Los partidarios más fervientes de una conclusión acelerada de las negociaciones de la Ronda de Doha buscan el amparo del Grupo de los 20 (G-20) países que examinarán en Washington eventuales reformas al sistema financiero internacional, para impulsar un acuerdo de esas discusiones comerciales.
La iniciativa guarda relación con el denso ambiente internacional de estos días, pues entre otros aspectos toma en cuenta las gestiones por atenuar los efectos de la crisis financiera en la economía real y también el cambio de gobierno que ocurrirá en Estados Unidos en enero de 2009.
El dueño de la idea, el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, imagina que un punto de la declaración de los líderes del G-20 dedicado a vigorizar las negociaciones de Doha, puede conseguir que la primera etapa de ese ciclo se cierre antes de fin de año.
Amorim estimó que un pronunciamiento del G-20, que se reunirá el 15 de este mes, tendría que fijar un plazo de tres o cuatro semanas para que los negociadores completen la redacción de las modalidades de agricultura y productos industriales, los dos temas considerados como la columna vertebral del paquete de Doha.
Las negociaciones de Doha, lanzadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) en la capital de Qatar en noviembre de 2001, traen un atraso considerable pues debían acabar en 2005. El último atasco apareció en julio, cuando fracasaron las discusiones que sostenían ministros de unos 35 de los 152 Estados miembros de la institución.
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El ministro brasileño cree que aún es posible concluir las modalidades, que son los parámetros generales para el acuerdo final, antes de fin de año. "No es fácil, pero es posible", dijo.
Amorim espera conseguirlo mediante un punto específico del documento que aprobarán los líderes del G-20, en el cual impartan instrucciones a sus ministros de comercio para que concluyan las negociaciones en un plazo determinado.
Esas nuevas negociaciones deberían girar en torno a los 20 temas que el director general de la OMC, Pascal Lamy, presentó a la sesión de julio, en una tentativa por destrabar las discusiones.
El canciller brasileño aceptó que algunos países disintieron con el contenido de esos temas, pero nadie objetó esos puntos, afirmó.
Creo que el G-20 debe impartir instrucciones fundadas en esos temas, insistió.
Sin embargo, el director de negociaciones económicas internacionales de la cancillería argentina, Néstor Stancanelli, opinó que "ese paquete es inviable", en alusión a los 20 puntos propuestos por Lamy. Esa propuesta "no ofrece solución", declaró a IPS el negociador argentino en una comunicación telefónica desde Buenos Aires.
Stancanelli evitó cuestionar la idea de Amorim. "Queremos terminar la ronda, nadie se opone, pero todo depende de la sustancia del acuerdo", dijo.
Argentina ha sido uno de los países más opuestos a la concertación de un acuerdo basado en las propuestas de Lamy, porque "no ofrecen un equilibrio entre las concesiones de agricultura y las de productos industriales", precisó.
Si en productos industriales, o NAMA como se los denomina en la jerga de la OMC, "no se contempla una flexibilidad adecuada para los países en desarrollo, no hay ninguna posibilidad de acuerdo", declaró Stancanelli.
En cambio, si aparecen un equilibrio y diferencias sustanciales en los cortes de aranceles entre países en desarrollo e industrializados, sí es posible el acuerdo. "Pero desde aquí no veo ese movimiento", insistió.
En cuanto al contenido de la eventual declaración del G-20 dedicada al comercio, Amorim advirtió de que no podrá ser demasiado específica porque "no podemos pedirles a los líderes que negocien lo que nosotros (los ministros) no hemos sido capaces de negociar".
Tampoco podrá ser totalmente vaga, porque en ese caso se convertiría "en una declaración más", dijo.
El canciller brasileño estimó que un plazo de tres o cuatro semanas para que los negociadores concluyan las modalidades es apropiado. Más allá llegan las fiestas de Navidad y Año Nuevo predominantes en los calendarios de países occidentales, como también los cambios de gobiernos, recordó.
Con relación a las nuevas autoridades estadounidenses, Amorim opinó que si encuentran un acuerdo concertado por los 152 miembros de la OMC, puede ocurrir que lo acepten y se dediquen a aplicarlo.
La otra posibilidad es que cuando asuman en enero no haya modalidades y en consecuencia se sientan con el derecho a presentar nuevas ideas y nuevos temas. Por supuesto, las otras partes pueden hacer lo mismo, y así se consumirá mucho más tiempo en la conclusión de Doha, razonó Amorim.
Stancanelli ofreció una visión diferente respecto a la reacción estadounidense. Habrá que esperar lo que declara el presidente electo, tendremos que basarnos en la realidad, dijo.
El negociador argentino recordó que Sudáfrica e India han objetado también el desarrollo de las negociaciones de julio. Los países industriales tienen que reconocer que su crecimiento depende del avance económico de las naciones en desarrollo, explicó.
El G-20, creado en 1999 en respuesta a las crisis financieras de fines de la década de 1990, como un mecanismo de diálogo entre las naciones más industrializadas y algunos países emergentes.
Hoy lo conforman el Grupo de los Ocho países más poderosos —Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia—, además de Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, Corea del Sur, India, Indonesia, México, Sudáfrica y Turquía, y la Unión Europea como bloque.