La experiencia nació en Argentina hace poco más de 15 años y ya se expandió a una treintena de países de América Latina, África y Europa. Se trata de los ecoclubes, espacios de promoción de adolescentes y jóvenes que trabajan para mejorar la calidad de vida de sus comunidades.
Los ecoclubes, que están integrados por socios de entre 12 y 25 años con voz y voto, tienen por finalidad promover la formación de ciudadanos responsables y comprometidos con las necesidades de su entorno, según sus estatutos. Para ello trabajan articuladamente con otras organizaciones de la sociedad civil.
"Buscamos insertar en la comunidad acciones de cambio y formar ciudadanos concientes de la necesidad de cuidar el ambiente", resumió Liliana Freta, de 23 años y presidenta de Ecoclubes Argentina, en conversación con IPS desde sus lugar de residencia en la noroccidental provincia de Jujuy, en el límite con Bolivia.
Para ello los jóvenes se capacitan, diseñan y llevan adelante programas de información, por ejemplo, sobre el cambio climático, el reciclaje de residuos o sobre las formas de propagación del dengue. La idea es difundir los temas en escuelas y también entre los vecinos mediante el método "puerta a puerta".
La historia de los ecoclubes comenzó a gestarse en 1992 cuando el ingeniero agrónomo Ricardo Bertolino impulsó a adolescentes de escuelas medias de la localidad de Firmat, al sur de la oriental provincia de Santa Fe, a organizarse para que su comunidad separe los residuos domiciliarios en origen.
Los jóvenes formaron una patrulla que recorría las casas de los vecinos explicando la propuesta. Enseguida la idea se reprodujo en otras localidades de la zona y, con el tiempo, derivó en los llamados ecoclubes. En cada localidad, un grupo de jóvenes trabaja en los problemas ambientales y sociales prioritarios del área.
"Son espacios de formación para el liderazgo juvenil, yo digo incluso que hacemos política ambiental y, de hecho, hay actualmente jóvenes que fueron socios nuestros participando como concejales o legisladores", remarcó Freta, quien estudia derecho.
La red, que no requiere de una estructura compleja, se propagó rápidamente y hoy hay en Argentina más de un centenar de ecoclubes, en los que participan activamente unos 1.500 adolescentes y jóvenes en cinco regiones que cubren todas las regiones del país, es del noroeste, noreste, Cuyo, centro y la Patagonia.
En menos de una década el sistema se replicó en Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, España, Ecuador, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay y República Dominicana, además de países de Europa y de África, totalizando 33.
A través de un consejo directivo, los diversos grupos coinciden en la Red Internacional de Ecoclubes (RIE), que lo tiene a Bertolino, el creador de la idea, como miembro activo. Los representantes de cada país se reúnen una vez al año para intercambiar experiencias.
"En Argentina, los temas prioritarios son el agua, los residuos sólidos urbanos, el arbolado, el cambio climático y temas de salud como el dengue. Pero estamos empezando un nuevo programa que recoge una mayor preocupación de los jóvenes por lo social", remarcó Freta.
Uno de los ecoclubes que trabaja en profundidad en este aspecto es el de la localidad de Clorinda, ubicada 1.200 kilómetros al norte de Buenos Aires en la provincia de Formosa, en el límite con Paraguay. "Trabajamos con niños y adolescentes de escasos recursos en comedores comunitarios", contó a IPS, Juan Ortiz, del Ecoclub.
La organización tiene alrededor de 30 miembros activos y recibe a voluntarios de diversos países del mundo que se instalan en esa ciudad para participar de la experiencia de trabajo comunitario durante algunos meses. "Organizamos juegos y tratamos de enseñar a los niños a cuidar el ambiente", remarcó.
Ortiz, que cursa una licenciatura en Administración de Empresas, explicó que trabajan junto a otras organizaciones sociales en los comedores y también gestionan proyectos como es el caso de "Expresarte", una iniciativa financiada por la Secretaría de Cultura de la Nación para niños y adolescentes de Clorinda.
Mediante el proyecto, el Ecoclub de Clorinda convoca a profesores de teatro, canto coral y guitarra para brindar clases gratuitas a niños de la comunidad.