Mientras la tensión entre India y Pakistán aumenta, una nueva coalición afín a Nueva Delhi asume el gobierno del estado indio de Jammu y Cachemira, un territorio clave en las históricas disputas entre los dos países vecinos.
Poco después de asumir como jefe del gobierno del estado, el líder del partido Conferencia Nacional (CN), Omar Abdullah, anunció su plan de iniciar "un proceso de diálogo significativo" con miembros de la separatista Conferencia Hurriyat y otros dirigentes cachemires.
Los separatistas "deben haberse dado cuenta de que el diálogo es la única manera de avanzar", dijo Abdullah a la prensa este martes. "Estoy deseoso de hablar con ellos", agregó.
Con 28 de los 87 escaños de la Asamblea de Jammu y Cachemira, la CN encabezará el gobierno junto con el centroizquierdista Partido del Congreso, que controla el Poder Ejecutivo nacional y consagró a 17 legisladores.
Observadores consideran que se abre una oportunidad de redefinir la política local, pues las urnas revelaron la hostilidad de la ciudadanía hacia la insurgencia armada.
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Separatistas que rechazan la vía violenta habían realizado protestas pacíficas a mediados del año pasado.
Los de línea dura promovieron el boicot a las elecciones. "Celebrar comicios en Cachemira es inútil hasta que el problema se resuelva de acuerdo con los deseos del pueblo cachemir", dijo el dirigente separatista Syed Ali Shah Geelani.
Casi todos los separatistas de esa corriente fueron detenidos, en prisión o en sus domicilios, mientras transcurría el proceso electoral de siete fases, entre el 17 y el 24 de diciembre. Las autoridades también impusieron varios toques de queda para mantener el orden.
En los años que lleva el conflicto armado, "el pueblo cachemir nunca mostró tanta fe en las elecciones, y participaron en grandes cantidades", dijo a IPS el profesor universitario Mohammad Wani. "Ésta es la más asombrosa de las elecciones."
"Hubo dos manifestaciones. Una, contra la transferencia de terrenos a un santuario hindú, es decir, contra India. Y la segunda fue para reafirmar la fe en la democracia", recordó Wani.
"En la primera pusieron a prueba a las fuerzas de seguridad al realizar una protesta masiva y pacífica. Pero luego ignoraron a los dirigentes no violentos al convocar el boicot", explicó el académico.
"Los moderados se han dado cuenta de que la ciudadanía está predispuesta a votar por gobernanza y desarrollo, y los separatistas no tienen recursos para satisfacer esa demanda", añadió.
Uno de los separatistas no violentos más respetados, Mirwaiz Umar Farooq, dijo a IPS que la gran concurrencia a las urnas no supone la caída de la popularidad de su causa.
"La gente tiene problemas relacionados con la infraestructura, como la falta de electricidad y de agua potable. No me sorprende que hayan votado por la solución de los problemas cotidianos", evaluó Farooq.
La Comisión Electoral de India calculó que sufragaron en Cachemira 60 por ciento de los votantes habilitados.
"Es preciso recordar que las elecciones derivaron en un gobierno local que sustituye la administración directa en manos de Nueva Delhi que rigió durante cuatro meses. Pero se celebraron de modo justo. De todos modos, no hay espacio para la autocomplacencia por parte de India", dijo el analista Wani.
El proceso de diálogo hoy en curso entre India, Pakistán y Cachemira ayudó a reducir la violencia y la influencia de actores no estatales (es decir, insurgentes armados).
India y Pakistán se enfrentaron en dos guerras por Cachemira antes de independizarse del Imperio Británico en 1947. Los dos países, que poseen armas nucleares desde 1998, se embarcaron en 2004 en un proceso de diálogo que peligra por los atentados extremistas de noviembre pasado en Mumbai (ex Bombay).
"Últimamente, las cosas han corrido en beneficio de la posición de Nueva Delhi", dijo Wani. "En lo regional, logró mantener su presencia en Afganistán y un gobierno amistoso con India fue elegido en las urnas en Bangladesh."
La Liga Awami de la primera ministra bangladesí Sheik Hasina Wajed, tradicionalmente pro-india, logró una victoria abrumadora en las elecciones. La dirigente se comprometió a reprimir a grupos armados cachemires supuestamente protegidos por su predecesora, Khaleda Zia.
Pero India aún no se libró del problema separatista.
"Hay hoy 800 combatientes, incluidos 300 extranjeros, en el valle de Cachemira", dijo el director de policía del estado, Kuldeep Khuda.
Entre 1989 y 2007, murieron 690 personas a causa de la violencia política, según estadísticas oficiales.
"Creo que habrá menos divergencias entre el campo pro-indio y el separatista, pues la ciudadanía ya ha obligado a los políticos a atender las realidades sobre el terreno", sostuvo Wani.