Se multiplican las acusaciones contra los bancos en México por el repunte del llamado índice de morosidad en tarjetas de crédito, que pasó de 3,1 por ciento en 2005 a 11 por ciento en octubre, así como del aumento adicional que podría darse en 2009 por la crisis financiera en marcha.
Los legisladores procesan en esta semana nuevas normas con el propósito de frenar el cobro de comisiones e intereses sobre el dinero plástico en este país, que es de los más elevados de América Latina, y detener así la entrega de tarjetas "preaprobadas" sin que exista de por medio el consentimiento expreso del cliente.
Mientras, organizaciones de consumidores exhortan a los usuarios a dejar de usar tarjetas y culpan a los bancos emisores de los crecientes problemas.
Los banqueros, que hasta mediados de año entregaban tarjetas a diestra y siniestra y en muchos casos sin revisar el historial crediticio del receptor y hasta sin que hubiera una solicitud previa, encarecieron sus tasas de interés ante la caída del empleo, el aumento de la inflación y la baja productiva, entre otros nubarrones presentes en la economía local.
Tras considerar que el aumento en la morosidad es preocupante, el gobierno del conservador Felipe Calderón lanzó en noviembre y por primera vez una campaña en los medios de comunicación en la que aconseja prudencia en el manejo de las tarjetas, hacer pagos oportunos y no endeudarse.
La emisión de tarjetas de crédito se disparó de poco más de 7,5 millones de unidades en 2005 a casi 27 millones en junio pasado. Para el usuario mexicano, el costo anual de manejar esta herramienta de crédito, entre intereses y comisiones de todo tipo, llega en la actualidad a un promedio de 70,8 por ciento del préstamo utilizado.
Los bancos han actuado con impunidad, sacando todo el dinero posible a los usuarios, entregando tarjetas sin que alguien la pida y cobrando altísimas comisiones e intereses, "así que es el momento de hacer algo de justicia", dijo a IPS Alejandro Calvillo, director del no gubernamental El Poder del Consumidor.
Las dos instancias legislativas, Senado y Cámara de Diputados, discuten cómo enfrentar el tema. Algunas propuestas apuntan a definir topes en los intereses, medida rechazada por los banqueros, quienes consideran que eso sólo limitará la entrega de crédito.
Las propuestas con mayores consensos indican que se pedirá al Banco de México (central) fijar límites a las comisiones que pagan los que en este país se denominan "tarjetahabiente".
Otra medida con amplia aceptación apunta a exigir a los bancos que informen en detalle en los estados de cuenta qué y cómo cobran y cuánto tardará el cliente en pagar su crédito completo a través de abonos mínimos.
Aunque nadie predice que la situación de los usuarios de tarjetas vaya a poner en serio riesgo el sistema financiero, se calcula que casi tres millones de personas están ya en dificultades con sus deudas.
Datos oficiales indican que el índice de morosidad de los usuarios de todo el sistema financiero mexicano, que incluye préstamos hipotecarios y de otro tipo, se ubica en promedio de 3,3 por ciento.
Tal nivel está lejos del índice de morosidad general, que es de 26 por ciento, registrado en 1995, cuando el sistema financiero local colapsó y produjo un coletazo internacional que se denominó "efecto tequila". Hoy, obligados por la ley, los bancos muestran altos niveles de capitalización y hay fondos de cobertura disponibles, acumulados durante la última década. Si bien el problema puede no ser grave, aquí no se trata sólo de porcentajes o números, en el caso de los deudores de tarjetas hablamos de gente de carne y hueso que hoy está en aprietos, señaló Calvillo.
El Poder del Consumidor sugiere a la población limitar al máximo el uso de tarjetas de crédito.
"Ante la falta de regulaciones claras y límites" que hubo en los últimos años en materia de tarjetas, los bancos abusaron de la oferta de ese instrumento, de la buena fe de los clientes y de su desconocimiento, sostuvo Calvillo.
Los banqueros se llevaron una buena tajada de ganancias cobrando comisiones e intereses altos, y ahora son responsables en buena parte de los altos niveles de endeudamiento, añadió.
La banca mexicana, estatizada y vuelta a privatizar entre 1982 y 1993, se abrió ampliamente al capital extranjero en 1995, luego de sufrir la peor crisis de su historia. El estado invirtió en el rescate de ese sector unos 100.000 millones de dólares.
Grupos financieros de Canadá, España, Estados Unidos, Gran Bretaña y Portugal son quienes controlan ahora la banca en México.
Según la gubernamental Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, por las tarjetas de crédito se cobran en México las tasas de interés más altas de América Latina, al ubicarse en rangos de hasta 66 por ciento anual.
En Chile, ese indicador llega a un máximo de 53 por ciento, en Colombia a 36, en Perú a 60 y en Venezuela a 33 por ciento.
El interés que los bancos mexicanos cobran por las tarjetas de crédito llega a ser seis veces mayor al que pagan a los ahorradores y depositantes del sistema financiero.
Según la Asociación de Bancos, será la competencia entre los ofertantes de crédito en tarjetas la que llevaría a la bajar las tasas.
El director de El Poder del Consumidor recuerda que esa supuesta competencia es la que precisamente mantiene los intereses altos y ha generado el aumento de la morosidad, por lo que demanda mayores regulaciones de parte del Estado.
Ante los fuertes coletazos que se sienten en México por la crisis financiera global nacida en Estados Unidos, con el que este país tiene una fuerte dependencia, los bancos locales han restringido la entrega de crédito, igual que la distribución de tarjetas.
La inflación acumulada hasta noviembre en México llegó a 6,23 por ciento, la más alta en los últimos siete años. En el mismo mes descendió 0,1 por ciento el número de empleados inscritos en el Instituto del Seguro Social, con lo cual se registró la primera caída en ese indicador desde 2003.
El gobierno pronostica un crecimiento de la economía local en 2009 de 1,8 por ciento. En contraste, la mayoría de analistas sostienen que no llegará ni a uno y que incluso hay riesgo de un retroceso.