AFGANISTÁN: Por la paz, hasta negociar con Talibán

Fuerzas occidentales consideran estrategias disímiles para acabar con la insurgencia en Afganistán y pacificar este país, desde negociar con el movimiento islamista Talibán hasta armar milicias que le hagan frente.

Este año, la violencia alcanzó su pico, y el riesgo de vida para la población civil es mayor que en Iraq. Los insurgentes están activos en zonas cercanas a la capital, Kabul, y la popularidad del gobierno está en su mínimo histórico.

La situación llevó a Washington a analizar diversas estrategias con vistas al posible cambio de política luego de que asuma el 20 de enero próximo el nuevo presidente de Estados Unidos, que será elegido este martes en las urnas.

Algunos funcionarios estadounidenses consideran la posibilidad de armar a grupos tribales, estrategia ya empleada en Iraq y a la que se atribuye la disminución de la violencia en ese país.

"Estamos considerando seriamente encargar la seguridad a (milicias de) tribus y comunidades locales", reconoció un oficial de inteligencia de Estados Unidos que trabaja con las fuerzas internacionales.
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"No se hará igual que en Anbar, la provincia iraquí dónde primero se implementó la estrategia de armar milicias tribales, sino que formará parte de un enfoque comunitario general", explicó.

Se tratará de reforzar la gobernanza local y de encomendar a las tribus la seguridad en sus áreas de influencia, apuntó.

La idea es lograr apoyo de algunos sectores del gobierno afgano. Una comisión del Senado anunció hace poco que trabaja sobre la propuesta de aumentar las facultades reconocidas a las arbakais, fuerzas de autodefensa tradicionales de la etnia pashtun (patana), bajo el mando de Kabul.

Pero algunas personas consideran que el plan es difícil y peligroso. Sólo podrá funcionar en algunas provincias del país, como las de Paktia y Paktika, en la frontera sudoriental con Pakistán. Allí, dónde la estructura tribal es fuerte y la influencia del gobierno central débil, las tribus locales ya crearon sus propias arbakais.

Pero en otras zonas, como Kandahar y Helmand, la guerra, la influencia del Talibán y el cultivo de opio disminuyeron la independencia de las tribus.

"Lo que sé, tras estudiar la historia afgana, es que las arbakai sólo funcionan en especial en Paktia y el sur de Paktika, pero no resultará en otras zonas", dijo a la prensa el general Dan McNeil, jefe de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en este país, a principios de este año.

Otro asunto que preocupa mucho es el hecho de armar organizaciones no gubernamentales en un país plagado de señores de la guerra y con una historia violenta protagonizada por milicias armadas.

Ese tipo de solución militar no traerá paz porque se basa sobre la distribución de más armas, sostuvo el analista político Habibullah Rafeh, de la Academia de Ciencias de Afganistán.

Ramazon Amon, un vendedor de Kabul, recuerda la última vez que milicias y señores de la guerra deambulaban libremente en Afganistán.

"Dispararon cohetes contra mi casa y la destruyeron", relató, refiriéndose a los combates durante la guerra civil que asoló este país a mediados de los años 90.

"Muchos de mis vecinos fueron asesinados. Nuestras familias tuvieron que abandonar nuestros hogares. No quiero más armas ni milicias, sólo habrá más enfrentamientos", señaló Amon.

Estados Unidos maneja esa posibilidad, mientras políticos de Washington y Kabul consideran negociar con el Talibán.

En octubre, el gobierno afgano se reunió con ex líderes talibán en Arabia Saudita con el fin de estudiar la posibilidad de mantener conversaciones de paz con la insurgencia.

El diálogo no puede ser considerado como el inicio de negociaciones porque los ex talibán no representan a la insurgencia, pero algunos funcionarios afganos y occidentales esperan que sea el inicio del camino para llegar a un acuerdo negociado entre las facciones beligerantes.

La posibilidad de que figuras del Talibán integren el gobierno preocupa a algunas organizaciones de mujeres y de moderados, que temen el retorno de un régimen fundamentalista.

"Si regresa el Talibán regresaremos al feudalismo", sostuvo Sheila Samimi, directora de la Red de Mujeres Afganas.

Pero la mayoría de los afganos considera que un acuerdo negociado con la insurgencia puede ser la única posibilidad de lograr la paz.

"Estamos contra la política (del candidato presidencial opositor estadounidense) Barack Obama de enviar más efectivos", señaló Fatana Gailani, del Consejo de Mujeres afgano. "Queremos una reconciliación con el Talibán mediante una loya jirga", gran asamblea tribal.

"Si negociar con el Talibán trae la paz, estoy a favor", indicó Shaferazeen, pintor que perdió una pierna tras un ataque con cohete en tiempos de la guerra civil de los años 90.

La actual política de Washington es contraria a las negociaciones con la mayoría de los líderes insurgentes, que fueron puestos en una lista negra.

Por su parte, el gobierno afgano se mostró dispuesto a negociar con cualquier representante de la insurgencia, incluido el mulá Omar.

"Todos los afganos que figuran en la lista negra deben ser eliminados", sostuvo el senador afgano Bakhtar Aminzai, gran defensor de las negociaciones.

Algunos líderes de la insurgencia, como el comandante Jalahuddin Haqqani, mantienen una relación estrecha con la red islamista Al Qaeda, pero otros, como los del círculo del ex líder supremo mulá Mohammad Omar, son más independientes.

El funcionario estadounidense de inteligencia que habló en reserva indicó que existen tensiones entre Al Qaeda y el círculo del mulá Omar. Otros analistas señalaron que Estados Unidos podría tratar de aprovecharse de esas diferencias para aislar a la red islamista de Osama bin Laden.

Pero, según Waliullah Rahmani, del Centro de Estudios Estratégicos de Kabul, no es factible distanciar a Al Qaeda del Talibán, porque éste no es independiente ni desde el punto de vista ideológico ni económico.

En 2001, el mulá Omar se negó a entregar a Bin Laden hasta el último minuto, así que no parece factible que vaya a hacerlo ahora, añadió.

La posibilidad de que haya grandes diferencias entre Al Qaeda y el Talibán puede ser sólo un rumor o una maniobra de los gobiernos occidentales para crear una brecha entre ellos, especuló Rahmani.

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