Cuando se avecina el invierno, miles de personas permanecen desplazadas de sus hogares como consecuencia del conflicto que enfrentó en agosto a tropas de Rusia y de Georgia en las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia, que buscan romper lazos con Tbilisi apoyadas por Moscú.
"Es una carrera contra el tiempo", dijo a IPS Andrej Mahecic, portavoz de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Muchos de los que huyeron de los bombardeos y el fuego de artillería han retornado a la "zona tapón" adyacente a la frontera administrativa de Osetia del Sur, pero sus condiciones de vida son completamente inadecuadas para soportar temperaturas bajo cero.
"La crisis humanitaria continúa siendo grave", señaló a IPS Giorgi Gogia, investigador de la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York.
Un informe de Amnistía Internacional de la semana pasada también expresó la preocupación sobre "la velocidad a la cual viviendas extremadamente dañadas pueden volverse nuevamente habitables a medida que se aproxima el invierno".
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Se estima que 35.000 desplazados internos viven aún en centros administrados por el gobierno georgiano. El Acnur espera que más personas busquen refugio de emergencia porque "se están quedando sin recursos, ya no pueden alquilar una casa", según Mahecic.
Grupos de derechos humanos han pedido a las autoridades de Tbilisi que asuman mayores responsabilidades para asegurar el bienestar de las personas que retornan.
"El gobierno de mi país está implementando un fuerte paquete de asistencia, construyendo refugios para el invierno. Esperamos contar con un sostenido y continuo apoyo", declaró a IPS el embajador de Georgia ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Irakli Alasania.
A medida que la temperatura desciende rápidamente, el Acnur ha lanzado un "programa de invierno", que incluye la distribución de leña y frazadas. También está trabajando para reparar las casas dañadas antes de que llegue el invierno, dijo Mahecic.
La comida es otro tema crítico, ya que muchas de las personas que regresan a sus hogares son pequeños agricultores que ahora no están en condiciones de sostener a sus familias.
"La mayoría de la cosecha se perdió cuando el territorio estuvo bajo la ocupación rusa. Lo que puedan obtener será suficiente para el otoño, pero con el invierno las necesidades aumentarán", señaló Gogia.
La seguridad sigue precaria. HRW informó de incidentes en territorios adyacentes a la frontera administrativa. Esas áreas "constituyen prácticamente tierra de nadie y las personas no pueden regresar", agregó.
"La situación a lo largo de la frontera de facto que separa a Osetia del Sur del resto del territorio de Georgia continúa siendo muy tensa", advirtió por su parte Amnistía Internacional.
"Alrededor de 10.000 personas que querían retornar a sus hogares en la ex 'zona tapón' se vieron impedidas de hacerlo, por informes sobre pillajes de milicias leales a Osetia del Sur", agregó la organización de derechos humanos.
El 8 de agosto, tropas georgianas intentaron tomar el control de Osetia del Sur, que gozaba de una independencia de facto desde 1992.
Fuerzas rusas, que oficialmente llevaban adelante en el territorio una misión de paz, respondieron lanzando una vasta operación militar. Los enfrentamientos armados, que costaron la vida de muchos civiles, finalizaron el 12 de agosto, tras una mediación del presidente de Francia, Nicolás Sarkozy
Para los 25.000 georgianos étnicos que huyeron de Osetia del Sur, "su derecho a un retorno seguro y digno aún no ha sido garantizado", advirtió Gogia.
La mayoría escapó de sus aldeas tras ser amenazados o atacados por milicias de Osetia del Sur, quienes saquearon y quemaron sus casas. Alrededor de 2.000 de esos desplazados internos permanecen en territorio ruso, según Amnistía Internacional.
Aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso ha señalado que su retorno es una prioridad, "todavía no está claro que se está haciendo para garantizar ese derecho", dijo Gogia.
"Georgia ha hecho esfuerzos significativos para construir alojamientos temporarios para las familias. Sin embargo, las necesidades humanitarias persisten, ya que esos refugios no son suficientes", agregó.
Según Mahecic, de los 192.000 desplazados internos registrados por las autoridades de Tbilisi en agosto ya han retornado a sus hogares alrededor de 80.000.
El Acnur ha comenzado a transformar edificios públicos abandonados en viviendas para alrededor de 20.000 desplazados. Pero aún aguarda que los donantes aporten los 44,5 millones de dólares solicitados al finalizar las hostilidades para poder cumplir con las tareas humanitarias. Hasta ahora sólo se cuenta con un tercio de ese total.
"Necesitamos urgentemente los fondos para la población recientemente desplazada, para cubrir sus necesidades y otros programas asistenciales", afirmó Mahecic.
Según Amnistía y otros organismos de derechos humanos, otra amenaza son las bombas de racimo. Arrojadas tanto por Georgia como Rusia, han provocado la muerte o graves heridas a muchos civiles y se encuentran esparcidas por una extensa zona.
"Muchos de los campesinos desplazados, descubrieron al retornar que no podían recoger la cosecha porque los campos estaban contaminados por bombas de racimo", señaló Gogia.
Grupos humanitarios están reclamando que se realice en forma urgente una limpieza de esas áreas.
Por otra parte, ambos bandos alegan que la entrega de ayuda humanitaria se ve obstaculizada por las autoridades fronterizas.
Gogia dijo que Georgia decretó hace poco que todos los bienes que cruzan desde Osetia del Norte a Osetia del Sur desde el lado ruso son ilegales. Agregó que, además, Rusia y Osetia del Sur están impidiendo que la ayuda llegue a Georgia.
"Esperamos que todas las partes honren sus compromisos. Las personas de todos los orígenes étnicos deben tener la posibilidad de retornar a sus hogares con seguridad y dignidad", concluyó Mahecic.