Brasil tendrá que hacer un gran esfuerzo, especialmente en los próximos ocho meses, para cumplir las metas de reducción de la deforestación adoptadas en su Plan Nacional de Cambio Climático. Como contrapartida, busca protagonismo en las negociaciones internacionales sobre ese problema ambiental.
La principal meta de Brasil es abatir la deforestación de la Amazonia en 72 por ciento con plazo en 2017, lo que evitaría lanzar a la atmósfera 4.800 millones de toneladas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero.
Ese volumen supera el que los países industrializados deberían dejar de emitir entre 2008 y 2012 en cumplimiento del Protocolo de Kyoto, que muchos infringirán, destacó el ministro brasileño de Medio Ambiente, Carlos Minc, en rueda de prensa este viernes con corresponsales extranjeros.
Brasil es hoy uno de los mayores emisores de gases invernadero, pero la deforestación es su principal fuente, pues le corresponde 75 por ciento del total nacional, según el último inventario basado en datos de 1994. Eso lo diferencia de otros países, donde la energía, la industria y el transporte son los sectores que producen más contaminación climática.
Las metas para la Amazonia son cuatrienales. El promedio de deforestación entre 2006 y 2009 deberá caer 40 por ciento en relación al promedio del período 1996-2005, que fue de 19.533 kilómetros cuadrados al año.
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Eso exige una reducción de 22,4 por ciento en el año en curso, que va de agosto de 2008 a julio de 2009, en comparación con los 12 meses anteriores, cuando Brasil perdió 11.968 kilómetros cuadrados de bosques amazónicos, poco más que el área de Jamaica.
Será difícil cumplir faltando ocho meses, admitió Minc, pero el ministro confía en la combinación de medidas punitivas, como la suspensión del crédito a quienes tengan denuncias ambientales o tierras no legalizadas, que han sido eficaces en los últimos meses, además de "pactos con sectores productivos".
Entre tales pactos están la suspensión de la compra de soja: que la industria aceitera vegetal no compre esa oleaginosa cultivada en áreas recién deforestadas, y el compromiso de los exportadores de madera de excluir productos ilegales y limitarse a los certificados.
La mayor empresa minera latinoamericana, Vale, antes llamada Companhia Vale do Rio Doce, prometió no vender mineral de hierro a siderúrgicas que destruyan bosques nativos para obtener carbón vegetal.
Además, el gobierno cuenta con recursos para estimular una reorganización de la economía amazónica que permita mantener "los bosques en pie". Una contribución será el Fondo Amazonia que ya cuenta con una donación de 1.000 millones de dólares de Noruega, que serán entregados gradualmente hasta 2015.
Tales recursos se destinarán a recuperar áreas degradadas, promover el manejo forestal y remunerar servicios ambientales, entre otros estímulos a actividades sustentables, destacó el ministro.
Brasil deberá reducir la deforestación amazónica 30 por ciento en cada cuatrienio siguiente para alcanzar la meta de 72 por ciento en 2017. Así, la pérdida forestal que en su peor año, 1995, fue de 29.079 kilómetros cuadrados, bajará a 5.000 kilómetros cuadrados anuales.
El Plan Nacional de Cambio Climático prevé un aumento de la reforestación para alcanzar 11 millones de hectáreas en 2017, duplicando la extensión actual. Dos millones de hectáreas serán reforestadas con especies nativas. De esa forma no habrá "pérdida neta de cobertura forestal a partir de 2015", aseguró Minc.
El Plan, firmado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva el 1 de diciembre, fue explicado por Minc este viernes por cadena de televisión al público brasileño. Pero su gran impacto será internacional, con la expectativa de influir en la XIV Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que se lleva a cabo desde el 1 hasta el 12 de diciembre en Poznan, Polonia.
"Brasil estaba en posición defensiva, no protagónica" en los últimos años, negándose a asumir metas de reducción de gases invernadero, admitió Minc. Pero ahora tiene un Plan "más osado que los de China e India" y puede estimular tanto al grupo de los países en desarrollo como a los industriales a adoptar compromisos más fuertes para mitigar el cambio climático, acotó.
"Las metas deben de ser diferenciadas", para que las adopten países en desarrollo que son grandes emisores de carbono, como los del BRIC (Brasil, Rusia, India y China), aunque la mayor responsabilidad siga siendo de las naciones industrializadas, cuyas emisiones históricas son las causas principales del calentamiento de la Tierra, aclaró.
El ministro asistirá a la conferencia de Poznan la semana próxima para presentar el Plan, reclamar mayores compromisos de todos en la lucha contra el cambio climático y una contrapartida en términos de transferencia de recursos financieros y tecnología para que los países en desarrollo puedan cumplir metas, anunció.
Es "muy positivo" que Brasil finalmente adopte metas para reducir la deforestación, pero éstas son "insuficientes", comentó a IPS el activista Rubens Born, director de Vitae Civilis, una organización no gubernamental que se ocupa del cambio climático.
Además de la Amazonia, otros biomas (grandes ecosistemas) deberían tener límites de ocupación para preservarlos y evitar desastres como el que ocurrió en las últimas semanas en el sureño estado de Santa Catarina, con más de 130 muertes y decenas de desaparecidos a causa de las lluvias torrenciales y los deslizamientos de tierras, dijo Born.
El ministro aseguró que el Bosque Atlántico, que se extiende por la zona costera oriental de Brasil y hoy tiene solo siete por ciento de su cobertura forestal original, recuperará 20 por ciento de sus bosques, y habrá metas para otros biomas después de que se implante un sistema de monitoreo similar al amazónico.
El plan brasileño, divulgado al inicio de la conferencia de Poznan, tendrá una repercusión positiva en las negociaciones de nuevos compromisos posteriores a Kyoto, que expira en 2012, ya que se trata de un país en desarrollo que asume metas voluntarias, reconoció Born.