Tras 20 años dedicados a mejorar la situación económica y social de Indonesia, Binny Buchori se prepara para su nueva carrera política gracias a la imposición por ley de cuotas mínimas de mujeres en las listas electorales.
Según ella, se trata de una consecuencia natural de la lucha por mejorar la vida de los millones de marginados de este archipiélago de Asia sudoriental. Pero también es el resultado de su análisis personal.
A 10 años de haber terminado con la dictadura de Suharto, que duró tres décadas, y de convertirse en un país democrático, aún queda mucho por hacer en Indonesia.
"Que avanzamos como democracia es un hecho visible en todo el tejido social, pero no se ha logrado prosperidad ni justicia", señaló Binny, de 50 años, entrevistada por IPS en un café de esta ciudad. "Necesitamos buenas políticas que cuenten con el apoyo del parlamento y financiamiento del gobierno".
Pero hay algo más detrás de su decisión de ser candidata del partido secular Golkar hacia las elecciones legislativas de abril de 2009.
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Graduada de la Universidad de Yogyakarta, distrito por el que se presentará a los comicios, Binny quiere aprovechar las ventajas de ley de cuotas.
Ella es una de las tantas activistas, académicas, conductoras de televisión y periodistas volcadas a la política gracias a la ley, aprobada este año, según la cual 30 por ciento de las listas de candidatos a los 550 escaños parlamentarios en disputa debe estar cubierto por mujeres.
"Los partidos políticos han sido presionados para llevar adelante el cambio", indicó Binny. "Pero ya le dije a mis compañeras que no tenemos que conformarnos con la cuota de 30 por ciento. Tenemos que aportar mejores iniciativas políticas."
La ley fue resultado de "una larga campaña llevada adelante por organizaciones no gubernamentales en defensa de la participación femenina en la política, como votantes y candidatas", explicó Fida Nasrallah, experta del programa electoral del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). "Es una norma positiva".
Pero hay algunos inconvenientes que podrán salir a la luz tras las elecciones del año próximo, explicó. "No hay sanciones contra los partidos que no cubran la cuota. Las candidatas corren con desventaja, porque no empiezan desde un terreno de igualdad."
Otra ley electoral, vigente desde 2003, no logró modificar el equilibrio de género en el parlamento de este país, donde radica la mayor comunidad musulmana del mundo, pues se limitaba a recomendar la cuota de 30 por ciento en las listas para las elecciones generales de ese año.
Por lo tanto, solo hubo 11 por ciento de legisladoras en los comicios parlamentarios de 2004.
El crecimiento de la cantidad de legisladoras tras las elecciones del año próximo será un logro más de los ya alcanzados en Indonesia en materia de participación política femenina.
Los avances más destacados se registraron en el Poder Ejecutivo, con el ascenso de la presidenta Megawati Sukarnoputri (2001-2004), hija del primer presidente indonesio, Achmed Sukarno (1901-1970), y líder del Partido Democrático Indonesio en Lucha.
Actualmente, hay dos mujeres en altos cargos de gobierno: la ministra de Finanzas, Sri Mulyani Indrawati, y la de Comercio, Mari Pangestu.
En los 10 años de democracia, las mujeres alcanzaron varios logros, como leyes para protegerlas de la violencia doméstica y la creación de centros de asistencia legal a las víctimas del flagelo, entre otras.
Además, las autoridades abandonaron la "política maternal" predominante durante la dictadura de Alí Suharto, cuando se esperaba de las mujeres un papel servil frente a sus compañeros.
Pero esos avances no han logado aliviar la carga y el acoso que sufren las mujeres.
Algunas medidas represivas de autoridades locales, como castigos contra mujeres solteras que caminan por la calle después de las 10 de la noche y otras restricciones a su libertad de movimiento, aparecieron con la democracia.
Los concejos también se aprobaron leyes que obligan a las mujeres a respetar la hiyab, código islámico de vestimenta femenina cuyas prendas varían según el localidad.
"El cuerpo de las mujeres se volvió un asunto político. Lo personal está muy politizado", subrayó Arimbi Heroepoetri, integrante de la Comisión Nacional para la Violencia contra las Mujeres. "Hay organizaciones conservadoras que se esfuerzan cada vez más para imponerles restricciones".
"En materia económica, hay leyes contra las mujeres, también de la era de Suharto, que todavía no han sido derogadas", apuntó. "Los bancos no les dan préstamos para iniciar un negocio, ni siquiera para comprarse un automóvil. Las candidatas deben trabajar en esas áreas."
La discriminación económica se refleja en la gran cantidad de mujeres que emigran a países vecinos, como Malasia y Singapur, o a naciones árabes ricas en petróleo dónde suelen desempeñarse como trabajadoras domésticas.
Por todo ello, las candidatas llevan una "carga doble", según Titik Hartini, directora ejecutiva de la Asociación para el Empoderamiento de la Comunidad, una red de 27 organizaciones dedicadas a temas como pobreza, salud y ambiente. "Tendrán que hacer entender a sus respectivos partidos los problemas que afrontan las mujeres y lograr su respaldo. Luego tendrán que trabajar para conseguir votos".
Un asunto de especial preocupación es que en Indonesia no se ha hecho un esfuerzo para recolectar datos acerca de situaciones importantes como la violencia de género. Una de las causas es la falta de voluntad política de gobiernos dominados por hombres.
Binny es conciente del desafío que se viene.
"A los hombres no les interesan las cuestiones sociales y de bienestar que preocupan a las mujeres. Sólo hablan de reducir la pobreza y de asignaciones presupuestales", indicó. "Pero ahora tenemos la oportunidad de cambiar las cosas. Quiero ayudar a las mujeres".