La Revolución Cubana llega el 1 de enero a sus 50 años de existencia con el reto de enderezar la economía del país y mejorar el diario vivir de su población, en medio de una compleja situación internacional que puede poner más escollos aún para alcanzar esa meta.
La historia reseña a los años 60, como la década en que se agolparon las transformaciones de corte económico y social, la reforma agraria que entregó las tierras al campesinado, la legislación que rebajó 50 por ciento los alquileres, masiva alfabetización, gratuidad de la educación y los servicios de salud, entre otras.
Con esos y otros cambios radicales, la Revolución mostró que "existe la posibilidad real de construir un proyecto de país enfocado en lo social", señaló a IPS Pável Vidal, joven economista del Centro de Estudios de la Economía Cubana, adscrito a la Universidad de La Habana.
En ese sentido, "fue capaz, en relativamente poco tiempo, de reducir la pobreza extrema, aumentar los niveles y acceso a la educación, ofrecerle mayores oportunidades a la mujer y mejorar significativamente las condiciones sanitarias de su población", agregó.
Sin embargo, tales logros no siempre son apreciados por las nuevas generaciones. "De qué me sirve estudiar ingeniería gratis si lo que ganaré por mi trabajo no será suficiente para vivir", se queja Manuel, un universitario de 22 años cuya lista de insatisfacciones incluye el transporte deficiente y no poder viajar libremente al extranjero.
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Por ahí andan también los sueños incumplidos de la teatróloga de 29 años Sonia Benavides. Quisiera "tener un hogar propio, un salario que responda al costo de la vida y respeto a mi derecho de entrar y salir del país", señala esta joven, para quien, empero, se habría profundizado "la brecha campo/ciudad y pobres/ricos", de no mediar la Revolución.
"La economía estaría en manos de la misma burguesía vendida de siempre, con servicios básicos muy caros para compensar las destrucciones cíclicas de los ciclones", agrega Benavides, puesta a pensar en cómo imagina a Cuba si la insurrección armada comandada por Fidel Castro no hubiera arrebatado el poder al dictador Fulgencio Batista.
Medio siglo después, Raúl Castro, a cargo de la presidencia desde febrero pasado, luego de que su hermano mayor, Fidel, desistiera de una nueva reelección por motivos de salud, aclara que esa victoria no "marcó el final de la lucha, sino el inicio de una nueva etapa ( .) en la que no ha habido un minuto de tregua ( )".
Al finalizar el segundo período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), el sábado pasado, el mandatario de 77 años pintó a sus compatriotas un panorama de austeridad que no permite prever mayores desahogos, luego de un año tenso en que el paso de tres huracanes costó al país casi 10.000 millones de dólares.
Tales pérdidas redujeron el crecimiento del producto interno bruto (PIB) a sólo 4,3 por ciento, casi la mitad de lo planificado anteriormente, debido a la combinación de los factores climáticos, el bloqueo de Estados Unidos, que ese país llama embargo, y los aumentos sustanciales de los alimentos y combustibles en el mercado internacional.
El año entrante es de mucha incertidumbre en la economía mundial, sacudida por una crisis financiera nacida en Estados Unidos y que ha evolucionado hacia severos problemas económicos en el mundo, y "debemos estar preparados para enfrentar ese serio reto, que ya nos viene afectando de manera apreciable", alertó Castro.
En ese contexto, el gobernante anunció nuevos ajustes en el gasto de los recursos en divisa libremente convertible, mediante la reducción en 50 ciento del monto de lo previsto para viajes al exterior en organismos estatales, incluido el sector empresarial, y la eliminación de subsidios y gratuidades "excesivas" a costa de las arcas fiscales.
Entre las primeras medidas de recorte figuran suprimir planes vacacionales y otras ofertas a precios subsidiados que se ofrecen a dirigentes, trabajadores destacados y otros sectores de la población, cuyo costo anual al erario público rondaba los 60 millones de dólares.
"Que se entienda bien, no se trata de si lo merecen o no quienes han disfrutado de esa posibilidad, ni de limitar el derecho a ir a esos centros, sino de si resulta racional mantener una forma de estímulo que representa tan alto costo, en las difíciles circunstancias actuales o en cualquier otra", aclaró Castro.
Por otra parte, una nueva ley de seguridad social aprobada por los parlamentarios extendió la edad de jubilación de 55 a 60 años en las mujeres y de 60 a 65 en los hombres, medida encaminada a contrarrestar el impacto económico del acelerado proceso de envejecimiento de la población del país.
A esa legislación debe añadirse la próxima entrada en vigor de un sistema salarial que vincula esa retribución a los resultados, y eventuales medidas (aún no precisadas) encaminadas a incrementar la incorporación al trabajo, su productividad y eficiencia.
Castro dio también relevancia a la próxima creación de la Contraloría General de la República, como un órgano subordinado directamente al Consejo de Estado que asumiría no sólo el control de los fondos públicos sino que también contribuiría a fortalecer la exigencia en "el cumplimiento estricto del deber" por todas las estructuras de dirección.
Ese proyecto y otros temas vinculados a las "transformaciones estructurales y de concepto" prometidas por Raúl Castro el 26 de julio de 2007, cuando aún ejercía la presidencia interina, serán llevados a la consideración y aprobación del VI Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC).
Esa asamblea, anunciada para la segunda mitad de 2009 y cuya realización ha sido postergada desde 2002, debe trazar los lineamientos políticos, económicos y sociales del país para el quinquenio siguiente a su realización. Sus resoluciones son definitivas, de obligatorio e ineludible cumplimiento para todo el PCC.
En ese sentido, algunos investigadores esperan que la cita partidaria permita avanzar hacia una estrategia de desarrollo que incluya un grupo amplio de medidas económicas simultáneas, desde las monetarias hasta las directamente relacionadas con la producción industrial y agrícola.
Tras los abrazos y felicitaciones por un nuevo año, para el que Raúl Castro ya deseó a sus compatriotas mucha salud y energía "porque !trabajo hay de sobra", la atención se concentra en el nuevo discurso que pronunciará el gobernante al atardecer del 1 de enero en la oriental ciudad de Santiago de Cuba.
Está previsto que Raúl Castro hable desde el mismo lugar en que Fidel se dirigió al país por primera vez en esa fecha, tras bajar de la Sierra Maestra, macizo montañoso del oriente cubano.
"La Revolución empieza ahora; la Revolución no será una tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros ", señaló en aquel entonces el histórico líder cubano.