El venerado rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, se ganó en 60 años en el trono el corazón de sus súbditos por su sabiduría paternal. Él es quien tercia cuando el país sucumbe en el conflicto. Su era parece haber llegado a su fin.
Este viernes quedó claro que ya no podrá desempeñar más ese papel. En lugar del tradicional discurso que suele realizar en la víspera de su cumpleaños, el 5 de diciembre, hubo silencio.
En los últimos años, sus discursos versaron sobre los perjuicios del cigarrillo, el narcotráfico y la libertad de expresión. Nadie está libre de ser criticado, ni siquiera el mismísimo Rey, dijo entonces.
La reacción popular ante el silencio del monarca en la víspera de su cumpleaños 81 combinó estupefacción, preocupación y lágrimas. Esos sentimientos se exacerbaron porque los tailandeses se ven obligados a aceptar que Bhumibol está enfermo en el crepúsculo de su vida.
Su silencio del jueves tuvo que ver con una bronquitis y una inflamación del esófago.
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El humor sombrío tuvo que ver con algo más: muchos tailandeses aguardaban sus palabras a raíz de la crisis política que aqueja al país desde hace más de seis meses, dejándolo al borde del caos. El repentino silencio de Bhumibol, por primera vez en 60 años, acentuó el pesimismo de la gente.
"Estoy muy preocupado porque nunca había pasado antes", dijo Maneerat Chuenchailek, gerente de programación de una compañía de electrónica. "Antes, sin importar nada, el Rey daba su discurso de moral y valores ajustados a la realidad del país. Los tailandeses siempre esperan sus palabras de guía."
Los mismos sentimientos expresados en Bangkok se vieron en la septentrional ciudad de Chiang Mai. Algunos lloraron al enterarse, alrededor de las seis de la tarde, que el Rey no iba a hablar en la ceremonia de su cumpleaños.
"Estábamos esperando su discurso y nos enteramos de la mala noticia. La gente quedó estupefacta y con una sensación de pérdida. Conozco personas que hasta lloraron", relató Kingkan Kaewfun, secretaria ejecutiva de una empresa de tecnología de la información.
"Este año, especialmente, esperábamos sus palabras por los problemas políticos", añadió. "Teníamos la esperanza de que ayudara a aliviar la tensión entre los tailandeses."
La prensa reflejó esos sentimientos.
"El deseo y la ansiedad con que se esperaban sus palabras fueron más fuertes este año por la crisis política en la que está envuelto el país, quizá la peor de su historia", señaló el periódico en inglés The Nation este viernes.
Las expectativas de la gente se originan en una tendencia que se enraizó en Tailandia en las últimas décadas. El discurso del Rey es "la toma de posición de la máxima autoridad del país", explicó Thanet Aphornsuvan, decano de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de Thammasat, de Bangkok.
En vez de Bhumibol, hablaron desde el palacio real de Dusit el príncipe heredero, Maha Vajiralongkorn, y una de sus hijas, la princesa Maha Chakri Sirindhorn. Sus discursos fueron formales y se limitaron a aceptar los deseos de cumpleaños para el monarca y una breve explicación sobre su salud.
No hubo ni siquiera una alusión a la opinión que pudiera tener Bhumibol acerca de la situación política del país.
Pero la aparición de Vajiralongkorn, en lugar de su padre, tuvo una fuerte carga simbólica en este país de 65 millones de habitantes.
Ese fue otro indicio de que los tailandeses tendrán que acostumbrarse a un nuevo reinado.
El príncipe, de 55 años, ya hizo algunas apariciones públicas de importancia, como presidir la apertura de una nueva sesión parlamentaria. A mediados de noviembre, también desempeñó un papel destacado en la ceremonia realizada en el funeral de la hermana del Rey.
Vajiralongkorn tiene una tarea titánica por delante si sucede a su padre, que asumió el trono en 1946.
En seis décadas, Bhumibol logró transformar la monarquía en una de las instituciones más importantes de este país de Asia sudoriental y ganarse el corazón de sus súbditos gracias a proyectos de ayuda a los pobres rurales, mediante nuevos planes de irrigación y agricultura y la implementación de una técnica para provocar lluvias.
El descalabro político y la democracia "desprolija", con 18 golpes de Estado y 24 gobiernos que no llegaron al fin de su mandato, salvo uno, contrastó con la situación de la monarquía, que recorrió un oasis de calma de la mano de Bhumibol.
El mundo se asomó a la política tailandesa y conoció su particularidad en 1992, cuando Bhumibol intervino para restaurar la paz tras enfrentamientos sangrientos entre el dictador militar y el líder del movimiento pro-democrático.
Ése era el papel que los tailandeses esperaban que desempeñara el Rey en esta oportunidad: calmar la tensión política. Hay fuertes indicios de que el pulso entre la oposición de derecha y los partidarios del gobierno, que se inició el martes cuando la Corte Constitucional proscribió al partido gobernante, está lejos de terminarse.
Los manifestantes de derecha organizaron una protesta a principios de mayo, tomaron por la fuerza la oficina del primer ministro y luego cinco aeropuertos, paralizando al ahora proscrito Partido del Poder Popular (PPP), que llegó al gobierno por voto popular en diciembre de 2007.
El sitio de una semana al aeropuerto internacional de Bangkok, que comenzó el 25 de noviembre, significó un duro golpe al turismo, la aviación y a las importaciones y exportaciones, e hizo que Tailandia pasara a integrar la comunidad de países disfuncionales.
Hay otros hechos que indican que el país va rumbo a una guerra civil.
Milicias de derecha, armadas con revólveres, palos de hierro y garrotes de madera arremetieron contra los partidarios del PPP y, en represalia, fueron atacados con bombas y granadas, lo que dejó varias personas muertas y una veintena de heridos.
"Hubiera sido el discurso más difícil de hacer en un momento en que los tailandeses están muy distanciados", señaló Thitinan Pongsudhirak, politólogo de la Universidad Chulalongkorn, de Bangkok. "Los tailandeses siempre han esperado que el Rey sea su salvador."
"Quizá lo que ocurrió le jueves sea una oportunidad para que los protagonistas resuelvan sus propios problemas", apuntó. "Lo que tienen que hacer es aceptar y ceder a las demandas mutuas".