Los últimos bombardeos en la capital de Sri Lanka y en una base militar del norte demostraron que los Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE) siguen fuertes, a pesar de estar cercados por el ejército.
Los ataques, realizados con aviones ligeros el martes por la noche, causaron «daños menores» en la planta de energía de Kelani-Tissa, según fuentes oficiales, y se produjeron poco después de otros similares en la base militar de Mannar.
Fue en marzo de 2007 que los rebeldes revelaron su poder aéreo al realizar bombardeos sobre un sitio de almacenamiento de petróleo y una planta de gas cerca de Colombo.
Aunque el ejército está ahora a apenas dos kilómetros de la septentrional localidad de Kilinochchi, baluarte del LTTE, el gobierno aún no se ha decidido a lanzar una ofensiva definitiva. La última estocada parece haber sido demorada por las últimas lluvias monzónicas.
Soldados de dos divisiones del ejército se enfrentan con grupos del LTTE al sudoeste de Kilinochchi desde agosto.
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Hubo combates en el área de forma continua por más de 72 horas entre el 18 y el 22 de este mes, con un importante número de víctimas. «Durante los combates del fin de semana (del 18 y 19), 33 soldados fueron reportados muertos en acción, 48 heridos y otros tres desaparecidos. Fuentes de vigilancia tanto en el terreno como por radio reportaron serios daños a los terroristas», indicó el Ministerio de Defensa de Sri Lanka.
Sin embargo, la cartera suspendió la publicación del número de víctimas en su sitio web arguyendo que esto podría ser contraproducente para sus objetivos.
La decisión fue tomada «considerando el continuo avance de las fuerzas de seguridad y la necesidad de seguridad operativa, y teniendo en cuenta que un informe así puede impedir el éxito de la misión».
Por su parte, el LTTE también ha dejado de divulgar detalles sobre el campo de batalla y las víctimas.
Los combates se intensificaron desde el 26 de agosto. Ese día, la base naval de Trincomalee fue atacada por dos aviones rebeldes. La ofensiva no produjo daños serios, pero una semana después estallaron nuevos enfrentamientos.
El 9 de septiembre, el LTTE una vez más bombardeó una base militar en el sur del Vanni, mientras que un grupo del escuadrón suicida «Tigres Negros» se infiltró en las instalaciones y atacó a soldados.
Fue allí cuando el gobierno exigió a todas las agencias humanitarias y de la Organización de las Naciones Unidas que abandonaran la zona y se reubicaran en Vavuniya, la ciudad controlada por el gobierno más cercana.
Las agencias se reubicaron el 16 de septiembre, pero desde entonces asisten también a más de 300.000 personas desplazadas en el Vanni a través de convoyes semanales. En el tercero de esos convoyes organizados por la ONU y el gobierno viajó el portavoz del foro mundial en Sri Lanka, Gordon Weiss.
«El plan es movilizar 750 toneladas de suministros para los civiles en Vanni», dijo Weiss.
El gobierno también ha dicho que es su deber continuar enviando suministros a los habitantes en el Vanni a pesar de los temores de que algunos de estos sean tomados por los Tigres.
El asesor presidencial Basil Rajapakse (hermano del presidente Mahinda Rajapakse), quien visitó Nueva Delhi la semana pasada, dijo a funcionarios indios que Colombo estaba decidido a asegurar el bienestar de los civiles en el Vanni.
«Rajapakse informó a las autoridades indias sobre los esfuerzos por parte del gobierno de Sri Lanka para comprar ayuda y asegurar el bienestar de la población civil en el norte», señaló un comunicado conjunto de los gobiernos de India y de Sri Lanka.
India, el poderoso vecino del norte, está cada vez más preocupado por el padecimiento de los civiles en Sri Lanka, y el primer ministro Manmohan Singh ha llamado a una salida negociada del conflicto.
El meridional estado indio de Tamil Nadu ha recibido hasta ahora 73.000 refugiados srilankeses. El gobierno estadual se solidariza con la causa tamil.
Nueva Delhi ofreció enviar 800 toneladas de suministros a los civiles a través de Colombo.
Las lluvias monzónicas no sólo frenaron el avance del ejército en el norte, sino que además añadieron dolores a los desplazados. Weiss alertó que un gran número de estos en las zonas bajas son vulnerables a las inundaciones. «Estamos buscando material para refugios», indicó.