Más allá de carencias, sueños incumplidos e incertidumbres, el sentido de independencia y soberanía de un pequeño estado situado geográficamente a poca distancia de la nación más poderosa del mundo surge como el mérito menos cuestionado de la Revolución Cubana, que acaba de cumplir medio siglo.
"Primero, (la Revolución) demostró que en América Latina era posible escapar de la órbita de Estados Unidos, luego, que una pequeña nación podía sobrevivir tras quedar a la deriva, sin potencia que la cobijara, como sucedió tras la desaparición de la Unión Soviética", dijo a IPS la joven teatróloga cubana Josefina Paredes.
En su opinión, en ello radica el legado que deja a las nuevas generaciones el proceso político que el 1 de enero llegó a su aniversario 50 y cuyos principales protagonistas han vivido enfrentados a todas las administraciones estadounidenses posteriores a 1959.
Sonia Benavides, una cubana de 28 años que estudia actualmente en Gran Bretaña, se confiesa nada condescendiente con lo que no tiene en el país que la vio nacer. Nos falta "libre albedrío, posibilidad de pensar con otro color, de seguir la ideología del Feng Shui (práctica tradicional de la cultura china) si así lo quiero", subrayó
Sin embargo, cree que de no mediar la Revolución, esta isla caribeña sería "una república bananera donde la ley sería el dinero americano, los amos americanos, la ideología americana". Por eso, desde fuera de Cuba, se siente "el orgullo de ser diferentes, corajudos, reconocidos por decirle no a los vecinos del norte", afirmó.
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Desde su experiencia personal, considera que la Revolución deja a los jóvenes cubanos "el infinito placer de decir con la boca medio virada en pleno invierno inglés, I'm from Cuba y observar los rostros de asombro, extrañeza, curiosidad, admiración
Si, admiración".
"Y eso, cuando estás rodeada de personas que vienen desde el Tibet hasta Groenlandia, te da un especial sentido de individualidad. Es una reacción que solamente Cuba provoca. Deja otra revolución por delante", sentenció Benavides vía correo electrónico desde Londres.
Del lado opositor, Manuel Cuesta, portavoz de la agrupación de corte moderado Arco Progresista, considera que lo "único bien logrado" en este medio siglo de historia "tiene que ver con el ciclo de la independencia y soberanía" de Cuba. "Este problema histórico fue cerrado con la Revolución", comentó a IPS.
En ese sentido, estima que ese consenso en torno a la independencia y soberanía es importante para lograr lo que, en su opinión, "está por hacer", como completar la nación en términos de integración racial, democratizar la política y avanzar hacia "un nuevo pacto social" sin el cual Cuba "no podrá reencontrarse y proseguir".
Pero el consenso también será necesario ante la llegada a la Casa Blanca del primer presidente estadounidense nacido después de 1959, en plena era revolucionaria cubana, y perspectivas ciertas de cambio en cinco décadas de confrontación entre Washington y La Habana.
Barack Obama, quien asume la presidencia de Estados Unidos el 20 de este mes, habló en su campaña electoral de una posible "diplomacia directa" con Cuba y prometió, en un plazo al parecer más inmediato, eliminar restricciones al envío de remesas de dinero a familiares y los viajes de cubano-americanos hacia la isla caribeña,
Las autoridades cubanas parecen percibir que una distensión real y perdurable con el "enemigo ideológico" implica todo un reto para una sociedad integrada en 70 por ciento por personas nacidas en la era revolucionaria y no siempre convencida de los "males" del capitalismo.
Si Obama cumple su promesa, "nacerá una nueva etapa en el combate ideológico entre la Revolución Cubana y el imperialismo", en la cual "será necesario el diseño de una nueva concepción teórica y propagandística acerca de nuestras ideas y su origen", alertó Armando Hart, figura histórica del proceso liderado por Fidel Castro, en un artículo sobre el tema.
Similar preocupación pareció gravitar en la celebración por el 50 aniversario de la Revolución Cubana, cuando el presidente Raúl Castro pidió a los dirigentes del futuro a no sucumbir ante "los cantos de sirena del enemigo", permanecer unidos junto al pueblo y aprender de "la historia".
"Corresponde a la dirección histórica de la Revolución preparar a las nuevas generaciones para asumir la enorme responsabilidad de continuar adelante con el proceso revolucionario", dijo Castro en su discurso del 1 de enero en Santiago de Cuba.
Un día antes, en entrevista otorgada a la televisión cubana, el mandatario había reiterado la postura de su gobierno ante una eventual diálogo con la nueva administración estadounidense. "( ) el día que quiera discutir, discutimos, en igualdad de condiciones, ( ) de igual a igual", dijo Castro, quien subrayó además que no habrá "gestos unilaterales".
Mientras llega el momento del acercamiento con el vecino, el gobierno cubano trabajó fuerte en 2008 por estrechar sus relaciones con amigos tradicionales como China y Rusia, por disminuir las tensiones con la Unión Europea (UE) y por su reinserción definitiva en América Latina y el Caribe a partir del ingreso al Grupo de Río, el principal foro político regional.