En Tailandia se perpetraron 18 golpes de Estado desde la instauración de la monarquía constitucional en 1932. Un sector de la ciudadanía está hace meses en la calle para pedir uno, y otro comienza a manifestarse del mismo modo para impedirlo.
Diversas organizaciones, entre ellas el Frente Unido Democrático contra la Dictadura (FUDD), convocaron para este sábado un acto contra los llamados a una ruptura institucional en un recinto deportivo de Bangkok. Prevén la presencia de 60.000 personas, buena parte procedente de áreas rurales.
El optimismo responde al éxito de la concentración realizada por el FUDD y el popular programa de televisión "Verdad Hoy" el 11 de este mes, también en la capital tailandesa, a la que asistieron 10.000 personas vestidas de rojo.
El acto de este sábado representa un apoyo para la atribulada coalición de seis partidos que gobierna Tailandia, la cual ha sido blanco de protestas y ataques violentos desde mayo.
Las manifestaciones contra el gobierno son organizadas por la opositora y ultranacionalista Alianza Popular para la Democracia (APD), un conglomerado de clases medias urbanas, la elite adinerada y sectores monárquicos.
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Sus miembros promueven una intervención militar para deponer al gobierno actual, elegido en las elecciones de diciembre de 2007. La APD propone que 70 por ciento de los legisladores sean designados y sólo el restante 30 por ciento elegidos en elecciones.
La semana pasada circularon rumores sobre la inminencia de otro golpe de Estado. El día 26, el comandante de las fuerzas armadas, general Songkitti Jakkabat, intentó acallar las especulaciones al declarar que esa posibilidad "no era buena para el país". Pero los rumores persistieron.
"Las protestas de los 'camisas rojas' son una reacción a lo que sucede en este país: que a un gobierno elegido en las urnas no se le deja trabajar", dijo a IPS Jakrapob Penkair, ex ministro del actual gobierno y orador en varios actos de la FUDD.
La manifestación de este sábado "es una forma de educación política para que la ciudadanía tome conciencia de los aspectos negativos de un golpe de Estado", señaló.
"Esperamos que la concentración sirva para que cada vez más gente tome conciencia de que no podemos quedarnos quietos si hay otro golpe de Estado", añadió. "El éxito o fracaso de la movilización indicará qué camino sigue Tailandia como democracia."
Ese tipo de protestas marcan una nueva tendencia en la naciente cultura democrática de este país. Nunca antes la población había participado en manifestaciones ante la posibilidad de un golpe de Estado ni protestó tras un quiebre institucional.
Cuando el último golpe de Estado, en septiembre de 2006, efectivos y tanques fueron recibidos con flores y cánticos por simpatizantes del ejército en Bangkok.
El país tuvo varios gobiernos militares entre 1947 y 1991, pero el poder pasó de mano en mano sin mayores hechos de violencia. La reacción de la sociedad civil solía llegar meses después.
"Creo que nunca se vio una manifestación para que el ejército no diera un golpe de Estado", señaló Chris Baker, académico británico y autor de varios libros sobre política y economía tailandesa.
"Las únicas voces que se escuchaban eran las de activistas de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales. Y, por lo general, bastante después de ocurrido el golpe", apuntó.
El fenómeno actual muestra un "nuevo compromiso con la democracia electoral. La gente busca más formas de expresión y de denuncia porque ahora entienden más qué quiere decir votar", explicó Baker a IPS.
"Esto responde a la gran propagación de la democracia en el país durante la última década, cuando se descentralizó el poder político", añadió.
El acto de este sábado, bajo la consigna "no al golpe", también acentuará la polarización entre los bandos en pugna si logra reunir a miles de residentes de Bangkok y del nororiental cinturón pobre del país.
Esa brecha entre población urbana y rural se expresó tras el golpe de Estado de 2006, encabezados por el general Sonthi Boonyaratglin, que destituyó al primer ministro Thaksin Shinawatra, magnate de las comunicaciones y elegido en las urnas.
Thaksin benefició con sus políticas a los pobres del medio rural durante los cinco años que duró su gobierno. Pero para la elite urbana acomodada, reunida hoy bajo la APD, fue un líder corrupto que abusaba de su poder.
Thaksin, quien había regresado de su exilio de 18 meses en Londres, volvió a la capital británica en agosto, escapando de la justicia.
Este mes, la Corte Suprema de Justicia lo condenó en ausencia a dos años de prisión por un turbio negocio inmobiliario durante su gobierno. Thaksin se convirtió así en el funcionario de mayor nivel condenado por la justicia en la historia moderna de Tailandia.
La APD siguió atacando al gobierno, encabezado por el Partido del Poder Popular (PPP), afín a Thaksin.
Pero con esa actitud sólo lograron que la gente se identificara con el PPP, al cual consideran más democrático, en comparación con la APD o el ejército.
El clima imperante, incluso, propició que Thaksin vaya a hacer una pequeña "aparición" en la manifestación de este sábado, mediante un mensaje grabado de 20 minutos.
Samak Sundaravej, quien fue el primer ministro de la coalición gobernante hasta su renuncia en septiembre, tras ser condenado por aparecer en un programa de cocina, también está confirmado como orador.
"Necesitamos mostrar que hay mucha gente que no quiere un golpe de Estado y que van a protestar antes, durante y después" de que éste eventualmente se cometa, señaló Chaturon Chaiseng, ministro del gobierno de Thaksin, otro dirigente que hará uso de la palabra.