La batalla por Bangkok entró en una fase violenta, conclusión lógica de un movimiento de protestas que podría derivar en otro régimen militar en Tailandia.
Hasta ahora, las fuerzas armadas han insistido en que el gobierno maneje la situación y en que los militares no tienen espacio en la política.
Pero observadores y ciudadanos temen que, de registrarse más actos de violencia como los del martes, que se cobraron dos vidas y dejaron medio millar de heridos, el comandante del ejército, Anupong Paojinda, se sienta empujado a intervenir.
Tres años después de que la oposición al entonces primer ministro Thaksin Shinawatra tomara las calles para provocar su caída, la crisis tailandesa está lejos de haberse solucionado. El bloqueo político persiste. Ya hay analistas y líderes de opinión que se animan a postular el golpe de Estado como única solución.
Ahora, los soldados están desplegados por las calles de Bangkok para disolver las protestas opositoras, pues la policía no completó esa tarea.
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La Alianza Popular para la Democracia (APD), compuesta mayoritariamente por residentes urbanos de clase media y elementos de la elite conservadora, se comprometieron a mantenerse la presión hasta que el gobierno renuncie.
"Nos quedaremos aquí hasta que triunfemos", dijo Surachai, uno de los manifestantes que comenzó su gesta hace unas diez semanas.
"La batalla entró en su fase final", dijo Sondhi Limthongkul, el magnate de los medios de comunicación que alienta las protestas, a sus simpatizantes acampados en la Casa de Gobierno. "Estamos en la cúspide de la victoria."
Pero la prensa tailandesa mostró una evaluación más seria de los violentos choques entre la policía antimotines y los manifestantes de la APD. "Baño de sangre en Bangkok", tituló en su portada el diario en inglés The Bangkok Post.
Un hombre murió al explotar un coche bomba fuera de la sede del partido Chart Thai, aliado del gobierno que encabeza el Partido del Poder Popular (PPP), el cual sustituyó a Thai Rak Thai (tailandeses que aman a los tailandeses) del ex primer ministro Thaksin tras su disolución, resuelta el año pasado por la Corte Constitucional.
Las autoridades intentaron durante semanas calmar o ignorar a los miles de manifestantes que ocuparon la Casa de Gobierno.
Pero la APD intentó bloquear el acceso al parlamento cuando el nuevo primer ministro Somchai Wongsawat, cuñado de Thaksin, se aprestaba a pronunciar su discurso de investidura. Entonces, el gobierno ordenó a las fuerzas de seguridad disolver la protesta.
Cientos de policías antimotines lanzaron gases lacrimógenos y granadas de humo hacia la multitud, que respondió con piedras y petardos.
Varios miles de manifestantes se reagruparon y marcharon hacia un destacamento policial cercano, mientras otros mantenían su enfrentamiento violento con las fuerzas de seguridad.
"Era un campo de batalla", dijo a IPS Nuialnoi, un participante en las protestas. "La policía atacó a civiles desarmados sin previo aviso."
La APD había estado relativamente calma en las últimas semanas, pues el gobierno se Somchai parecía tomar la iniciativa formulando el diálogo y algunas concesiones. Hubo varios contactos, a veces a través de intermediarios, entre dirigentes de la alianza opositora, según fuentes del PPP.
Se instaló un comité para la reforma constitucional con miembros del oficialismo y la oposición para diluir la tensión. Según diversas versiones, Somchai acordó considerar el llamado de la APD al cambio político a través de enmiendas a la Constitución elaborada por el régimen militar de entonces y aprobada el año pasado en referendo.
El PPP también procura revisar la Constitución para facilitar el regreso a la actividad política de Thaksin y de un centenar, al menos, de dirigentes del PPP proscriptos por cinco años a partir del fallo de la Corte Constitucional.
Dirigentes de la APD creen que la democracia tailandesa fue socavada por el multimillonario Thaksin y sus aliado. Thai Rak Thai ganó con facilidad las últimas tres elecciones, pero, según la oposición, lo logró a través de mecanismos como el fraude masivo y la compra de votos.
Pero lo que la APD propone es una "nueva política", en la cual 70 por ciento de los escaños legislativos estarían ocupados por miembros designados a dedo y sólo 30 por ciento por ciudadanos elegidos en las urnas. Además, desestima el debate parlamentario como una "pérdida de tiempo".
Thaksin es acusado por apelar a su enorme popularidad, en especial en la población más pobre de áreas rurales, para promover sus negocios particulares.
La APD logra su mayor apoyo entre militares, miembros de la aristocracia, los burócratas y la clase media urbana. Además, asegura de que su legitimidad procede del supuesto apoyo de la venerada monarquía. Sus simpatizantes, incluso, instalaron un santuario a la reina Sirikit en su campamento en la Casa de Gobierno.
"El diálogo no le conviene al APD, pues la priva de poder", dijo el cientista político Thitinan Pongsudhirak. "El último giro de los acontecimientos pretendía galvanizar el movimiento y provocar, deliberadamente, a las autoridades.
La sociedad tailandesa nunca estuvo tan dividida. La línea de falla parece geográfica —el sur y Bangkok contra el norte y el nordeste—, pero las principales diferencias se refieren al ex ministro Thaksin. La APD acusa al actual gobierno de operar en nombre de su antecesor, hoy exiliado en Gran Bretaña.
El nuevo estallido de violencia siembra el temor de que las fuerzas armadas estén planificando otro golpe de Estado. "Aunque no podemos descartarlo, el golpe parece hoy una opción remota", dijo Thitinan a IPS.
"Estoy tan cansada de esta APD Antes pensaba que estaba bien manifestar las ideas y protestar. Pero éstos han ido demasiado lejos", dijo una funcionaria del Poder Judicial que dijo llamarse Rose.
"No diría que son una protesta democrática porque la APD no es representativa de todo el pueblo tailandés", dijo Ying, una empleada privada. "Es apenas otro grupo opositor a Thaksin.
"¿Se puede llamar 'asamblea pacífica' a un grupo de gente que impide al gobierno desarrollar sus tareas, que usa alambres de púa y jóvenes armados para bloquear la calle?", se preguntó un participante en un foro de discusión electrónica de Tailandia.
*Con aportes de Johanna Son, desde Bangkok