RACISMO-EUROPA: Recrudece el extremismo antigitano

Suena la voz de alarma en Europa central: la crisis económica se hace sentir y el extremismo aumenta, expresado en el apoyo popular a las políticas gubernamentales contra la comunidad gitana.

El colapso de los derechos sociales en la región tras el fin de los regímenes comunistas perjudicó especialmente a los romaníes, una minoría que se cree llegó a esta región procedente de India en el siglo XIV.

Hay muchos prejuicios contra los gitanos en Europa central, pero hasta ahora ninguna fuerza política había intentado malquistar a la población con esa comunidad. Los extremistas vieron en la crisis una oportunidad para alimentar el odio racial.

"El problema gitano no crea divisiones políticas. Es algo de todos los días para izquierdistas y derechistas. Los extremistas tratan de aprovecharse para ganar cierto poder fuera de la política", explicó a IPS el antropólogo húngaro Gergo Pulay.

Eso es lo que ocurre con la Guardia Húngara, organización cuasi-paramilitar, creada en agosto de 2007, cuyos alrededor de 2.000 miembros reciben entrenamiento físico, prometen preservar las tradiciones húngaras y proteger a los ciudadanos.
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Extremistas checos siguieron el mismo camino y crearon en octubre la asociación Guardia Nacional, también con unos 2.000 miembros.

Las condiciones están dadas para una espiral de violencia. Los extremistas acusan a la policía de su país de no proteger a los ciudadanos de los "delitos perpetrados por gitanos", en tanto miembros de la comunidad romaní dijeron estar dispuestos a crear sus propias milicias para protegerse.

La Guardia Húngara organizó varias marchas provocadoras en asentamientos romaníes que coincidieron con ataques contra la comunidad.

Los romaníes constituyen seis por ciento de los 10 millones de húngaros.

En noviembre, desconocidos mataron a dos adultos y causaron heridas a dos menores al lanzar granadas contra una vivienda romaní en Pecs, 250 kilómetros al sur de Budapest. La policía húngara fue criticada por descartar el odio racial entre los motivos antes de iniciar la investigación. Luego, debió retractarse.

Ese tipo de incidentes comienzan a ser familiares para los checos, tras varios enfrentamientos entre extremistas y romaníes en la urbanización Janov, en la septentrional ciudad checa de Litvinov.

Miembros del Partido de los Trabajadores, de extrema derecha, invadieron un caserío de la comunidad romaní el 17 de noviembre. Hubo un enfrentamiento entre ellos, las fuerzas del orden y la población local con cócteles Molotov y vehículos policiales incendiados.

La gente quedó horrorizada por el gran apoyo que recibieron los extremistas de personas mayores, lo que muestra que no están aislados. Impulsados por el respaldo de la población local, la extrema derecha checa anunció más acciones.

Hay unos 300 guetos de la comunidad romaní en República Checa. Muchos surgieron tras una serie de desalojos. Alrededor de 80.000 gitanos de esos suburbios no tienen empleo, dependen de la seguridad social y carecen de centros educativos.

Suelen mudarse a edificaciones de mejor calidad, pero más alejadas, lo que dificulta su integración a la sociedad.

Los residentes de los barrios donde los reubican suelen tenerles miedo y se muestran aprehensivos, sentimientos avivados por muchos políticos que expresan a todas luces sus opiniones contra los gitanos.

"Estoy totalmente asqueado por los últimos acontecimientos en Litvinov y, en especial, por la falta de reacción de los políticos checos", declaró en noviembre Cyril Koky, del consejo gubernamental de asuntos romaníes.

Los políticos de la región y, en especial, los de República Checa, no han reaccionado con dureza ante los incidentes de odio racial contra los gitanos, los que recibir críticas por depender del bienestar social y porque algunos los consideran una comunidad sobreprotegida por el extinto régimen comunista.

"Si gozan de beneficios sociales y no trabajan, es probable que sigan robando", dijo a IPS Istvan Kovacs, uno de los pocos manifestantes dispuesto a hablar con la prensa en una de las protestas organizadas por extremistas en Budapest.

Él negó que las expresiones antisemitas y contra los gitanos en boca de jóvenes fueran fundamentalmente racistas. "Sólo necesitamos ayudarlos a ser mejores húngaros", señaló con una sonrisa gentil.

La Guardia Húngara negó su participación en los últimos incidentes violentos contra la comunidad romaní. La organización se vanaglorió de contar con algunos judíos y gitanos entre sus miembros.

Además, entregó algunos regalos de Navidad a niños y niñas gitanos para deslindarse de las acusaciones de racismo.

La extrema derecha comienza a desprenderse de sus símbolos nazis, los que cambia por imágenes y patrones ideológicos más nacionalistas, en tanto aumenta la cooperación internacional con movimientos extranjeros afines.

En una región donde la izquierda quedó estigmatizada por no saber lidiar con la herencia socialista, el sentimiento antiglobalización adoptó la forma del nacionalismo. Sus partidarios acusan a los políticos locales de vender las propiedades estatales a las corporaciones multinacionales.

Las autoridades de los países de la región prometieron controlar las actividades de organizaciones extremistas, en particular las paramilitares, pero éstas se han vuelto especialistas en sortear la ley. Los puntos débiles en la legislación hacen que incluso puedan burlar fácilmente una prohibición.

Además, las organizaciones extremistas de Hungría intimidan a sus opositores y publica nombres completos, teléfonos y direcciones de abogados, jueces y periodistas que se interponen en su camino.

En Eslovaquia, un partido de extrema derecha se las ingenió para formar parte de la coalición gobernante en 2006 y, desde entonces, los delitos raciales aumentaron de forma exponencial, lo que algunas personas consideran una legitimación estatal de la xenofobia.

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