Los caóticos programas políticos de los partidos y un nuevo sistema electoral en Rumania desalentaron a más ciudadanos de lo habitual de concurrir a las urnas en los comicios parlamentarios del domingo, que no arrojaron un resultado claro.
El opositor Partido Social Demócrata (PSD) obtuvo el mejor resultado, pero al no lograr una clara mayoría ninguno de los partidos, las fuerzas de centro-derecha todavía pueden fusionarse para formar el nuevo gobierno.
La participación en el acto electoral fue inferior a 40 por ciento, una de las más bajas en todos los comicios desde 1989. En áreas rurales fue alrededor de cuatro o cinco por ciento más que en las urbanas.
Dado que los votantes más ancianos de las zonas rurales constituyen el electorado tradicional del PSD, la concurrencia más elevada en el país fue uno de los factores que contribuyeron con el mejor resultado de este partido, que en los últimos cuatro años fue la principal fuerza de oposición en el parlamento.
La primera encuesta a boca de urna al final del día mostró que el PSD (junto con su aliado electoral, el más pequeño Partido Conservador) obtuvo 36 por ciento de los votos para cada cámara parlamentaria.
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Los dos principales partidos de centro-derecha se ubicaron segundo y tercero: el Partido Demócrata Liberal (PDL), del presidente Traian Basescu, obtuvo 31 por ciento, y el Partido Nacional Liberal (PNL), del primer ministro Calin Popescu-Tariceanu, 20 por ciento.
El otro único partido en hacerse un lugar en el parlamento será la Unión Democrática de Húngaros en Rumania (UDMR), con 6,7 por ciento de los votos, mientras que el partido de extrema derecha no pasará el umbral electoral este año.
El PDL y el PNL, junto con el Partido Conservador y la UDMR, habían formado el gobierno luego de las elecciones anteriores, en 2004, pero el PDL se vio obligado a pasarse a la oposición en marzo de 2007, tras un periodo de intensos conflictos entre el presidente Basescu y el primer ministro Tariceanu.
Todavía no está claro qué potencial alianza gobernante cabe esperar. Dado que las dos fuerzas de centro-derecha, el PNL y el PDL, tienen una historia de conflictos entre sí, no está claro si estarán dispuestos a unir fuerzas para empujar al PSD hacia el bando de la oposición.
Además, en 2007, los parlamentarios del PSD y el PNL votaron juntos para derrocar a Basescu, quien fue acusado de sobrepasar sus atribuciones constitucionales.
La expectativa de duras negociaciones en los días posteriores a las elecciones fue confirmada por Traian Basescu. A comienzos de esta semana, el presidente (cuyo mandato quinquenal expira el año próximo), anunció que no propondría un nuevo primer ministro hasta el 6 de este mes (y que se podría formar gobierno a fines de diciembre), luego que los resultados de las elecciones fueran validados legalmente.
Los analistas alegaron que, con este anuncio, Basescu, temiendo la posibilidad de una alianza de gobierno PSD-PNL, quiere mostrar que él tiene una injerencia importante en la formación del gobierno.
La volatilidad de las potenciales alianzas gobernantes es ilustrativa de la ambigüedad de las plataformas gobernantes propuestas por los principales partidos.
"Esta falta de claridad en relación a cuáles serían las diferencias entre las agendas de gobiernos liderados por los principales partidos —PNL, PDL y PSD— volvió particularmente difícil para el electorado elegir entre las opciones existentes", señaló Oana Popescu, cientista política y asesora del senado rumano, radicada en Bucarest.
Según Popescu, aunque los partidos habitualmente se inclinaban hacia la retórica "populista" antes de las elecciones, prometiendo "políticas izquierdistas pensadas para llevar beneficios inmediatos y palpables a las masas", la campaña de este año fue particularmente confusa en términos de las principales propuestas de los partidos a ambos lados del espectro político.
Esta campaña también tuvo lugar en el contexto de la crisis financiera mundial, que según los analistas golpeará duramente a Rumania a comienzos de 2009.
