«No sé cómo reaccionaré cuando vea por fin a mi padre. No lo sé », dijo la pakistaní Muneeza Paracha, de 26 años, hija de Saifullah Paracha, preso en la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, desde septiembre de 2004.
Muneeza está dominada por la incertidumbre a raíz del cierre supuestamente próximo de la cárcel que aloja a prisioneros capturados en la "guerra contra el terrorismo", prometido por el presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, quien asumirá el martes 20.
Malka, iletrada de 27 años, ya se prepara para dar la bienvenida a su marido, Abdul Rahim Ghulam, también preso en Guantánamo. "Escribió hace dos meses para anunciarnos que pronto regresará", dijo a IPS.
"Nos habíamos casados apenas dos años antes", recordó Malka. "Estaba embarazada de mi segundo hijo cuando él desapareció. Solo yo puedo saber cómo fueron estos siete años. Lo eché de menos cada día. Los niños han crecido y siempre me preguntan por su padre."
Los dos primeros años tras la captura, la mujer vivió con sus padres. Luego, se marchó a una casa propia y pidió ayuda a la comunidad para enviar a sus hijos a la escuela, con la esperanza de que Rabbani se sienta "orgulloso" de ver a sus hijos criados a su retorno.
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Cunden en Pakistán las especulaciones sobre un posible anuncio del cierre de la prisión en Guantánamo el propio día 20. El secretario (ministro) de Defensa, Robert Gates, encomendó a su equipo el diseño de un plan en ese sentido, según insistentes versiones.
Este mismo domingo se cumplirán siete años desde el día en que los primeros 20 prisioneros fueron conducidos de Afganistán a Guantánamo. Con el tiempo, llegaron a ser 779.
El hoy ex dictador militar pakistaní Pervez Musharraf, en su libro "En la línea de fuego", publicado en 2006, admitió que sus fuerzas de seguridad había capturado a 689 sospechosos de "terrorismo", de las cuales entregó 369 a Estados Unidos, lo cual le valió al país "millones de dólares" en ayuda económica.
Obama reiteró su compromiso de poner fin a la prisión a lo largo de toda la campaña electoral, e incluso antes. "Cerraremos Guantánamo y restauraremos el derecho al hábeas corpus", dijo en junio de 2007.
Pero en agosto de 2008 sugirió la instauración de mecanismos de "justicia rápidos y seguros" a los sospechosos de "terrorismo", en tribunales estadounidenses y mediante la aplicación de los códigos militares de su país.
Paracha es uno de los cuatro pakistaníes detenidos hoy en Guantánamo junto con Majad Khan y los hermanos Abdul Rahim y Muhammad Ahmed Ghulam Rabbani, según la estadounidense Institución Brookings.
Pero el portavoz del gobernante Partido del Pueblo de Pakistán, Farhatullah Babar, elevó esa cifra a cinco prisioneros. "Hemos urgido constantemente al gobierno estadounidense la entrega de esos detenidos", dijo el dirigente a IPS por teléfono desde Islamabad.
Consultado sobre el proceso de repatriación, la reunificación de las familias afectadas o la posible asistencia financiera y psicológica, Babar contestó: "No hemos entrado en esos pequeños detalles."
De todos modos, el dirigente explicó que, una vez que regresen, estarán unos pocos días "rindiendo cuentas" y luego, sencillamente, se los enviará a sus hogares.
En total, 248 detenidos están hoy radicados en Guantánamo. El Departamento (ministerio) de Defensa estadounidense informó que planifica someter a unos 80 a cortes marciales.
Otros 60 no podrán regresar a sus países de origen, pues allí corren peligro de sufrir torturas, encarcelamiento injustificado e incluso ejecución sumaria. Está prevista la libertad inmediata de otros 60, pero Muneeza no sabe si su padre figura entre ellos.
"Hemos tenido tantas esperanzas y las hemos perdido tantas veces A pesar de los anuncios de nuestro gobierno y de los planes de Obama, no puedo estar segura de que veré a mi padre aquí", dijo.
"Las prioridades de Obama pueden ser diferentes de las mías. No sé si podrá cerrar Guantánamo tan pronto como se instale en la Oficina Oval, e incluso una vez allí podría no serle fácil", agregó Muneeza.
Es más sencillo anunciar el cierre de la prisión que hacerlo efectivamente. El gobierno de Obama podría verse obligado a atravesar un mar de dificultades legales, diplomáticas, políticas y logísticas.
Se prevé que la clausura se procese a través de un decreto y que, una vez emitido, los prisioneros sean trasladados a prisiones en territorio de Estados Unidos, donde podrían ser acusados de delitos federales o previstos en las normas penales militares.
Uno de los problemas más espinosos es el de los 17 chinos pertenecientes a la etnia uighur, de religión musulmana, detenidos por fuerzas de seguridad pakistaníes hace siete años, luego de la invasión a Afganistán.
Ya no se los considera "combatientes enemigos" y deberán radicarse en Estados Unidos, pues ningún otro país los aceptará y temen ser perseguidos en China.
Mientras, Khalid Sheikh Mohammad es considerado uno de los más peligrosos y, con seguridad, será procesado en un tribunal federal estadounidense.
Diversas organizaciones de derechos humanos estadounidenses e internacionales le recordaron a Obama sus compromisos en una carta.
En ese sentido, le recomendaron cerrar la prisión en Guantánamo apenas se imponga en la presidencia y elevar de inmediato todos los registros sobre los prisioneros al Departamento de Justicia (fiscalía general).
De no hallarse evidencias contra un detenido, deberá ser repatriado a su país de origen, o enviado a un tercer país si en aquél corre riesgo de tortura, abuso o muerte, según las organizaciones.