Grandes áreas del sur y el oriente de Australia padecen la sequía. Mientras, el poblado de Orange, 260 kilómetros al oeste de Sydney, desarrolla el primer programa para cosechar agua de lluvia en este país.
El proyecto "está diseñado inicialmente como una respuesta de emergencia, porque no teníamos una fuente alternativa a la que acceder rápidamente", dijo a IPS el director de servicios técnicos del concejo de Orange, Chris Devitt.
Devitt señaló que, como el proyecto Cosecha de Agua de Lluvia del Riachuelo Empantanado Blackmans (Blackmans Swamp Creek Stormwater Harvesting) ofrece una "solución bastante rápida" para la crisis hídrica de Orange, el concejo quiere convertirlo en permanente para atacar las consecuencias de la sequía.
Las dos reservas de Orange están cubiertas a 40,5 por ciento de su capacidad, e incluso a comienzos de septiembre estuvieron a 27 por ciento, tras la estación de lluvias.
El 5 de este mes, un comunicado sobre la sequía emitido por el Centro Nacional del Clima (NCC) del Buró de Meteorología insinuó que las condiciones de sequía se volverán la regla, más que la excepción, a medida que se afiancen los efectos del cambio climático.
[related_articles]
"La combinación de calor récord y las sequías generalizadas de los últimos cinco a 10 años sobre grandes zonas de Australia meridional y oriental no tiene precedentes históricos y es, al menos en parte, un resultado del cambio climático", señaló el NCC.
El plan de Orange involucra captar agua del riachuelo Blackmans, al nordeste del poblado, extrayéndola y tratándola antes de su llegada a la principal represa de agua potable del lugar.
Pero aunque los aproximadamente 40.000 residentes de Orange pronto pueden tener más agua disponible con la primera "cosecha" planificada para marzo de 2009, se han planteado preocupaciones en relación a la calidad.
El pueblo está sometido hoy a las restricciones hídricas de nivel 5, que limitan severamente el uso del agua en los hogares, con multas de hasta 2.000 dólares australianos (1.351 dólares estadounidenses) para quienes no las cumplen.
Los ciudadanos de Orange han estado difundiendo sus puntos de vista sobre el proyecto en un sitio web (vinculado con la página en Internet del propio concejo) establecido a tales efectos.
Entre las preocupaciones planteadas figura el hecho de que el agua que fluye por calles, senderos y parques no será adecuada para beber, aunque un abrumador 85,7 por ciento de los consultados en una encuesta publicada en el sitio web dijeron que estarían felices de beber agua de lluvia.
Devitt dijo que el concejo trabaja duro para convencer a la gente de que el agua será segura.
Destacó que el concejo realizó un taller de dos días con "varias autoridades del gobierno" y "agencias ambientales", entre ellas los departamentos de salud y de agua y energía del gobierno del sudoccidental estado de Nueva Gales del Sur.
"Como consecuencia, tenemos en práctica procesos bastante robustos para protegernos contra toda contaminación", señaló Devitt.
Geolyse, consultora local que evaluó los factores ambientales en nombre del Concejo de Orange, espera que el agua sea de alta calidad.
"Los datos disponibles señalan que la calidad de esta agua es mejor que los valores habituales para las áreas de captación urbanizadas", establece el informe preparado por Geolyse y difundido en julio.
Pero aunque todo indica que el agua, en efecto, será segura para beber, los habitantes que viven corriente abajo de Orange —entre ellos cultivadores y pastores que usan el riachuelo— les preocupa que la cosecha de lluvia tenga un impacto perjudicial sobre ellos.
"Estamos muy temerosos de que esto realmente restrinja nuestro acceso a los flujos hídricos, particularmente durante los meses más secos del año, en el verano", dijo el cultivador de manzanas Ian Pearce, haciéndose eco de la preocupación de los irrigadores en la cuenca de Murray-Darling —la región agrícola más importante de Australia— en relación al acceso al agua.
Aunque su huerto no da de frente al riachuelo, Pearce tiene una licencia que lo autoriza a bombear agua hacia su propiedad, ubicada a aproximadamente un kilómetro.
Pearce ve esta agua como su "política de seguros". Prefiriendo usar represas y agua de pozo en su propiedad.
"Pero en los últimos cinco o seis años, cuando estuvo horrendamente seco, no llegó ningún residuo líquido a nuestras represas, dependimos mucho de nuestra licencia sobre el riachuelo para nuestro suministro hídrico", dijo a IPS.
La suya es una preocupación de la que otros participantes también están conscientes. Aunque Geolyse reconoce que el proyecto de cosecha de agua de lluvia "debe tener un impacto corriente abajo", alega que puede implementarse "sin el riesgo de (daño) serio o irreversible" para el ambiente.
"El desafío será administrar de modo adaptativo el uso del programa, a fin de que este impacto no sea significativo y que las necesidades de los usuarios (que viven) corriente abajo y el entorno acuático no se vean afectados", señaló el informe de los consultantes presentado en julio.
El concejo —que financia el proyecto de 3,30 millones de dólares junto con el gobierno estadual— también está ansioso por compensar ese malestar.
En un comunicado difundido el mes pasado, el alcalde de Orange, Reg Kidd, señaló que podrían cosecharse hasta 2.200 megalitros —equivalentes a más de 200 días de uso de agua del pueblo— de los 12.000 megalitros que, en promedio, fluyen cada año por el riachuelo.
"Limitar la cosecha asegura que se mantengan los flujos ambientales y que los usuarios que viven corriente abajo, que dependen del agua para subsistir, no sean perjudicados", dijo el alcalde.
Su posición es apoyada por el director técnico del concejo. "El principal determinante, supongo, es que el proyecto sólo cosecha efectivamente cuando hay agua excedente en el riachuelo. Ochenta por ciento del tiempo, el sistema del riachuelo operará como de costumbre", señaló Devitt.
Pero aunque Pearce no se opone a la cosecha de agua de lluvia en sí misma, no está convencido de que el sistema del riachuelo Blackmans —al que describe como "ya muy presionado"— pueda funcionar.
"Podemos ver un mérito en la cosecha de agua de lluvia como concepto, pero nos oponemos a la manera en que se propone que sea implementado, y realmente queremos ver un mejor régimen de administración de todo el proceso", dijo.