CULTURA-BRASIL: Iguales en la diferencia

«Es la sociedad que hace cultura». Parece una tautología, pero en boca de Celio Turino la expresión gana el sentido de un vuelco en la política cultural en Brasil, democratizadora y participativa.

Turino, como secretario de Programas y Proyectos (SPPC) del Ministerio de Cultura, es quien ideó e impulsa los llamados Puntos de Cultura, que se reunieron del jueves al domingo en la llamada Teia (tela), una muestra de la diversidad de espectáculos que proliferan por el país y a la vez encuentro de intercambio y reflexión. Uno de ellos tiene sede en São Luis, la capital del nororiental estado de Maranhão.

Los Puntos son iniciativas en general comunitarias, que varían desde un grupo de indígenas que filman sus leyendas en vídeo a otras de músicos o de rescate de la cultura popular. Ya hay 850 de este tipo de encuentros apoyados por el Ministerio y está en curso un proceso para llegar rápidamente a 2.000 en cooperación con gobiernos estaduales. La meta es alcanzar los 20.000 en 2010.

Reciben una ayuda de un máximo de 185.000 reales (unos 80.000 dólares), en cinco cuotas semestrales. Algunos son "pontões" (puntos grandes), por su proyección mas allá de lo local y la capacidad de irradiación y articulación, y reciben casi el triple de recursos, de una sola vez.

Es el caso del Centro de Teatro del Oprimido, de Río de Janeiro, que ya capacitó en sus talleres a mas de 300 multiplicadores que difunden su metodología de presentaciones callejeras, desarrollado por el brasileño Augusto Boal, que involucra a los transeúntes en la acción dramática.
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Otro ejemplo es Video en las Aldeas, que tiene sede en Olinda, ciudad histórica del nordeste brasileño, y produce filmes sobre variados temas indígenas, más de un tercio realizados por los propios aborígenes.

No son simples documentales de aficionados, sino que varios ganaron premios nacionales e internacionales. Es que representan una mirada audiovisual indígena con calidad artística, señaló Turino a IPS.

El programa de los Puntos de Cultura es sencillo. Se trata de reconocer las buenas actividades culturales que se desarrollan en las más variadas comunidades, en la periferia de las grandes metrópolis o pequeñas ciudades del interior de Brasil, y concederles una pequeña ayuda para ampliación y calificación.

Una parte de los recursos se destina a la adquisición de equipos de multimedia, para que todos desarrollen la producción audiovisual y capacidades de comunicación. Se fortalece así la formación de redes y el intercambio que son otra forma de capacitar y elevar la calidad de las actividades culturales, explicó Turino.

Los Puntos de Cultura se contraponen a una distorsión de la política brasileña de incentivos culturales, que sólo reconoce como "productores culturales" a los profesionales del sector, que en buena parte son actividades de puro entretenimiento, ya insertados en el mercado. La "sociedad que hace cultura" está excluida.

Esa tendencia se acentuó con la llamada ley 8.313, de mecenazgo, aprobada en 1991 y conocida por el nombre de su autor, el entonces secretario de Cultura, Sergio Rouanet. Esa norma estimula las empresas a financiar actividades culturales y artísticas, permitiéndoles reducir impuestos debidos.

Ese mecanismo representa hoy 80 por ciento de las inversiones que teóricamente pasan por el Ministerio de Cultura. En realidad se trata de recursos que serían públicos, pero cuya destinación la deciden las empresas, según sus intereses en asociar su imagen al acto u obra cultural financiada. Nada que ver con una política pública de cultura.

A eso se agrega otra distorsión. El año pasado, 80,3 por ciento del financiamiento cultural por la ley Rouanet se concentró en el sudeste, la región más rica de Brasil y que alberga a 43 por ciento de los 188 millones de habitantes del país. De esa manera, el incentivo contribuye a agravar los desequilibrios regionales y las desigualdades sociales.

Esas inversiones jamás llegarían, por ejemplo, a Laborarte, un centro de cultura popular creado hace 36 años en São Luis. Reconocido como Punto de Cultura desde diciembre de 2007, pudo ampliar sus cursos y actividades en los barrios de la ciudad.

Los Puntos de Cultura son una "gran idea", que "crea una red de apoyo para todos", reconoce Nelson Brito, coordinador de Laborarte y quien ya fue secretario de Cultura de São Luis. Empero, criticó la prohibición de destinar los recursos del programa a gastos corrientes, como cuentas de luz y agua.

Incrementar actividades culturales aumenta gastos, se quejó.

Laboriarte ofrece cursos de danza, teatro, percusión e informática, pero su prioridad son manifestaciones de la cultura popular de Maranhão, como Cacuriá y Tambor de Crioula (negra), danzas típicas de raíces africanas, con música de mucha percusión.

Uno de los grupos organizados de Laborarte divulga el Cacuriá, una danza surgida en los años 70, que mezcla varias tradiciones maranhenses. "Es alegre y sensual", definió Madá Machado, una joven que, además de hacer parte del grupo de 36 personas hace tres años, trabaja como secretaria de Laborarte.

"No conocía nada de cultura popular" antes de participar de talleres en Laborarte, pero "me identifiqué con el Cacuriá y no veo mi futuro fuera de esa área", confesó a IPS.

Su colega, Cristiane Lima quiere ser una "bailarina completa", participando de otras danzas. Es quien trata de cuestiones administrativas del Punto de Cultura, haciendo informes y piensa estudiar administración para dedicarse a la gestión cultural.

Además de los cursos en su sede, una casa en la parte pobre del centro de São Luis, Laborarte divulga el arte popular en "caravanas" que comprenden talleres sobre las distintas actividades y la presentación de espectáculos en barrios y comunidades de la Gran São Luis y eventualmente en ciudades lejanas, como Rio de Janeiro.

Laborarte trata siempre de dar visibilidad a los grupos artísticos de esas comunidades, haciendo presentaciones conjuntas, en esas "caravanas", observó Brito.

Las manifestaciones tradicionales de Maranhão están muy vinculadas a las fiestas católicas, fechas en que Laborarte siempre promueve espectáculos y encuentros callejeros, como obras teatrales en Navidad y el acto de la quema del Judas en el sábado de la Semana Santa, con poesías populares que satirizan los políticos.

Con el refuerzo del Punto de Cultura, Brito pretende ampliar las actividades a artes plásticas y de capoeira, una danza derivada de una forma de lucha corporal de los esclavos africanos que exige gran agilidad especialmente de la piernas, y se difundió en muchas partes del mundo.

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