Una prioridad de la política exterior estadounidense debe ser evitar genocidios y masacres masivas en el mundo, recomendaron al presidente electo Barack Obama ex altos funcionarios de seguridad pertenecientes a los dos grandes partidos.
Los actos de violencia masiva atentan contra los intereses nacionales. Las instituciones de seguridad interna deben ser reformadas para priorizar esos asuntos, según el Grupo de Trabajo sobre Prevención del Genocidio, copresidido por el ex secretario de Defensa William Cohen y la ex secretaria de Estado (canciller) Madeleine Albright, ambos en funciones en la presidencia de Bill Clinton (1993-2001).
La publicación del informe coincidió el lunes con el 60 aniversario de la adopción de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, en 1948, y los 20 años de su ratificación por Estados Unidos.
El estudio, "Prevenir el genocidio: un plan político para Estados Unidos", propone crear una comisión dentro del Consejo de Seguridad Nacional dedicado exclusivamente a esta cuestión, que incorpore a las doctrinas militares de este país pautas para prevenir y responder a estos fenómenos extremos.
También sugiere que en el informe anual realizado en conjunto por las agencias de inteligencia del gobierno y las fuerzas armadas sobre seguridad nacional incluya los riesgos de genocidio en el mundo.
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El grupo propuso dotar a instituciones internacionales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), otras de carácter regional y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de herramientas para prevenir genocidios y matanzas masivas.
Además, estimó necesaria una partida de 250 millones de dólares al año del presupuesto de asistencia extranjera para lidiar con situaciones urgentes, de ser necesario, de forma unilateral.
"La premisa central de nuestro estudio es que el genocidio es inaceptable y que podemos, y debemos, hacer más para prevenirlo", señaló Albright. "Estados Unidos no carga solo con ese peso, pero tenemos el deber y un profundo interés en ayudar a mostrar el camino".
El informe, realizado en conjunto por el Museo del Memorial del Holocausto de este país, la Academia Estadounidense de Diplomacia y el Instituto de Paz de Estados Unidos (USIP, por sus siglas en inglés), es el último de una serie de documentos elaborados por la sociedad civil con la intención de influir sobre el gobierno de Obama, quien será investido el 20 de enero.
El hecho de que el documento fuera elaborado por un grupo integrado por expertos de los dos grandes partidos de este país es un elemento que puede resultar interesante para el nuevo gobierno.
Cohen trabajó en el gobierno de Clinton, pero había sido senador del Partido Republicano por el estado de Maine.
Entre los republicanos vinculados con el grupo de estudio figuran el ex senador y embajador ante la ONU John Danforth, los ex representantes Jack Kemp y Vin Weber, y el ex redactor de discursos de George W. Bush, Michael Gerson.
También tuvo relación con la organización la fallecida Julia Taft, coordinadora de emergencias en el extranjero del gobierno de George Bush (1989-2003), padre del actual mandatario, y luego presidenta de InterAction, coalición de unas 160 organizaciones no gubernamentales de ayuda al desarrollo.
Entre los miembros del grupo de estudio también se encuentra un estrecho colaborador de Obama, el ex senador del Partido Demócrata y designado secretario de Salud por el presidente electo, Tom Daschle.
Además el ex secretario de Agricultura, Dan Glickman, el ex embajador ante la ONU de Bush, Thomas Pickering, y el ex jefe del Comando Central de Estados Unidos, general retirado Anthony Zinni, conocido por sus vínculos con el asesor de Obama en materia de seguridad, general retirado James Jones.
En la campaña, Obama sostuvo que Estados Unidos debe tratar de tratar de que la comunidad internacional reaccione ante casos matanzas masivas y de limpieza étnica y dio a entender que el gobierno de Bush no había hecho lo suficiente para detener lo que siguió llamando "genocidio" en la occidental región sudanesa de Darfur.
"Podemos ofrecer apoyo logístico, crear una zona donde esté prohibido volar a un costo relativamente bajo para nosotros, pero sólo podemos hacerlo si movilizamos a la comunidad internacional", señaló. "Eso es lo que pretendo hacer cuando sea presidente."
Obama también había anticipado uno de los principales argumentos del informe: a Estados Unidos le conviene evitar casos de genocidio, como el de Ruanda de 1994, y sugirió que el gobierno pudo haber hecho más al respecto.
"Cuando en algún lugar del mundo se perpetra un genocidio, quedarnos de brazos cruzados nos perjudica", declaró.
"Creo que tenemos que considerar como parte de nuestros intereses nacionales intervenir cuando sea posible. Pero hay que entender que hay mucha crueldad en el mundo y no vamos a poder estar en todos lados", añadió. "Por eso es muy importante que trabajemos con nuestros aliados".
La senadora Hillary Rodham Clinton, designada secretaria de Estado para el próximo gobierno, también subrayó durante la campaña la importancia de tomar medidas preventivas para detener los casos de genocidio.
Además, Susan Rice, designada embajadora ante la ONU por Obama, y que fuera asistente para África de Albright en la cancillería, quedó muy afectada tras su estancia en Ruanda y pidió varias veces a Bush que tomara medidas más fuertes contra el gobierno sudanés y las milicias árabes Janjaweed, responsables de una campaña de limpieza étnica contra tres tribus negras en Darfur.
Las otras dos figuras importantes en materia de seguridad del gobierno de Obama, Jones y el secretario (ministro) de Defensa, Robert Gates, y Jones, se mostraron bastante más cautos al señalar que Washington debía centrarse en capacitar y brindar asistencia logística a las fuerzas regionales y nacionales, en vez de enviar a sus propios efectivos, en especial dada su presencia en Afganistán e Iraq.
A ello se suma el hecho de que el Pentágono prioriza la lucha contrainsurgente.
Pero Cohen declaró a la prensa que cree que el informe será bien recibido tanto por Gates como por Jones, con quien trabajó casi 30 años.
El documento del grupo de estudio subraya la importancia de tomar medidas preventivas y de lanzar advertencias para tratar de evitar la necesidad de una intervención directa.
"La alternativa de evitar un genocidio, rara vez es un caso de todo o nada", declaró Albright. "Hay una amplia gama de posibilidades entre quedarse al margen y mandar a los infantes de marina."
El grupo interagencias tendría la tarea de analizar las amenazas y, las advertencias de la existencia de esas amenazas deberían activar un análisis político a gran escala, propone el informe. Al mismo tiempo, Washington debe lanzar "una gran iniciativa diplomática" a fin de crear una red internacional, tanto oficial como no gubernamental, para compartir información y tomar acciones coordinadas.
El Consejo de Seguridad de la ONU siempre debe ser la primera opción de respuesta ante una amenaza o un caso de genocidio o de violencia masiva en curso, pero Washington debe estar preparado para recurrir a la OTAN o "tratar de organizar una coalición de países con ideas afines" para tratar de tomar medidas en caso de que ese órgano del foro mundial no apruebe una resolución contundente.
Aparte, Washington debe tratar de llegar a un acuerdo con los otros miembros permanentes del Consejo de Seguridad para evitar que se veten resoluciones de casos de genocidio o de limpieza étnica.