Un amplio espectro de grupos e individuos instan al presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, a que vaya más allá de su promesa de campaña de levantar las restricciones hacia Cuba y dé inicio a un proceso de normalización de relaciones con La Habana.
Varios analistas contactados por IPS dijeron que fueron estimulados por el testimonio el martes de la designada secretaria de Estado (canciller), Hillary Rodham Clinton, quien durante la campaña para las primarias en el Partido Demócrata había tomado una posición mucho más cercana a la de los "halcones" (ala más belicista) respecto de Cuba.
"El presidente electo está comprometido con levantar las restricciones a los viajes y a las remesas" de los cubanos en Estados Unidos a su patria, subrayó Clinton.
"Esperamos que el régimen en Cuba tanto Fidel como (el actual presidente) Raúl Castrovea a esta nueva administración como una oportunidad para cambiar algunos de sus enfoques típicos, libere a los prisioneros políticos, esté dispuesto, ustedes saben, a abrir la economía y levantar algunas estructuras opresivas sobre el pueblo", afirmó.
"Creo que habrá una oportunidad que podría ser explotada", añadió.
[related_articles]
En respuesta a preguntas escritas, Clinton también reveló que la próxima administración planeaba realizar una "revisión" de la política hacia La Habana que, entre otras cosas, incluiría considerar un aumento de las ventas agrícolas a la isla, una cooperación bilateral en materia de energía y ambiente, y evaluar la eliminación de Cuba de la Lista de Patrocinadores del Terrorismo elaborada por el Departamento de Estado, que integra desde 1982
"La senadora Clinton no sólo dejó en claro que la administración de Obama honrará su compromiso de restaurar los viajes y el apoyo financiero de las familias cubano-estadounidenses", dijo Sarah Stephens, cuya organización, el Centro para la Democracia en las Américas publicó la semana pasada un informe de 100 páginas sobre cómo los dos países podrían normalizar sus relaciones en nueve áreas clave.
"También dejó la puerta abierta a significativas oportunidades adicionales para involucrarse a lo largo del camino", añadió.
Con la peor crisis financiera en Estados Unidos desde la Gran Depresión y los casi 200.000 soldados instalados en Afganistán e Iraq, Cuba seguramente no estará al tope de la agenda de política exterior del gobierno de Obama.
Pero, como símbolo, la disposición del nuevo gobierno a no aislar a Cuba, país tratado por Washington como enemigo prácticamente desde que Fidel Castro entró en La Habana hace 50 años y dos semanas, podría servir como punto de partida para acercarse a otros tradicionales adversarios y mejorar los vínculos con el resto de América Latina.
"Obama no puede cambiar el tono de las relaciones con América Latina y continuar con la misma política básica hacia Cuba", dijo Dan Erickson, experto del centro de estudios Diálogo Interamericano y autor de un nuevo libro sobre las relaciones entre Washington y La Habana, titulado "The Cuba Wars" (Las guerras de Cuba).
"En última instancia, Cuba mismo no es tan importante para la política estadounidense en América Latina, pero se ha convertido en un obstáculo para mejorar las relaciones con otros países latinoamericanos clave, como Brasil y Venezuela, que han llamado insistentemente a una apertura" hacia la isla", añadió.
Erickson indicó que, el mes pasado, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva "se tomó la molestia de realizar toda una cumbre latinoamericana con el fin de invitar a Cuba, que había sido excluida (por Estados Unidos) de la Organización de Estados Americanos (OEA)".
En su testimonio, Clinton dijo que la nueva administración "retornaría a una política de vigoroso acercamiento en toda América Latina", y subrayó la importancia de Brasil, en particular, como el socio que Washington necesitaba.
