Sin dudas, los problemas económicos serán el tema central de las elecciones presidenciales del año próximo en Irán. Pero los candidatos intentarán vincular la economía con las relaciones con Occidente, según observadores.
En el marco de la fuerte lucha política interna de los últimos tres años, se espera que el presidente Mahmoud Ahmadineyad y su futuro oponente intenten culparse entre sí por las sanciones financieras de Occidente.
El candidato opositor, que se espera surja de filas más moderadas, seguramente acuse a Ahmadineyad de haber expuesto a Irán a la crisis económica al administrar mal las relaciones con Europa, mientras que el actual mandatario acusará a su rival de conspirar con Occidente para intensificar las sanciones económicas.
Estos probables temas de campaña reflejan la profunda división dentro del régimen islámico, entre quienes creen que las relaciones económicas y políticas normales con Occidente son vitales para el futuro y quienes desdeñan esas relaciones por considerar que violan los valores de la Revolución Islámica (1979).
Parece seguro que Ahmadineyad se postulará de nuevo, aunque ha perdido apoyo entre los ultraconservadores, que temen sea culpado por la baja en los precios del petróleo y por las dificultades económicas que se pronostican para los próximos meses, según Amir Mohebbian, un estratega político conservador y editor gerente del Arya News Service.
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Los conservadores moderados, liderados por el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanyani (1989-1997), y los reformistas, liderados por el ex presidente Mohammad Jatami (1997-2005), intentan ponerse de acuerdo en un "candidato de unidad nacional" que se postule contra Ahmadineyad.
Ahora Rafsanyani apoya a Jatami como candidato, según entrevistas que IPS mantuvo con el alto consejero del primero, Mohammad Atrianfar, y con el ex vicepresidente del segundo, Mohammad Ali Abtahi.
Pero todavía no está claro si Jatami surgirá efectivamente como el candidato de la oposición.
Los oponentes de Ahamdineyad, así como algunos críticos conservadores, creen que se encontrará políticamente vulnerable a causa del calamitoso estado de la economía.
Mohebbian, quien en el pasado apoyó a Ahmadineyad pero ahora busca un abanderado conservador diferente en las elecciones, dijo que el presidente había "aumentado las expectativas de la gente" en base a "un buen precio del petróleo".
Ahora que los precios del petróleo cayeron por debajo de 50 dólares el barril de 159 litros y se espera que permanezcan así por meses, "la brecha entre las expectativas y la realidad crea insurgencia", dijo Mohebbian.
La economía iraní, que ya tenía problemas estructurales serios de larga data, ha ido en picada desde la caída de los precios del petróleo, y empeorará en los próximos meses, según el economista y analista político Saeed Laylaz.
Laylaz dijo a IPS que la industria de la construcción de viviendas, que ha absorbido a cientos de miles de trabajadores, está por frenarse como resultado de la crisis financiera.
A su vez, eso podría aumentar el desempleo a incluso un millón más de lo que existía al final del periodo de Jatami, según Laylaz.
Es probable que la inflación empeore en los próximos meses también, causando una insatisfacción popular cada vez mayor, dijo.
Atrianfar, el asesor de Rafsanyani, dijo creer que Ahmadineyad será vulnerable en materia económica porque ha mentido sistemáticamente sobre los niveles actuales de las exportaciones, los puestos de trabajo y la inflación.
El ex vicepresidente Abtahi sostuvo que la cuestión de las sanciones internacionales y las tensiones subyacentes serán centrales en los comicios, y expresó confianza en que "la gente apoyará a un candidato que puede reducir esas tensiones".
Críticos de Ahmadineyad, tanto reformistas como conservadores moderados, lo han atacado reiteradamente por lo que describen como errores diplomáticos que condujeron a sanciones económicas más severas de Occidente.
Desde que asumió el poder, en agosto de 2005, Ahmadineyad reemplazó a todos los funcionarios que habían estado involucrados en esfuerzos por negociar con los europeos sobre el programa nuclear durante los gobiernos de Rafsanyani y Jatami.
Rafsanyani y otros conservadores moderados denunciaron que las sucesivas rondas de sanciones del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas fueron el resultado del comportamiento insensato de Ahmadineyad.
