Para que los maoístas pudieran llevar adelante la revolucionaria transformación que convirtió a la monarquía feudal de Nepal en una república tuvieron que combatir y militarizar a la sociedad. Pero ahora, la desmilitarización parece tan difícil como los 10 años de lucha.
Aun después de llegar al gobierno tras las elecciones de abril, y con la misión de formar una Asamblea Constituyente, el Partido Comunista de Nepal-Maoísta (PCN-M) se niega a disolver la organización paramilitar Liga de Jóvenes Comunistas (LJC).
De hecho, el primer ministro Pushpa Kamal Dahal, aun bajo presión para desmantelarla, aplaudió la contribución de la LJC.
En su primera declaración acerca de las políticas de gobierno, señaló: "Si no hubiéramos tenido una organización como la LJC, el proceso de paz y el nuevo rumbo político no serían posibles".
El aliado del PCN-M, el Partido Comunista de Nepal-Marxistas Leninistas Unidos (PCN-MLU) no necesitó mucho impulso para organizar su propia Fuerza de Jóvenes (FJ).
Para no quedarse atrás, todos los partidos políticos que hasta hace poco criticaban a la LJC por "hacer justicia por mano propia", ahora se pelean para contar con su propia fuerza de seguridad.
Los líderes del centrista Congreso Nepalés, que han dominado la política democrática de este país, podrán censurar a la LJC, pero tratan de crear la Tarun Dasta con jóvenes de sus distritos.
El resultado fueron enfrentamientos violentos entre las distintas fuerzas, en especial entre la LJC y la FJ.
En septiembre, el tránsito en la carretera de Dharan-Danuta se vio perturbado casi una semana y debió imponerse un toque de queda en la oriental localidad de Dankuta Bazzar para contener la violencia entre ambas fuerzas, suscitada a raíz de una disputa por el cobro de un peaje.
Antes las tensiones crecientes, los dos partidos comunistas aliados crearon el 2 de este mes una comisión de coordinación de alto nivel a fin de resolver sus diferencias. Uno de sus objetivos principales es analizar las razones de los enfrentamientos entre la LJC y la FJ y tratar de evitarlos.
Pero es poco probable que vayan a ponerles un freno, al menos a juzgar por las contradictorias declaraciones de las autoridades, según las cuales parece que esas fuerzas de seguridad están por encima de la ley.
"Esperábamos que con la paz llegara la desmilitarización", señaló el profesor Sridhar Khatri, del grupo de estudio de políticas de Asia sudoriental. "En cambio, hay una nueva militarización. Debemos concentrarnos en fortalecer la ley, no socavarla".
La LJC surgió como una fuerza omnipresente en el marco de la incertidumbre de la transición política de 2006, cuando los maoístas se integraron a la política y Nepal se encaminaba a convertirse en una república.
La fuerza fue creada en noviembre de ese año, tras la firma del histórico Acuerdo General de Paz, bajo el cual los maoístas accedieron a confinar a miles de ex combatientes del Ejército de Liberación Popular Maoísta a un campamento supervisado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Pero muchos de los comandantes y comisarios políticos fueron integrados a la LJC, incluido su jefe Ganesh Man Pun.
La LJC cuenta con unos 500.000 integrantes y 6.000 de tiempo completo, según Pun.
Esa fuerza encabeza actividades sociales, entre ellas organización del tránsito, recolección de residuos, plantación de árboles, asuntos de justicia social, medidas contra la corrupción, cobro de impuestos y "donaciones", detención de delincuentes y confiscación de propiedades de la realeza.
La ministra Obras Públicas, Hsila Yami, elogió a los cuadros de la LJC por su colaboración en la lucha contra la burocracia. Pero, por otro lado, la prensa de Katmandú denuncia abusos cometidos por esa fuerza, como secuestros, intimidación y ataques contra opositores.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Nepal criticó los excesos de la LJC.
En las elecciones, los partidos políticos acusaron a la LJC de perturbar reuniones e intimidar votantes. La elite de Katmandú está convencida de que el aplastante triunfo de los maoístas fue una "victoria robada".
Esa puede ser una de las razones por las cuales los partidos políticos crean sus propios escuadrones.
"Es para asegurarnos que la LJC no vuelva a amañar las próximas elecciones", señaló Raghuji Pant, del PCN-MLU, en defensa de las FJ.
"No somos como la LJC. Vamos a actuar en el marco de la ley. Trabajaremos para combatir el terrorismo y la intimidación" de esa fuerza, dijo Mahesh Basnet, jefe de las FJ.
La Comisión de Derechos Humanos de Nepal llamó a los principales partidos políticos a "cesar de inmediato las violaciones de derechos humanos al tomar la justicia por mano propia".
Pero, lejos de terminar con sus actividades, el ministro del Interior, Bamdev Gautam, pidió a las organizaciones de jóvenes que ayuden a atrapar delincuentes y a imponer la ley y el orden.
Por su parte, Dhirendra Raj Pandey, activista de la sociedad civil que desempeñó un papel importante en el levantamiento popular de 2006 a favor de la democracia, sostuvo que la situación es inaceptable.
"No esperaba esta irracionalidad de los partidos políticos. En vez de institucionalizar las estructuras democráticas, crean estas fuerzas armadas de jóvenes", protestó.