Expertos en clima reunidos en Poznan, Polonia, prometieron crear un cofre dorado de créditos de carbono para financiar a comunidades rurales pobres que se conviertan en guardianas de tierras y bosques.
Pero son varias las advertencias de que el oro podría beneficiar solo a los intereses corporativos.
Una de las maneras más efectivas de combatir el cambio climático, causado por gases como el dióxido de carbono que recalientan la atmósfera, es capturando carbono en plantas, árboles y suelos. Para eso hay que reducir la deforestación, elevar la reforestación y emplear técnicas agropecuarias de conservación de suelos y agua.
Si estas actividades se incluyen en un régimen mundial de comercio de carbono, en el marco de un nuevo tratado climático en 2009, puede haber beneficios extraordinarios para los pobres de zonas rurales y para el ambiente, según Olav Kjørven, ex director del Grupo de Energía y de Medio Ambiente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
"Sin embargo, habilitar a los pobres para que aprovechen ese ingreso potencial implica proporcionarles herramientas legales y protección para cosechar los beneficios de su buena administración", escribió Kjørven en el informe "Opportunities in Environmental Stewardship: Climate Change and Legal Empowerment of the Rural Poor" (Oportunidades de la administración ambiental: Cambio climático y empoderamiento legal de los pobres rurales), en coautoría con Estelle Fach.
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Delegados de más de 190 países intentaron entre el 1 y el 12 de este mes en Poznan avanzar hacia un nuevo pacto para reducir la contaminación causante del calentamiento, bajo la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El nuevo tratado —que debería materializarse a fines de 2009 en Copenhague— será el sucesor del Protocolo de Kyoto, en vigor desde 2005 y cuyos alcances finalizan en 2012.
Eso requerirá reducciones sustanciales de gases de efecto invernadero de todos los países y un fondo para ayudar a las naciones pobres a adoptar una economía más sustentable y adaptarse a los impactos del cambio climático.
"Es esencial asegurarse de que los futuros mecanismos de mercado adoptados en el marco de la Convención no excluyan a los pobres de zonas rurales, sino que trabajen para su beneficio", dijo Kjørven a Tierramérica.
Ya existen dispositivos, como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), para ayudar a países y empresas del Norte rico a cumplir obligaciones de reducir sus emisiones de gases invernadero, con el incentivo de crear un mercado del carbono, donde se transan créditos o certificados, como acciones en la bolsa de valores.
El PNUD promueve un reparto equitativo de los beneficios derivados de la reducción de emisiones de carbono.
Con acceso a financiación, la agricultura sustentable y la protección de bosques, que capturan carbono en plantas, árboles y suelos, generarán ingresos para las comunidades rurales y reducirán grandes volúmenes de gases invernadero. También mejorarán la biodiversidad, los hábitat, los suelos y el agua, señaló Kjørven.
Un MDL reformado y un nuevo tratado climático pueden proporcionar un marco global, regulado, transparente y equitativo, necesario para materializar esta gran visión de carbono transformado en oro, agregó.
El MDL permite que las empresas de países industriales obtengan créditos invirtiendo en proyectos limpios en el Sur en desarrollo.
Desde 2005 se autorizaron más de 4.000 proyectos por miles de millones de dólares en inversiones públicas y privadas para reducir emisiones de gases en países pobres.
Sin embargo, la complejidad y el costo para acceder al MDL han llevado a que sólo se contemplen grandes proyectos de países como Brasil, India y México.
Además, la conservación de los bosques no está contemplada en el MDL, aunque entre 20 y 25 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono del mundo se deben a la deforestación.
"Los bosques están desapareciendo a un ritmo récord, y tenemos que cambiar las reglas del juego para proteger lo que queda", opinó Kjørven.
En Poznan hubo un amplio acuerdo en que sería más redituable conservar las selvas que convertirlas en madera o talarlas para cultivo, siempre y cuando haya fondos jugosos en el mercado de carbono para conservación forestal, dijo Frances Seymour, directora general del Centro Internacional para la Investigación Forestal (Cifor, por sus siglas en inglés).
"Los bosques son cruciales para combatir el cambio climático y adaptarse a él", afirmó Seymour en una conferencia de prensa en Poznan.
El Cifor es una de las muchas entidades a favor de un esquema de pago por preservar bosques, conocido como la iniciativa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD, por sus siglas en inglés).
Según la REDD, los países más ricos pagarían para mantener y reforestar selvas de regiones tropicales, que permitirían compensar su propia contaminación climática.
"Si no incluimos a los bosques en nuestras estrategias para afrontar el cambio climático podemos enfrentar un escenario de pesadilla en el que las emisiones de la deforestación y la degradación alimenten el recalentamiento, que a su vez acelere la pérdida de bosques", dijo Seymour.
El hecho de que en muchos lugares del mundo los campesinos pobres no tienen propiedad ni tenencia de la tierra es un obstáculo para que accedan a este tipo de financiación, reconoció Kjørven.
"Eso significa que tenemos que apoyar esfuerzos país por país para establecer instituciones y sistemas necesarios y asegurarnos de que se aclaren las cuestiones relativas a los derechos sobre la tierra", agregó.
La precariedad del vínculo con la tierra, en esta nueva era de mercado financiero de carbono, privará a los pobres de ingresos posibles e "inevitablemente conducirá a la explotación, la pérdida del sustento, más marginación y una plétora de otros daños sociales y ambientales", advirtió.
Pero no hay garantías de que los pobres se beneficien de tal sistema, sino al contrario, opinó Miguel Lovera, presidente de la Coalición Mundial por los Bosques, una organización no gubernamental internacional con sede en Paraguay.
Las conversaciones de Poznan parecen haber versado más sobre comercio y dinero para empresas privadas que sobre reducir la contaminación o ayudar a los pobres, dijo Lovera a Tierramérica desde esa ciudad polaca.
"Hay una promoción agresiva de los mecanismos de mercado como única solución a la crisis climática", dijo.
También es dudoso que un sistema financiero del carbono pueda competir con las ganancias de talar bosques para plantar soja o palma aceitera, planteó Lovera.
"Para proteger los bosques, se necesitan decisiones políticas firmes de los gobiernos nacionales, y no complejos mecanismos de mercado", enfatizó.
Kjørven coincidió en que debe evitarse la complejidad. Pero "es aún más difícil frenar la deforestación sin normas de mercado que puedan desviar las inversiones a favor de la conservación y las prácticas sustentables", concluyó.
* Este artículo fue publicado originalmente el 13 de diciembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.