Durante la campaña presidencial, Obama tomó la postura más abierta en el tema de Cuba respecto de sus rivales, aunque su promesa de levantar las impopulares restricciones impuestas por el presidente George W. Bush a los viajes y a las remesas a la isla fue cuidadosamente coordinada con las opiniones de de la Federación Nacional de Cubano-Estadounidenses (CANF), grupo de presión clave que sigue siendo fuertemente anticastrista y todavía apoya el embargo comercial, de ya 47 años.
De hecho, en un discurso en la CANF la primavera boreal pasada, Obama prometió mantener el embargo contra La Habana como una plataforma para promover el cambio político y económico en la isla.
Sin embargo, al mismo tiempo subrayó que procuraría la diplomacia con La Habana "sin condiciones". Si Cuba "da pasos significativos hacia la democracia, comenzando con la liberación de todos los prisioneros políticos, nosotros daremos pasos para normalizar las relaciones", afirmó el presidente electo.
En su viaje a Brasilia el mes pasado, Raúl Castro ofreció enviar unos 200 prisioneros citados por Washington y sus familias a cambio del regreso de cinco cubanos que fueron condenados de espionaje en Estados Unidos, y sugirió que su gobierno estaba dispuesto a "hacer un gesto por un gesto".
Además, señaló que Cuba estaba "dispuesta a hablar con el señor Obama donde y cuando él" decidiera, pero bajo una "absoluta igualdad de condiciones, como iguales, de igual a igual".
Desde la Cámara de Comercio de Estados Unidos (USCC) hasta la Oficina de Washington sobre América Latina, cada vez más grupos creen que es el momento oportuno para trabajar en serio por el acercamiento.
"A nivel interno, Obama le debe mucho menos a los cubano-estadounidenses de línea dura que el presidente Bush", según Erickson. "Ganó (en el sudoriental estado de) Florida sin necesitar una mayoría del voto cubano-estadounidense y, al final, ni siquiera necesitó ese estado para ganar las elecciones. Eso le da un espacio mucho más amplio de movimiento".
"El centro de gravedad político cambió desde la campaña, y hay mucho más espacio para levantar la prohibición a los viajes a Cuba para todos los estadounidenses y para involucrarse en formas nuevas y creativas con el gobierno cubano", dijo Stephens a IPS. "Espero que Obama evalúe estas oportunidades históricas y no se eche para atrás", agregó.
De hecho, desde las elecciones el 4 de noviembre, varias organizaciones llamaron a desmantelar el embargo. Dos semanas después de la victoria de Obama, una comisión interamericana de alto nivel formada por la Brookings Institution varios de cuyos miembros se espera ocuparán importantes puestos en el nuevo gobiernopidieron la inmediata eliminación de Cuba de la lista de países que promueven el terrorismo.
También exigieron el levantamiento de todas las limitaciones de viaje a la isla y el fin de las restricciones a la ayuda humanitaria, así como la reintegración de La Habana a todas las instituciones regionales y mundiales, como la OEA y el Banco Mundial, de las que fue excluida a instancias de Washington.
Dos semanas después, el Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC) divulgó una carta a Obama firmada por los jefes de prácticamente todas las grandes asociaciones estadounidenses de negocios, incluyendo la USCC y la Federación Nacional de Minoristas, llamando a un "completo levantamiento de todas las restricciones comerciales y de viaje a Cuba".
"Reconocemos que el cambio no vendrá todo de una sola vez, pero debe comenzar en alguna parte, y debe comenzar pronto", rezaba la misiva.
La NFTC también divulgó un informe sobre los pasos específicos que podría dar Obama para aliviar las restricciones sin procurar una ley en el Congreso, algunos de los cuales fueron citados en el nuevo informe del Centro para Democracia en las Américas de la semana pasada, incluyendo nueve áreas de cooperación, entre ellas búsqueda y rescate en casos de desastres naturales, exploración energética, salud y orden público.
La semana pasada, Freedom House, un fuerte grupo anticomunista que recibe sustancial apoyo financiero de Washington, llamó públicamente por primera vez a terminar con las restricciones a los viajes y remesas a Cuba.