Una enfermera del Hospital General de esta ciudad iraquí le exigió a Ahmed Ali, coautor de este artículo, un soborno para atender a su bebé enfermo. Muy difícilmente sea éste un caso excepcional.
Cada vez más pacientes en todo Iraq hablan de que trabajadores de la salud cobran coimas para cumplir sus funciones.
"Las enfermeras en los hospitales iraquíes no son ángeles de misericordia. Cuidan sus bolsillos, no al paciente", dijo a IPS Falah Najim, quien estuvo internado en el principal hospital de Baquba, 40 kilómetros al noreste de Bagdad.
Las coimas en el sector de la salud están presente por lo menos desde fines de la década pasada, durante los difíciles días de las sanciones impuestas luego de la primera Guerra del Golfo en 1991. Desde la invasión de 2003, la situación parece haber empeorado, como todo lo demás en el país.
"La medicina ha dejado de ser una profesión de misericordia y ha pasado a ser una profesión sólo para hacer dinero", dijo a IPS Abdalá Najeeb, comerciante de Baquba.
[related_articles]
La escasez de trabajadores de la salud también ha agravado el problema. Más de la mitad de unos 36.000 funcionarios que se encontraban en el país en momentos de la invasión estadounidense, incluyendo médicos, enfermeros y otros trabajadores, han emigrado.
"Es muy difícil ver un médico en un hospital o en una clínica", dijo a IPS Sabay Ismail, empleado de un sanatorio.
Las historias de mala atención en los hospitales son cada vez más comunes.
"Pasé una noche en el hospital público sin aire acondicionado", dijo a IPS la madre de un bebé, quien prefirió no dar su nombre. "Mi bebé pasó sudando toda la noche por el calor. El médico residente vino a verlo sólo una vez. Me lo llevé y no completamos el tratamiento. Luego no pude encontrar ningún buen tratamiento médico, ni siquiera en hospitales privados. El bebé murió por culpa de su negligencia", contó.
"Hay dos hospitales públicos en Baquba, uno para los niños y niñas y otro es general", explicó a IPS un funcionario de la Dirección Nacional de Salud de la oriental provincia de Diayala, quien prefirió mantenerse en el anonimato. En ambos, dijo, "seguimos sufriendo una escasez de doctores".
"Veinte mujeres embarazadas pueden encontrar sólo un médico que los ayude a parir a sus hijos en un espacio de una o dos horas", dijo a IPS el esposo de una embarazada. "Cientos de personas que van al hospital pueden encontrar un empleado o una enfermera, pero no un médico", añadió.
Los pocos médicos que quedan son en su mayoría residentes o jóvenes graduados. Los especialistas y los profesionales con más experiencia se han ido del país hace tiempo.
Los que no han emigrado hacen lo que pueden en hospitales mal equipados. "El gobierno tiene fondos y proyectos para renovar y equipar los hospitales, pero los acuerdos son hechos entre contratistas y políticos", dijo a IPS un funcionario de salud provincial.
Amer Al Khuzaie, ex viceministro de Salud de Diyala, explicó a IPS que en 2005 su cartera había recibido 1.000 millones de los 18.600 millones de dólares dados por Estados Unidos para la reconstrucción de Iraq.
Pero el Ministerio de Salud no tiene control sobre los fondos, añadió. En cambio, la agencia estadounidense Usaid concedió contratos a corporaciones extranjeras, que no hicieron las inversiones esperadas.
El mayor problema es la corrupción. A fines de 2007, políticos chiitas, alineados con el clérigo Muqtada Al Sadr, tomaron control del Ministerio de Salud. Nada del presupuesto se ha visto en los hospitales. "Sólo pintan las paredes", dijo Bahira Aboud, residente de Baquba.
Los hospitales privados tienen sus propios problemas. "Hace dos meses, mi hija de dos años tuvo que ser operada de las amígdalas", contó Abul Amir Mahood, otro habitante de la ciudad. "Después de que le dieron anestesia, la electricidad se cortó. No tenían generador. Esperé a que mi hija recobrara la conciencia para llevarla de regreso a casa".
El Ministerio de Salud acaba de informar un brote de cólera. Esto asustó a muchos residentes de Baquba, porque los hospitales locales no están equipados para enfrenar la enfermedad.
En Baquba, como en muchas otras ciudades, la mayoría de las clínicas establecidas están cerradas. Algunos doctores ven a los pacientes en sus casas, que se han convertido en sanatorios improvisados.
(*Ahmed, nuestro corresponsal en la provincia de Diyala, trabaja en estrecha colaboración con Dahr Jamail, especialista en Estados Unidos sobre Iraq).