel. Y, en segundo lugar, aisla a las fuerzas que están intentando cambiarlo", continuó.
"Yo estoy librando la misma batalla que ellos, con una gran diferencia: yo la libro en Israel. Y cada vez que salgo de Israel, tengo que librar otra batalla: la de defender mi derecho a ser judío y a vivir en este país", añadió.
Para el artista, escritor y activista Ronen Eidelman, "la diferencia con guerras anteriores es el desproporcionado uso de la violencia, que ha llevado a una enorme indignación en el resto del mundo".
Eidelman vincula arte, cultura y política desde la dirección de la revista Maarav, que se publica en Internet, y ha participado en el lanzamiento de varias iniciativas contra la guerra en Gaza.
"La semana pasada publicamos un folleto con obras de poetas y artistas contra la guerra, que distribuimos en las manifestaciones. Algunas personas se conectan más con una poesía que con un artículo en el diario", explicó.
El día 6, cuando el presidente Shimon Peres asistió a la inauguración de la casa del poeta nacional de Israel Jaim Najman Bialik (1873-1934), en Tel Aviv, un grupo de poetas recitaron el poema "Sobre la matanza", del mismo autor, y preguntaron a los asistentes cómo eran capaces de "sorber champaña mientras cientos son asesinados en Gaza".
"Estas iniciativas son parte de un movimiento antibélico mucho más amplio. Las iniciativas culturales son apenas una parte de un enorme movimiento pacifista israelí que es mucho más grande de lo que los periódicos tienden a decir", aseguró Eidelman.
"Es tiempo de que israelíes y palestinos comiencen a hablar sobre dolor en vez de culpa. Ambas partes tienen que darse cuenta de que el holocausto es una parte de la psique nacional israelí en igual medida que lo es la 'nakba' para los palestinos", agregó.
La palabra "nakba" ("catástrofe", en árabe), es usada por los palestinos para aludir a la creación del estado judío en 1948, y alude a la deportación de un millón de ellos de sus ciudades y aldeas, masacres de civiles y destrucción de cientos de aldeas.
"Tenemos que hallar una manera de hacer que ambas historias convivan en la misma tierra, ya sea que se considere o no que una de las dos es más verdadera que la otra", dijo Eidelman.