Washington y Bagdad firmaron un acuerdo de seguridad a comienzos de este año que permitirá la presencia militar estadounidense hasta tres años más.
Pero, mientras las autoridades iraquíes elogiaron el pacto como "el comienzo del fin" a la ocupación, observadores egipcios, como muchos de la oposición en Iraq, sostienen que el documento simplemente responde a intereses estratégicos de Estados Unidos.
"El pacto refleja el equilibrio de poder, y por tanto está totalmente entre los intereses de Estados Unidos", dijo a IPS el politólogo Ahmed Thabet, de la Universidad de El Cairo. "Le provee cobertura formal para la continuación de la ocupación en Iraq y deja toda la toma de decisiones, y por tanto el destino del país, en manos estadounidenses".
Después de meses de pujas entre el gobierno en Bagdad, respaldado por Estados Unidos, y los grupos opositores iraquíes, el acuerdo fue formalmente firmado el 14 de este mes por el saliente presidente George W. Bush y por el primer ministro Nouri Al Maliki.
El pacto fija el comienzo del repliegue gradual de las tropas estadounidenses de las ciudades iraquíes para junio del año próximo y la completa salida del país para el 1 de enero de 2012.
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Además del plazo, el tratado impone restricciones a las operaciones militares en Iraq y concede a Bagdad un grado de jurisdicción legal, bajo ciertas condiciones, sobre las tropas estadounidenses.
Mientras portavoces del gobierno iraquí defendieron el pacto, elogiándolo como un paso hacia la eventual salida de todas las tropas extranjeras en el país, los grupos de oposición lo condenaron.
El líder chiita iraquí Moqtada al Sadr, cuyos seguidores realizaron furiosas manifestaciones contra el acuerdo, lo llamaron "pacto de vergüenza y de degradación".
En Egipto, un importante aliado árabe de Estados Unidos, hubo silencio oficial. Comentadores egipcios independientes, sin embargo, no demoraron en criticar el documento, que según ellos no es otra cosa que una cobertura política para perpetuar la ocupación.
"El acuerdo es simplemente una continuación formal de la larga ocupación estadounidense y en última instancia permitirá a las tropas permanecer en Iraq en forma indefinida", dijo a IPS el general retirado del ejército Gamal Mazloum, experto en asuntos militares.
Pero lo más importante, sostuvo Mazloum, es que el pacto no hace un llamado claro ni definitivo a la completa retirada de las tropas estadounidenses para el 1 de enero de 2012.
"Los términos del acuerdo son ambiguos y contienen varios posibles vacíos legales", alertó. "Aunque establece que la presencia militar es temporal, hay varias estipulaciones que podrían permitir extender el mandato".
"Los funcionarios de gobierno dijeron que el pacto representa el comienzo del fin de la ocupación militar estadounidense en Iraq, pero al mismo tiempo afirman públicamente que las fuerzas estadounidenses podrían necesitar otros 10 años", añadió Mazloum.
El 11 de diciembre, un portavoz de Al Maliki le habría informado al Departamento de Defensa de Estados Unidos que las fuerzas de ocupación podrían ser requeridas para proveer seguridad a Iraq por otra década. "Las fuerzas militares iraquíes no van a ser construidas en tres años. Necesitamos más años. Podrían ser 10", habría dicho.
Sin embargo, días después, el primer ministro insistió en que los comentarios del portavoz "no representaban al gobierno iraquí".
Thabet también expresó serias dudas sobre la posibilidad de una plena retirada estadounidense en los próximos tres años, señalando los últimos llamados del Departamento de Defensa para establecer bases militares permanentes en todo Iraq.
"En este caso, Estados Unidos podrá decir que se retiró mientras a la vez mantiene sus centros de comando estratégicos desde donde pude forzar sus políticas al gobierno y al pueblo iraquí", señaló.
El 13 de diciembre surgieron temores de que el pacto no sería respetado por Estados Unidos, cuando el comandante de las fuerzas de la coalición, Raymond Odierno, anunció que sus "equipos de entrenamiento" permanecerían en las ciudades iraquíes después del 30 de junio.
El acuerdo fue oficialmente aprobado por una estrecha mayoría en el parlamento iraquí el mes pasado. Sin embargo, críticos sostienen que carece de respaldo público. A la vasta mayoría de los iraquíes les gustaría ver una rápida retirada de todas las tropas extranjeras.
"Washington elaboró el plan de seguridad con el gobierno en Bagdad, no con el pueblo iraquí", dijo Thabet. "Y los únicos iraquíes que se beneficiarán de él son esos individuos y los partidos políticos, sean sunitas, chiitas o kurdos, que trabajan por los intereses de Estados Unidos".
Thabet añadió que, casi seis años después de la invasión liderada por Estados Unidos, todavía hay una "enorme oposición popular" a la presencia de tropas extranjeras en el país. "La ocupación no benefició a nadie, excepto a los así llamados expatriados iraquíes que cooperan con los planificadores de la guerra en Washington y Londres", sostuvo.