Que el viento genera energía y que también lo hace el sol, es cosa sabida. Lo novedoso es que ahora se puede producir electricidad bailando.
Esto es lo que ocurre hace algunas semanas en la discoteca Watt (vatio, en español) de Rotterdam, ciudad del oeste de Holanda.
Los bailarines mueven sus cuerpos al ritmo de la música sobre una pista conformada por paneles que también se mueven, de manera ascendente y descendente, con una oscilación máxima de un centímetro, según el movimiento que se les imprime y el peso de quien lo hace.
Los movimientos de la superficie activan mediante varillas un sistema de dínamos especialmente diseñados, ubicados debajo del piso y que son los encargados finales de transformar el movimiento (energía mecánica) en electricidad (energía eléctrica)..
Con esa electricidad se iluminan los paneles de la pista y una columna de la altura de una persona que indica el nivel de energía producida por quienes estén bailando.
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"Nuestro objetivo era crear algo que realmente funcionara, pero que a la vez fuera percibido como tal, y que mostrara la relación dinámica existente entre el cuerpo del que baila, el piso y los otros bailarines", indica a Tierramérica Daan Roosegaarde, uno de los responsables del diseño de esta pista.
Se calcula que, al bailar, una persona genera entre dos y 10 vatios. La pista tiene capacidad para 150 bailarines.
"Esto no es hablar y hablar sobre la protección del ambiente, (sino) hacer algo por él", afirma un habitué de anteojos, pelo largo y vestimenta verde.
Casi 70 por ciento de los concurrentes asiduos a discotecas se manifestaron dispuestos a apoyar iniciativas de respeto al ambiente, en un estudio realizado por la empresa Sustainable Dance Floor (SDC, pista de baile sustentable), que ha participado en el desarrollo del producto y es la encargada de su venta.
Cada fin de semana, cerca de 10.000 jóvenes salen a bailar en Rotterdam, considerada "la capital holandesa de las discotecas".
De hecho, la idea original de una pista generadora de electricidad partió de un grupo de estudiantes, a los que se unieron luego arquitectos, diseñadores, empresarios, técnicos e ingenieros de las universidades tecnológicas de Delft y Eindhoven, en el sudoccidente y el sur de Holanda.
Tras dos años de trabajo y una inversión privada de casi 7, 4 millones de dólares, y de unos 402.000 dólares aportados por la ciudad de Rotterdam, el proyecto vio la luz en septiembre.
La discoteca de nombre eléctrico fue la primera en instalar la pista, pero la firma SDC ya recibió pedidos de varios lugares del mundo. "Probablemente los próximos destinos serán Nueva York y Berlín. Es la técnica del futuro", dice a Tierramérica con entusiasmo Michel Smit, director de la empresa.
Una experiencia similar, pero de menores dimensiones y diferente principio, fue puesta en funcionamiento en una discoteca de Londres.
Watt se autoproclama "la primera discoteca sustentable", y persigue el fin de reducir el consumo de energía en 30 por ciento y el de agua en 50 por ciento, así como abatir a la mitad la producción de residuos, en comparación con las cifras de otros establecimientos.
Su propuesta incluye baños alimentados con agua de lluvia, orinales provistos de una película oleosa que reemplaza la limpieza con agua, además de un bar que ofrece tragos en vasos de material reciclable, vino en barriles para evitar el uso de botellas, e iluminación LED (diodo emisor de luz), de bajo consumo eléctrico.
"Es la primera vez que sustentabilidad y estilo de vida se combinan de este modo", afirma Smit.
"Creemos que para cambiar el mundo no es necesario dejar de divertirse", agrega, condensando la filosofía de su empresa.
La iniciativa ha sido en general bienvenida por los ambientalistas, para quienes, más allá de los fines de mercadeo que estas técnicas pueden perseguir, se introduce cierta conciencia ecológica en un rubro tradicionalmente voraz en el consumo eléctrico. Se calcula que cada discoteca utiliza en promedio 150 veces más energía que un hogar tradicional.
"Si uno es estricto, las discos ni siquiera tendrían que existir, pero también es verdad que, dado que los jóvenes se reúnen, se divierten y bailan, entonces éste es el mejor modo de hacerlo", dice a Tierramérica Carsten Jasner, de la organización ecologista Greenpeace.
"Esta iniciativa puede compararse con la situación de la energía solar fotovoltaica hace 30 años: pocos creían en ella y no era mucha la electricidad que generaba, pero hoy es clara la importancia que tiene", agregó Jasner, quien viajó especialmente a Rotterdam para conocer el lugar.
En el futuro la técnica podría aplicarse con éxito en superficies con gran circulación de personas, como locales comerciales, estaciones de trenes o aeropuertos. A partir del próximo año el "piso sustentable" estará a la venta, por unos 4.000 dólares el metro cuadrado.