El presidente electo de Estados Unidos y el mandatario de México se reunieron este lunes, cumpliendo una tradición bilateral iniciada en los años 80. Tal como sus antecesores, hablaron de mejorar el vínculo e incluso de iniciar una nueva y «extraordinaria época».
Esas ofertas no siempre fueron cumplidas en el pasado. ¿Será ahora diferente?
Tal es la pregunta que se hacen observadores mexicanos a ocho días de que el primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama, tome posesión en medio de una aguda crisis económica mundial que se inició en su país.
México es una de las naciones más afectadas por la crisis, pues sus engranajes productivos están fuertemente ligados a Estados Unidos, al que destina cerca de 80 por ciento de sus exportaciones.
Tras reunirse con Obama en Washington, el presidente mexicano Felipe Calderón declaró estar seguro de que la cita preludia una relación "muy estrecha y constructiva" y que se avecina "una extraordinaria época".
Mientras, el mandatario electo de Estados Unidos expresó su intensión de fortalecer los vínculos con México y reconoció en Calderón "coraje" para combatir la inseguridad pública y el narcotráfico, ámbitos en lo que prometió cooperar cuando asuma el cargo.
Además, Obama declaró que su país se acercará a América Latina a través de lo que describió como el liderazgo del presidente mexicano.
La reunión con Calderón fue el primero que mantuvo Obama con un mandatario extranjero desde que ganó las elecciones en noviembre y antes de tomar posesión el 20 de este mes. Desde los años 80, los presidentes electos de Estados Unidos se entrevistaron siempre, antes de asumir, con los mandatarios mexicanos en funciones.
La cita entre Calderón y Obama fue importante desde el punto de vista diplomático y simbólico, pero no asegura ningún cambio en la relación y en marcar un abordaje diferente a los problemas comunes, "que son atávicos y en muchos casos inerciales", dijo a IPS Daniel Blanco, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Los vínculos entre Estados Unidos y México, que comparten una frontera de 3.200 kilómetros, están encadenados a un intenso intercambio de bienes, así como a problemas relativos al manejo de los flujos migratorios y el narcotráfico, ámbitos en los que el punto de vista de sus gobiernos ha sido muchas veces discordante.
Con Obama, el gobierno de México tiene un diferendo adicional, pues ha rechazado cualquier posibilidad de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, al que además pertenece Canadá, medida sugerida por el presidente electo cuando fue candidato.
Unos siete millones de mexicanos viven en Estados Unidos sin tener los documentos migratorios en regla y siguen llegando más cada día, pese a que en buena parte de la frontera se construyó un muro para impedir el flujo.
La barda fue un proyecto impulsado por el presidente saliente, George W. Bush, y avalado por Obama en su calidad de senador. No obstante, el mandatario electo también ha expresado su interés en lograr una amplia reforma migratoria que incluiría la legalización de los llamados inmigrantes indocumentados.
Con la crisis en Estados Unidos y la creciente persecución policial a los inmigrantes mexicanos, las remesas que recibe el país sufrieron una fuerte caída. Cifras preliminares indican que en 2008 fueron 23.500 millones de dólares, cantidad inferior en unos 500 millones a la de 2007.
El tiempo dirá si la relación entre Estados y México abandona su estado inercial actual e ingresa en un nuevo estadio en que los problemas serán afrontados de manera diferente, con ambos países asumiéndose como socios reales, apuntó Blanco.
Obama seguramente pondrá todo su interés y empeño en asuntos domésticos, así que al menos en los primeros meses o incluso años de su gestión no se espera que las relaciones con México o América Latina cambien de una manera importante, opinó el observador.
Graciela Pérez, profesora e investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana, declaró a IPS que la presencia de Obama en Washington abre una ventana de oportunidades a México. Sin embargo, advirtió que cualquier modificación en la relación tomará tiempo y será gradual.
Para el columnista del diario Excelsior, León Krauze, la diferencia entre las reuniones realizadas antes entre mandatarios electos de Estados Unidos y sus contrapartes de México en funciones radica en que la de este lunes se realizó en medio de problemas sin precedentes en materia de seguridad en el segundo país, que tiene relación con el intenso tráfico de armas procedentes del primero.
En 2008 fueron asesinados en México más de 5.500 personas por enfrentamientos entre y contra narcotraficantes, que tienen su principal mercado en Estados Unidos.
Según Calderón, si a través de la cooperación y la corresponsabilidad con su vecino la seguridad de México mejora, eso beneficiará también a Estados Unidos.
En el gobierno de Bush se puso en marcha el llamado Plan Mérida, por el cual Estados Unidos entregará una asistencia de 400 millones de dólares por un año a México en apoyo en su lucha contra el narcotráfico.
Relación conflictiva y asimétrica, la de Estados Unidos y México es considerada única en el mundo. Los dos países, que tienen culturas, idiomas, economías y capacidades comerciales diferentes, comparten una agenda compleja que según lo declarado por Calderón, podría ahora sí, con Obama, sufrir un viraje.