"En esta campaña, la derecha se encontró a sí misma en una posición más difícil a causa de la crisis mundial, que se señala fue causada por un capitalismo no regulado", dijo Popescu a IPS.
"El PLD se considera a sí mismo un partido de centro-derecha, pero el candidato que presenta para el puesto de primer ministro, Theodor Stolojan, abrazó abiertamente medidas proteccionistas en su discurso preelectoral", agregó.
Pocas semanas antes de las elecciones, el gobernante PNL rechazó una votación parlamentaria de octubre para aumentar 50 por ciento los salarios de los maestros, alegando que tal medida desestabilizaría el presupuesto nacional en épocas de crisis financiera.
Al mismo tiempo, el PNL aprobó otras medidas proteccionistas, como aumentar las pensiones en una proporción que el Fondo de Pensiones no podría afrontar.
Finalmente, según Popescu, aunque el PSD estaba mejor ubicado para promover su agenda socialdemócrata en el marco de la crisis, sus miembros "siempre se identificaron con una suerte de Nuevo Laborismo, un tipo de política (propio de la) tercera vía, que alega respetar los mecanismos que generar crecimiento económico al tiempo de esforzarse por lograr una distribución equitativa de los beneficios".
Una agenda más inclinada a la izquierda tendrá dificultades para obtener un amplio apoyo en un país que hasta hace apenas 20 años estuvo gobernado por un régimen dictatorial comunista.
En estas elecciones, "las variaciones ideológicas entre los partidos fueron mínimas, dado que la regla de oro neoliberal del mercado justo que todo lo abarca ha sido ampliamente aceptada" en Rumania, escribió la columnista Mircea Marian en el periódico de circulación nacional Evenimentul Zilei, apenas días antes de los comicios.
"Tomados por sorpresa por la crisis financiera, y sin tener una alternativa ideológica clara a la supremacía de los mercados, los partidos hicieron lo que sabían mejor: improvisaron. Lentamente, el tema de la crisis financiera comenzó a impactar el apoyo a los partidos, actuando a favor de los social-demócratas", agregó.
El PSD se las arregló para tomar rápidamente la delantera en las preferencias de los votantes en las últimas dos semanas, luego de quedar rezagado ante el PDL durante buena parte de la campaña.
Aunque puede llevar semanas que se defina la estructura del nuevo gobierno, lo que está claro es que "el electorado está cansado y desilusionado de demasiados cambios de gobierno desde 1989, en los que se depositaron muchas esperanzas", dijo Popescu.
Otro factor alienante fue el nuevo sistema electoral introducido en los comicios del 30 de noviembre.
El nuevo sistema fue adoptado tras una sostenida campaña, en el verano boreal de 2008, realizada por varios políticos y organizaciones civiles para la introducción de un sufragio uninominal, pensado para hacer que los políticos sean más responsables ante los ciudadanos.
Sin embargo, luego de intensas negociaciones, el sistema finalmente introducido este otoño boreal es combinado, más que uninominal: los candidatos que obtengan más de 50 por ciento de los votos en sus distritos van directo al parlamento, y los escaños restantes son distribuidos según los resultados nacionales totales de los partidos, en un procedimiento complicado.
Aunque el sistema introducido no fue puramente uninominal, de todos modos hizo que los partidos dejaran de centrar sus campañas en las plataformas de gobierno propuestas para hacerlo en las personalidades de los candidatos.
Los partidos se esforzaron por proponer candidatos ya conocidos para el público por sus actividades no vinculadas a la política, entre ellos cantantes, periodistas o empresarios destacados.
Además, según Popescu, como estos comicios fueron un primer experimento con la división del territorio nacional en múltiples distritos electorales, "a menudo los candidatos al parlamento confundieron —o fingieron confundir— su futuro mandato parlamentario con un mandato para el gobierno local. A fin de probarle al electorado que podían solucionar los problemas, los políticos en campaña inauguraron parques de juegos en los vecindarios, sanearon bloques de apartamentos o se encargaron de modernizar escuelas".
Ioana Damian, de 38 años, no votó. "Sin importar quién sea el próximo gobierno, el país seguirá en la misma ruta", argumentó.