Muchos de los seguidores del presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama, se preguntan cuántas de sus promesas de campaña recibirán prioridad durante sus 100 primeros días desde que asuma el cargo el 20 de enero.
Aunque la recesión económica domina la agenda interna, también deberá enfrentar una serie de temas de política internacional, que incluyen el cambio climático, el multilateralismo, los derechos humanos, el libre comercio y las armas de destrucción masiva.
Obama declaró que Estados Unidos "busca un mundo en el que no existan las armas nucleares". ¿Dará al desarme mayor prioridad que los gobiernos anteriores?
El presidente electo ha repetido esa frase en numerosas ocasiones, aunque siempre con la aclaración de que "mientras existan las armas nucleares, Estados Unidos deberá mantener una fuerte capacidad de disuasión", dijo en una entrevista con IPS Jacqueline Cabasso, activista por el desarme, ganadora del Premio de la Paz Sean MacBride 2008, otorgado por la Oficina Internacional por la Paz, con sede en Ginebra.
"Dentro de esa breve frase se encuentra el masivo y poderoso complejo militar-industrial que ha perpetuado con éxito el papel central de las armas nucleares como piedra angular de la política de seguridad nacional desde 1945, aunque la Guerra Fría terminó hace casi 20 años", agregó.
[related_articles]
IPS: Durante la presidencia de Obama, ¿será el tema del desarme otro "buen intento" en una causa perdida?
JACQUELINE CABASSO: Ya hay planes en ejecución para invertir miles de millones de dólares en la modernización del complejo de investigación y producción de armas nucleares en Estados Unidos. Obama ha realizado promesas que suenan alentadoras. Entre ellas, mantener los compromisos de Washington en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), trabajar con Moscú para no tener misiles en estado de alerta, reducir el arsenal estadounidense y buscar una prohibición internacional a la producción de material fisionable para la fabricación de armas.
Pero no está clara su posición respecto del provocativo programa de defensa misilística, y tanto él como el vicepresidente electo, Joseph Biden, votaron en el Senado a favor del tratado de cooperación nuclear con India, que puede fomentar la proliferación.
También me preocupa que Obama se esté rodeando de colaboradores que fueron funcionarios durante la gestión del ex presidente Bill Clinton (1993-2001). Fue su gobierno el que dio la espalda a la oportunidad histórica que se presentó con el fin de la Guerra Fría, tras la disolución de la Unión Soviética, para dar pasos decisivos hacia la eliminación de las armas nucleares.
Le otorgo a Obama el beneficio de la duda, pero si es realmente serio acerca de dejar de lado las armas nucleares, tendrá que adoptar políticas totalmente diferentes a las de Clinton y el presidente saliente, George W. Bush, y enfrentar a algunas de las fuerzas más poderosas del planeta.
IPS: ¿Cuál es su reacción ante los escépticos para quienes el desarme es un objetivo inalcanzable, considerando que el mundo aceptó sumisamente en las últimas tres décadas a otras tres potencias nucleares: India, Israel y Pakistán, y quizás ahora también Corea del Norte.
JC: No estoy segura de coincidir con la caracterización de que el mundo aceptó ese hecho sumisamente. Más allá de las limitadas sanciones impuestas a Corea del Norte, India y Pakistán, creo que los gobiernos no supieron qué hacer. No quisieron provocar una profunda división estratégica y, en el caso de Corea del Norte, un devastador conflicto militar que podría haber llevado al uso de armas nucleares.
Los países que las poseen y sus aliados estratégicos no podían demandar efectivamente que las nuevas potencias atómicas se desarmaran en forma unilateral. Después de todo, las cinco naciones que las tuvieron originalmente —China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia— son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y han convertido a las armas nucleares en la moneda corriente del poder global.
Pero la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales siempre supieron qué hacer. Entendimos que la eliminación de los arsenales atómicos era un imperativo para la supervivencia. Y sabemos que eso nunca sucederá si no lo exigimos.
Estoy orgullosa de ser "madre fundadora" de la Red Global para la Eliminación de las Armas Nucleares, que se constituyó en 1995 durante la Conferencia de Revisión y Extensión del TNP para exigir el inicio inmediato de negociaciones con el fin de suprimir los arsenales atómicos con un plazo establecido. Ese llamado ha sido adoptado ahora por el grupo Alcaldes por la Paz, que lanzó una campaña para la eliminación total en 2020.
IPS: ¿Usted cree que China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia tienen la autoridad moral para reclamar la abolición de las armas nucleares mientras se arrogan el derecho de conservar las suyas?
JC: Es inmoral e ilegal. Me indigna escuchar a funcionarios estadounidenses cuando declaran que se debe evitar que las armas nucleares caigan en "las manos equivocadas". ¿Cuáles son las correctas? ¿Las únicas que, hasta el momento, las han arrojado sobre poblaciones civiles, por lo cual jamás se presentó una disculpa? Nadie debe poseer armas atómicas.
El TNP se encuentra ahora en riesgo, en buena parte por la falta de buena fe evidenciada por las potencias nucleares respecto de su cumplimiento de la obligación del desarme incluida en su artículo sexto. Aunque el término "buena fe" puede sonar vago, la obligación de desarmarse de los estados nucleares tiene un significado legal muy preciso.
Si la potencia militar más poderosa que ha existido sobre la faz de la tierra basa su seguridad nacional en la amenaza de usar primero sus armas nucleares, ¿por qué deberíamos esperar que países menos poderosos no adoptaran la misma actitud? Esta situación es insostenible. Ya es tiempo de abandonar la idea de la seguridad "nacional" basada en un poder militar abrumador y reemplazarla con el nuevo concepto de una seguridad "humana" universal y ecológicamente sustentable.
Con la economía mundial en estado de colapso, y la explosión de esperanza en respuesta al triunfo de Obama, están dadas las condiciones para que el público reclame la abolición de los arsenales nucleares. Pero en este momento debemos entender que eso solo no es suficiente. Debemos insistir para que el desarme nuclear sirva para lograr la desmilitarización y la reasignación del gasto de defensa, con el objetivo de atender las necesidades humanas y salvar el ambiente.