Pero se espera que el presidente vuelva el tema de las sanciones contra sus oponentes alegando que su gobierno defendió la independencia de Occidente mientras sus oponentes de los gobiernos de Rafsanyani y Jatami alentaron activa o pasivamente a los estados europeos a aumentar las presiones económicas sobre Irán para que abandonara su programa de enriquecimiento de uranio.
Ahmadineyad y sus seguidores calificaron de relaciones traicioneras los contactos de ex funcionarios que negociaron con los gobiernos europeos y la Agencia Internacional de Energía Atómica con sus contrapartes europeas.
El caso más notorio fue la acusación contra Hossein Mousavian, ex embajador ante Alemania y luego subsecretario del Supremo Consejo de Seguridad Nacional y miembro del equipo negociador de Irán sobre el programa nuclear.
Tras ser destituido por Ahmadineyad, Mousavian fue particularmente manifiesto en criticar la postura diplomática del presidente. Mousavian fue arrestado en mayo de 2007 por cargos de espionaje, y luego acusado de haber dado información clasificada a la embajada británica.
Incluso después que un tribunal de Teherán lo halló inocente de los cargos en noviembre de 2007, Ahmadineyad alegó que Mousavian era culpable y acusó a sus oponentes de haber presionado al juez para que lo absolviera.
Aunque el Ministerio de Inteligencia hizo pocas declaraciones públicas sobre el caso de Mousavian, la acusación de que había colaborado activamente con los británicos para facilitar sanciones contra Irán fue difundida por una nueva red de sitios web ultraconservadores, en base a rumores sin sustento.
Atrianfar observó que, incluso ahora, Ahmadineyad continúa sosteniendo que Mousavian es culpable. Este es sólo el caso más visible en un plan más amplio de retratar como traidores a los involucrados en los esfuerzos para mejorar las relaciones con Occidente, según Atrianfar.
"Hay muchos ejemplos de acusaciones como la de Mousavian sobre las relaciones con Occidente", sostuvo.
El ex vicepresidente Abtahi espera que Ahmadineyad y sus aliados políticos de línea dura continúen explotando la acusación de que moderados y reformistas alentaron a los europeos a aumentar las sanciones económicas contra Irán.
"Nuestros oponentes intentan debilitarnos aprovechándose de conceptos como la independencia para acusarnos de ser pro-occidentales", dijo Abtahi en una entrevista.
"Los conservadores siempre nos acusan de ser indulgentes hacia Occidente y de hacerle concesiones", agregó.
Abtahi admitió que la línea ultranacionalista de Ahmadineyad apela a su base política fuera de las grandes ciudades y que un reclamo de Estados Unidos para poner fin al enriquecimiento de uranio sólo juega políticamente en manos de Ahmadineyad.
"Desde esta perspectiva, uno puede considerar (que esa demanda estadounidense es) una gran ayuda para Ahmadineyad", dijo.
Las políticas estadounidenses abiertamente hostiles hacia Irán alentaron a los partidarios ultraconservadores en la primera prueba electoral desde que Ahmadineyad se convirtió en presidente, según Abtahi.
Citó los esfuerzos del gobierno de George W. Bush para congregar a los regímenes árabes de la región contra Irán en las semanas anteriores a las elecciones parlamentarias de marzo de este año. "Los periódicos conservadores se aprovecharon de eso y la política de Bush perjudicó los comicios parlamentarios iraníes", recordó.
El Frente Unido Principalista, pro-Ahmadineyad, obtuvo el mayor bloque de escaños parlamentarios (90 de 290). Ese resultado electoral probablemente confirmó para Ahmadineyad la efectividad de una estrategia electoral ultranacionalista contra sus oponentes reformistas y conservadores moderados.
* Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad nacional de Estados Unidos. Acaba de terminar una visita de 12 días a Irán en la que investigó la posición de funcionarios, analistas y figuras políticas sobre posibles negociaciones entre Washington y Teherán. Éste es el tercero de una serie de cinco artículos basados sobre las entrevistas realizadas en su viaje.