PERIODISMO-PAKISTÁN: Áreas tribales altamente peligrosas

El trabajo periodístico es cada vez más peligroso en Peshawar, capital de Frontera del Noroccidental de Pakistán, atrapada en medio de la campaña del ejército, por un lado, y las operaciones de las fuerzas de Estados Unidos desde Afganistán, por otro.

"Todavía no puedo creer estar vivo y hablando contigo", dijo Sami Yusufzai, de 34 años, periodista de la revista estadounidense Newsweek, quien sobrevivió a un intento de secuestro de desconocidos armados en el elegante municipio de Hayatabad, a las afueras de Peshawar, el 14 de este mes.

Yusufzai y Motoki Yotsukura, jefe de la oficina del periódico japonés Asahi Shimbun, regresaban de entrevistar insurgentes cuando su vehículo fue interceptado por hombres armados que les dispararon. Yotsukura recibió un tiro en la pierna y Yusufzai otro en el brazo.

"Las balas iban dirigidas al pecho y una quedó en el brazo. Es demasiado complicado sacarla, así que ahí se quedará", dijo Yusufzai a IPS por teléfono desde un hospital de Peshawar.

Desde que el ejército pakistaní lanzó su ofensiva y Estados Unidos empezó a disparar misiles desde el otro lado de la frontera hace dos meses contra militantes del movimiento extremista afgano Talibán y de la red extremista Al Qaeda, escondidos en las zonas tribales de este país, los periodistas se convirtieron en blanco de ataques.
[related_articles]
Yusfazai dice que aún corre peligro. "Tengo miedo de que vuelvan por mí ahora que saben que estoy vivo", señaló. También le saca el sueño la seguridad de su familia.

No fue la primera vez que Yusufzai es blanco de ataques o recibe amenazas de militantes. "Apenas tres días antes, recibí una llamada en la que me advirtieron que fuera preparando mi kaffan", atuendo blanco usado como mortaja.

Hay versiones de prensa según las cuales él y su colega japonés se aventuraron fuera de la zona de seguridad sin permiso de Ministerio del Interior. "Son puras mentiras montadas por la policía. Nunca salimos de Hayatabad", espetó.

Pero Rahimullah Yusufzai, editor del diario The News y experto en Talibán, insistió en que ambos periodistas se encontraban en la zona de forma ilegal, violando la norma que prohíbe a extranjeros visitar las áreas tribales sin autorización requerida.

Yusufzai, ciudadano afgano, vive en Pakistán desde los seis años.

"Tenemos dos versiones diferentes, pero todos nuestros periodistas sostienen que ambos regresaban del área tribal de Shahkas, en la Agencia de Khyber, pegada a Hayatabad, cuando fueron atacados", indicó Rahimullah.

"Obviamente, Sami no lo va a reconocer porque los extranjeros tienen prohibido ir allí. Eso le puede causar problemas e, incluso, la expulsión por parte del gobierno", añadió.

"No se aventuraron a las zonas tribales", aseguró el corresponsal para Asia sudoriental de Newsweek, Ron Moreau. "De todas formas, no tendría sentido haber ido con permiso oficial porque no hubieran podido hacer entrevistas interesantes", señaló, en alusión a que en ese caso los periodistas van con escolta policial.

Moreau, con vasta experiencia en la cobertura de conflictos armados, confesó "tener miedo a veces", pero dijo estar dispuesto a correr los riesgos que "conlleva el trabajo".

"Desde hace tiempo, los periodistas denuncian la falta de seguridad y las amenazas que reciben de todas partes: combatientes talibán y de Al Qaeda, narcotraficantes, contrabandistas de armas, criminales e incluso fuerzas del gobierno", declaró Bob Dietz, del Comité para la Protección de Periodistas.

"Para los reporteros, como para toda la gente de Peshawar, la situación va de mal en peor", apuntó.

El 8 de este mes, Qari Mohammad Shoaib, periodista de los diarios Azadi y Khabar Kar, fue asesinado por las fuerzas de seguridad en Mingora, en el noroeste del valle de Swat.

Tres días después, Khadija Abdul Qahar, responsable de la revista de Internet Jihad Unspun, habría sido secuestrada junto a su traductora y su guía, ambas pakistaníes.

Khadija es el nombre elegido por la ciudadana canadiense Beverly Giesbrecht cuando se convirtió al Islam

Al parecer iban a la localidad de Miramshah, en Waziristán del Norte, cuando fueron interceptadas y secuestradas por hombres armados.

El objetivo de Jihad Unspun es cubrir la "guerra contra el terrorismo" lanzada por Washington. Sus artículos suelen ser muy críticos con la política exterior estadounidense y las intervenciones militares.

Pero también se sospecha que se trata de una cobertura de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para controlar a los usuarios de Internet que apoyan a Al Qaeda.

"Cada ataque contra un periodista dónde sea, hará más difícil para otros aventurarse a las áreas tribales por temor a perder la vida", señaló Massoud Ansari, corresponsal de la popular publicación mensual pakistaní Herlad, refiriéndose al ataque contra Yusufzai y Yotsukura.

"Muy pocos periodistas extranjeros vendrán a Peshawar. El control del gobierno es débil en toda la zona. La mayoría de los periodistas se sienten inseguros" incluso en la capital provincial, indicó Rahimullah.

El ataque contra Yusufzai y Yotsukura "pondrá nerviosos a los colaboradores locales" de los medios, reconoció Moreau. "Es una prueba de que nadie está a salvo, ni siquiera los periodistas que mantienen una relación profesional con los insurgentes."

Para muchos corresponsales de publicaciones extranjeras, Peshawar es una zona prohibida, según Moreau. "Sospecho que el ataque fue un intento de secuestrar al periodista japonés para pedir rescate y por eso trataron de matar a Sami".

"Los combatientes tienen distintos motivos para luchar. Algunos responden al Islam, otros lo hacen por trabajo, por poder o para vengar la muerte de un amigo o familiar o son sólo delincuentes", añadió.

Cubrir un conflicto armado o una guerra implica tomar partido, según Ansari, corresponsal pakistaní del británico Sunday Telegraph. "Siempre te unes a un bando y obtienes información uniéndote a él o estando con él."

"Muchos de los grupos enfrentados acusan a la prensa occidental de ser parcial y, por lo tanto, no te permiten acercarte a ellos", explicó Ansari. "Los actores oficiales, como el gobierno en ejercicio o el ejército, también se la agarran con la prensa y no les permiten acceder libremente" a la información.

Todos esos problemas, según Ansari, hacen más difícil y peligroso cubrir lo que sucede en la región de forma transparente. Además aparecieron "un montón de grupos de delincuentes que realizan secuestros, lo que complica aún más la situación", añadió.

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe