China parece haberse contagiado de la euforia mundial por la consagración de Barack Obama como presidente electo de Estados Unidos. Pero analistas advierten que Beijing podría adoptar una postura firme ante su gobierno, que comenzará el 20 de enero.
El presidente chino Hu Jintao señaló que el mundo había ingresado en una "nueva era histórica" y el periódico del Partido Comunista, el Diario del Pueblo, sostuvo que "Obama había hecho un milagro".
Tanto Hu como el primer ministro Wen Jiabao enviaron sus mensajes de felicitaciones al presidente electo en cuanto se conoció su triunfo.
"En esta una nueva era, espero que nuestras relaciones bilaterales de cooperación alcancen una nueva dimensión", reza el mensaje del presidente Hu. "El desarrollo de vínculos perdurables y saludables servirá a los intereses de los pueblos de ambos países."
Por su parte, analistas chinos aclamaron la victoria de Obama como signo del surgimiento de un nuevo país, más "reflexivo" y "humilde".
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"El triunfo significa que Estados Unidos tiene la posibilidad de reflexionar sobre sus errores pasados y de hacer cambios", sostuvo el columnista Chen Bing.
"Es obvio que están buscando respuestas a muchas interrogantes, como la guerra en Iraq y la crisis financiera, pero también a cuestiones de raza y religión en su sociedad", añadió.
Shi Yinhong, director de Estudios de Estados Unidos, de la Universidad de Renmin, cree que la crisis financiera le dio una lección a ese país y que el triunfo de Obama no podrá cambiar el hecho de que su gobierno ya no está en posición de imponer condiciones.
"Nunca vi al resto del mundo tan crítico hacia la superpotencia", observó. "Una cosa es hacerle frente a la oposición mundial por la guerra de Iraq y otra muy distinta que Estados Unidos no pueda con su propia economía."
Obama prometió restablecer la posición de su país en la comunidad internacional y proteger los intereses de las empresas estadounidenses en el mundo.
Las semanas anteriores a las elecciones estadounidenses estuvieron marcadas por un endurecimiento de la retórica hacia China en materia de comercio, cambio climático y derechos humanos.
Obama prometió un enfoque "enérgico y pragmático" respecto de la tasa de cambio, los derechos de propiedad intelectual y la seguridad en la fabricación de productos.
"China no puede permanecer indefinidamente al margen de la tendencia democrática mundial, del derecho y de los derechos humanos", escribió en un artículo publicado por la Cámara de Comercio Estadounidense en China
Obama estuvo a favor de boicotear la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Beijing en agosto y criticó al presidente George W. Bush por presenciarla. También se mostró decepcionado con el manejo de la crisis tibetana por parte de Washington.
Bush "no fue lo suficientemente agresivo al instar al gobierno chino a hacer concesiones", declaró, refiriéndose a las conversaciones de Beijing con el líder espiritual tibetano Dalai Lama.
Pero Beijing no está de humor para tolerar las críticas de Estados Unidos como en el pasado.
El presidente número 44 de Estados Unidos se para frente a una China cada vez más confiada y enérgica, consciente de que la fortaleza económica de ese país en el mundo quedó diezmada tras la crisis financiera.
Washington tiene pocas posibilidades de transformar de forma radical las relaciones sino-estadounidenses. Y Beijing chino ya hizo saber que resistirá sus presiones en materia de comercio y cambio climático.
La semana pasada, China divulgó un documento político sobre recalentamiento planetario, en el que exhorta a Estados Unidos y a otros países occidentales a impulsar la transferencia de fondos y de tecnología hacia las naciones en desarrollo.
Además, Beijing instó a Washington a reducir sus barreras comerciales y de inversiones y a dejar de responsabilizarlo por el desequilibrio de la balanza comercial bilateral. China tiene un abultado superávit con Estados Unidos.
Expertos sostienen que Obama dejará de lado la firmeza exhibida en su campaña electoral ante China, hasta adoptar por un enfoque más sosegado y moderado, acorde con la complejidad de las relaciones entre ambos países.
"Las relaciones bilaterales tendrán nuevos elementos, pero a grandes rasgos seguirán iguales", señaló este jueves el especialista en asuntos de Estados Unidos Liu Weidong. "Nuestras economías son interdependientes. Washington necesita ayuda de Beijing en materia de seguridad internacional. Ningún presidente estadounidense puede olvidar eso."
El nuevo gobierno de Estados Unidos respetará las políticas chinas vigentes, declaró el asesor más importante de Obama para China, Jeffrey Bader, antes de las elecciones.
"En el centro de las futuras relaciones entre China y Estados Unidos hay desafíos comunes, como la amenaza nuclear, el terrorismo en Afganistán y Pakistán, el recalentamiento, la seguridad energética y el vínculo con los países africanos", indicó Bader.
Obama tratará los asuntos chinos de "forma más modesta y pragmática", aseguró.
El saliente gobierno de Bush logró promover un mayor grado de entendimiento de alto nivel con Beijing, mediante conversaciones regulares a través del Diálogo Económico Estratégico.
Expertos chinos creen que el gobierno de Obama deberá promover los mecanismos existentes e invertir más esfuerzo en conocer mejor a sus contrapartes chinos.
"El mundo está frente a una recesión y ambos países deben prepararse para un largo invierno", señaló Zhang Guoqing, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Beijing.