CAMBIO CLIMÁTICO-AMÉRICA LATINA: Números que asustan

América Latina y el Caribe necesitan cientos o miles de millones de dólares para hacer frente al impacto económico del cambio climático, y esos fondos no abundan en el mercado internacional.

Diputada salvadoreña Lourdes Palacios Crédito:
Diputada salvadoreña Lourdes Palacios Crédito:
El Banco Mundial advirtió, ante legisladores presentes en un foro que concluirá este domingo en México, que cada desastre natural vinculado con el cambio climático en la región, como tormentas, sequías e inundaciones, cuestan, en promedio, 0,6 por ciento del producto interno bruto de los países afectados.

Si la frecuencia de estos fenómenos aumenta de uno cada cuatro años a uno cada tres, esos desastres podrían reducir dos por ciento el producto interno bruto por habitante y por década en la región, según un informe presentado por Laura Tuck, directora del Departamento de Desarrollo Sustentable del Banco Mundial.

La economía caribeña podría sufrir pérdidas de 6.000 millones de dólares hacia 2050 en gastos de producción costera y en el turismo, la industria farmacéutica y la pesquera.

Aunque la contribución de América Latina a las emisiones de gases invernadero, causantes del cambio climático "es baja, la región necesitará tomar medidas para permanecer en un ruta de alto crecimiento (económico) y carbono bajo", dijo Tuck en el foro, celebrado en la sede del Congreso legislativo mexicano.
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En esta capital se dan cita 77 legisladores de la región, bajo el auspicio del Congreso mexicano, el Banco Mundial, la Alianza de Comunicadores para el Desarrollo Sostenible (COM+), la Organización Global de Legisladores para el Equilibrio Ambiental (Globe) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

"Necesitamos fondos para tomar medidas contra el cambio climático y los recursos son escasos", dijo a IPS el legislador jamaiquino Noel Arscott.

En los próximos cinco años, esa isla caribeña necesitará entre 1.000 millones y 2.000 millones de dólares para desarrollar energías renovables, como acción dirigida a atacar las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del uso de combustibles fósiles.

América Latina es responsable de 12 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero, que provocan el aumento de la temperatura y la alteración mundial del clima. México y Brasil encabezan el listado de mayores emisores de la región.

"Podemos tomar medidas para modificar nuestra matriz energética", pero "lo que necesitamos es adaptación", para lo cual se requiere de fondos procedentes de los países industriales, "que son los que deben tomar medidas para reducir las emisiones", dijo a IPS la diputada salvadoreña Lourdes Palacios.

El Salvador necesita 130 millones de dólares para ejecutar proyectos de agua y saneamiento ambiental. El Congreso legislativo de esa nación salvadoreña aprobó hace poco un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo por 20 millones de dólares con esos objetivos.

La reunión de Globe, organización creada en 1989, se celebra en vísperas de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en la ciudad polaca de Poznan.

La conferencia, que se desarrollará los días 9 y 10 de diciembre, evaluará el cumplimiento del Protocolo de Kyoto de la Convención, que entró en vigencia en 2005 y que obliga a los países industriales a reducir sus emisiones de gases invernadero.

Estados Unidos está excluido de esos compromisos, pues retiró su firma del Protocolo en 2001, pocas semanas después del inicio de la primera presidencia de George W. Bush.

Los efectos inmediatos del cambio climático en América Latina y el Caribe son el incremento de temperatura de 0,1 grados centígrados durante la década pasada, huracanes intensos, inundaciones en el sur de Brasil, Paraguay y Uruguay y sequías en el sur de Chile, el sudoccidente de Argentina y en Perú.

Las consecuencias del cambio climático a largo plazo en la región, según el informe del Banco Mundial, incluyen la desaparición de glaciares tropicales, la expansión de enfermedades tropicales, la destrucción de biodiversidad y ecosistemas —como mantos de coral y selvas tropicales—, la caída de la producción agrícola y la devastación de la infraestructura costera.

La productividad agrícola podría caer en América del Sur entre 12 y 50 por ciento par 2010, dependiendo de un escenario climático modesto o severo. En México podría registrarse una pérdida casi total de la productividad económica en 30 a 85 por ciento de las haciendas.

"Serán necesarios una política coherente y un marco de inversión, tanto para la adaptación como para la mitigación", planteó Tuck.

América Latina y el Caribe poseen más de 33 por ciento de la biomasa forestal del mundo, 50 por ciento de las selvas forestales y 65 por ciento de biomasa forestal tropical. Sus exportaciones agrícolas equivalen a 12 por ciento del total mundial y tres por ciento del empleo agrícola.

El borrador de declaración final de la reunión, al cual IPS tuvo acceso, propone que hasta 2020 "los países en desarrollo más importantes deben asumir compromisos adecuados (…) para reducir la intensidad de las emisiones de carbono en su desarrollo".

Con ese fin, "deben contar con (…) transferencias de recursos y tecnologías" de los países industriales.

Pero Tuck alertó de que "a pesar de las innovaciones, América Latina y el Caribe se ha estado moviendo en una ruta de crecimiento alto en carbono".

De esa cuenta, las emisiones por habitante de dióxido de carbono, el principal de los gases invernadero, generadas por consumo de energía crecerían 9,5 por ciento para 2015 y 33 por ciento para 2030.

El Banco Mundial propuso a la región establecer una "arquitectura internacional" en materia de cambio climático y de políticas internas para adaptarse a los efectos de ese fenómeno y explotar las oportunidades de mitigación.

Tuck sugirió "mecanismos viables para permitir el apoyo financiero a políticas que reduzcan la deforestación y la degradación del suelo, esquemas de comercio de carbono que promuevan la energía hidráulica y la reducción de barreras comerciales a los biocombustibles".

"Tenemos que calcular nuestra deuda ecológica y la manera de pagarla", dijo la diputada salvadoreña Palacios.

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