Si Estados Unidos normaliza sus relaciones comerciales con Irán, y este país liberaliza su economía, Washington podría reducir sus costos de energía y volcar decenas de billones de dólares a su mercado interno, señalaron exportadores estadounidenses.
En ese escenario, los precios del petróleo podrían caer 10 por ciento, según un informe del Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC, por sus siglas en inglés), dirigido al presidente electo Barack Obama, quien asumirá su cargo el 20 de enero.
Obama indicó su voluntad de explorar nuevos enfoques en relación con el prolongado enfrentamiento entre su país e Irán. Durante la campaña electoral fue criticado por favorecer el "apaciguamiento" cuando Washington buscaba aumentar la presión sobre Teherán por su programa nuclear y su supuesto apoyo al terrorismo.
Pocos esperan un cambio radical en la política estadounidense hacia Irán durante la gestión de Obama, pero las transiciones presidenciales son siempre vistas como una oportunidad para explorar nuevos caminos.
El presidente del NFTC, Bill Reinsch, dijo que la organización busca persuadir al nuevo gobierno de que "las sanciones unilaterales, destinadas a modificar la conducta de los regímenes problemáticos, por lo general no logran su objetivo, pero sí tienen éxito en generar una serie de consecuencias económicas significativas".
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Según el NFTC, si Estados Unidos deja de lado las sanciones unilaterales y, a su turno, Irán levanta las prohibiciones contra las inversiones extranjeras, particularmente en el sector petrolero, Teherán podría incrementar su producción de hidrocarburos alrededor de 50 por ciento, lo que llevaría a una caída en el precio en torno del 10 por ciento.
Esto reduciría la "factura" de importaciones de petróleo de Estados Unidos en 38.000 millones de dólares al año.
El grupo considera que una liberalización de la economía de Irán incrementaría el comercio exterior de ese país en 61.000 millones de dólares, agregando 32 por ciento a su producto interno bruto (PIB). A su vez, el comercio de los sectores no petrolero y de servicios de Estados Unidos aumentaría 46.000 millones de dólares, equivalentes a 0,4 por ciento del PIB.
"Abrir el mercado iraní a las inversiones extranjeras sería de gran ayuda para compañías multinacionales estadounidenses competitivas, en diversas ramas de los sectores manufacturero y de servicios", agregó el informe.
El gobierno del presidente George W. Bush, que actuó en el marco de la Organización de las Naciones Unidas para detener el programa iraní de enriquecimiento de uranio, impuso el mes pasado amplias sanciones unilaterales contra Teherán para impedir que las fuerzas armadas y bancos de ese país tuvieran acceso al sistema financiero de Estados Unidos.
Washington y su más estrecho aliado en Medio Oriente, Israel, afirman que Irán enriquece uranio para fabricar armas nucleares, acusación que Teherán niega, insistiendo en que sólo persigue fines pacíficos. Bush también lo incluyó en la lista de países que "apoyan al terrorismo", especialmente a grupos en Iraq, Afganistán, Líbano y la Franja de Gaza.
Según las leyes estadounidenses, las compañías locales y extranjeras tienen prohibido invertir más de 20 millones de dólares en Irán. Por su parte, Teherán tomó en sus manos las operaciones de sus estratégicos sectores petrolífero y gasífero, que constituyen alrededor de 40 por ciento de su economía.
Otros gobiernos que han expresado su apoyo a las sanciones adoptadas por la administración de Bush no han limitado la actividad de sus propias compañías en Irán, mientras que Estados Unidos no inició acciones judiciales contra esas empresas.
EL NFTC se ha opuesto desde hace mucho tiempo a las sanciones unilaterales.
"Como ocurre con todos los embargos, la eficacia de las sanciones para forzar cambios políticos es objeto de controversias. En términos económicos, sin embargo, ambas parten pierden a causa de ese callejón sin salida geopolítico", señalaron los economistas Dean DeRosa y Gary Hufbauer, autores del estudio.
Hufbauer dedicó décadas al análisis del empleo de sanciones. En un informe anterior, él y sus colegas del Instituto Peterson de Economía Internacional examinaron más de 200 casos de los últimos 100 años, incluido el de Irán. Llegaron a la conclusión de que sirvieron para alcanzar objetivos de política exterior en apenas un tercio de las oportunidades y, en la mayoría de las ocasiones, sólo en forma parcial.
Ese estudio, difundido en julio, demostró que las sanciones tienden a funcionar cuando están dirigidas contra gobiernos democráticos de países amigos, pero no al aplicarse a naciones adversarias y autócratas. En los últimos años, señaló, las sanciones multilaterales han tenido más éxito que las unilaterales.
"Esa tasa de éxito de 33 por ciento indica que en alrededor de dos tercios de los casos no se logró el objetivo de política exterior que se buscaba. Y cuando se lo alcanzó, otros medios fueron decisivos, usualmente la fuerza militar", destacó el informe.