La decisión del gobierno de Tailandia de trasladar la sede de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) de la capital a la septentrional ciudad de Chiang Mai confirma el clima de tensión política que se vive en la región
El primer ministro tailandés Somchai Wongsawat anunció la decisión durante una visita que realizó el fin de semana pasado a Chiang Mai, la segunda ciudad del país, ubicada en la región montañosa cercana a la frontera con Birmania.
La cumbre de la Asean se realizará entre el 15 y el 18 de diciembre.
"La principal razón del cambio fue la preocupación del gobierno por la posibilidad de que las continuas protestas lideradas por la Alianza Popular para la Democracia (PAD) podrían causar problemas en el encuentro", informó el lunes el periódico The Bangkok Post, citando una fuente de la cancillería.
La decisión no fue bien vista por ex diplomáticos, considerando lo que implica un cambio de sede. "Esto es un reconocimiento por parte del gobierno de debilidad y de que no tiene el control", dijo a IPS Kasit Piromya, ex embajador de Tailandia en Estados Unidos. "Es el gobierno el que dirige el país, y sin embargo vemos que no están a cargo".
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También refleja el rechazo de las autoridades a la posibilidad de "solucionar el problema a través de un diálogo con el PAD", añadió. "El gobierno no ha mostrado ninguna señal de que quiera hablar con el PAD para mejorar la situación y realizar la cumbre de la Asean en Bangkok".
El grupo regional está integrado por Birmania, Brunei, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam.
El PAD, que lleva adelante una agenda conservadora, derechista y extremadamente nacionalista, han bloqueado el funcionamiento de la coalición gobernante de seis partidos a través de protestas callejeras continuas desde mayo. Actualmente ocupa la oficina del primer ministro, y cientos de manifestantes pusieron un cerco a la sede del parlamento a comienzos de octubre.
Sin embargo, los conflictos políticos no afectan solamente a Tailandia. En el sur de Malasia también hay tensión. La coalición gobernante, liderada por la Organización Nacional de Malayos Unidos, se encuentra en medio de una lucha interna de poder y sufre la presión de la oposición, encabezada por el carismático Anwar Ibrahim.
La coalición de gobierno Barisan Nasional (Alianza Nacional) sufrió un duro golpe en las elecciones generales de marzo, que fortalecieron a la oposición y a las minorías del país. La oposición ganó cinco estados y 82 de los 222 asientos del parlamento.
Desde los comicios, Anwar, que lidera el Partido de Justicia Nacional, ha realizado constantes actos políticos en Kuala Lumpur y otros lugares, atrayendo a miles de personas. Incluso anunció su intención de formar un gobierno con parlamentarios disidentes de la coalición de gobierno.
Lo que ocurre en Tailandia y Malasia refleja un "cambio en cómo las personas perciben la democracia en esta región", dijo Roshan Jason, director ejecutivo del Caucus Interparlamentario de la Asean para Birmania. "El público demanda una mayor participación en el proceso de gobernanza y de toma de decisiones".
"El viejo orden de dejar que los gobiernos del sudeste asiático administren sin dar ninguna respuesta al pueblo está acabándose", añadió Jason durante una entrevista telefónica desde Kuala Lumpur. "Lamentablemente, la Asean aún está detrás de otras regiones en este punto".
Sin embargo, no todas las naciones de la Asean están dispuestas a permitir una cultura política que someta a vigilancia pública a sus gobiernos. Singapur, por ejemplo, está decidido a continuar como una democracia nominal.
Chee Soon Juan, líder del opositor Partido Democrático de Singapur, es acosado por constantes demandas legales presentadas por el primer ministro Lee Hsien Loong y su padre, Lee Kuan Yew. Estas denuncias reafirmaron el clima autoritario que prevalece en la nación económicamente más desarrollada de la región.
Indonesia y Filipinas, por el contrario, han hecho grandes esfuerzos para convertirse en países más democráticos. Brunei es una monarquía absoluta, Birmania está bajo un régimen militar, Camboya tiene una democracia joven y débil, y Laos y Vietnam son gobernados por un partido único comunista.
Integrar a estas democracias débiles, semidemocracias y regímenes autoritarios en una entidad regional es todo un desafío de cara la próxima cumbre del grupo.