La posibilidad de cambios en la política de Estados Unidos hacia América Latina si el opositor Barack Obama es electo presidente en las elecciones del próximo martes es objeto de cierto debate entre expertos.
"No creo que Obama le esté poniendo mucha energía a América Latina", dijo a IPS Forrest Hylton, autor de "Evil Hour in Colombia" ("Hora del mal en Colombia") y "Revolutionary Horizons: Past and Present in Colombia" ("Horizontes revolucionarios: Pasado y presente en Colombia").
"Estos puede deberse a la crisis económica. Pero no pierdo las esperanzas porque él es muy racional y pragmático", apuntó.
Las encuestas prevén un cómodo triunfo de Obama, del opositor Partido Demócrata, sobre John McCain, candidato presidencial del gobernante Partido Republicano, tanto en cantidad de votos en términos absolutos como en escaños en el colegio electoral.
Investigadores y expertos en asuntos latinoamericanos están muy preocupados por el papel de Estados Unidos en la región en los últimos años, y esperan cambios, señaló Hylton, también profesor de la Universidad de Nueva York.
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"Aproveche la oportunidad histórica para mejorar las relaciones con América Latina", reza la carta que Hylton y otros especialistas en la materia enviaron a Obama el martes. "Sea un socio, no un adversario, de los cambios que están en marcha" en el continente, agrega.
La misiva, que da por descontada la victoria electoral de Obama, fue firmada por casi 400 expertos, entre ellos Eric Hershberg, presidente de la Asociación de Estudios sobre América Latina, la mayor organización mundial de especialistas en asuntos de la región en el mundo.
"Lo felicitamos por su campaña", señala el texto.
"Así como los ciudadanos de Estados Unidos empezaron a discutir asuntos básicos sobre qué tipo de sociedad quieren gracias, en parte, a su propia candidatura, (…) también lo hacen los de América Latina", añade.
Los expertos trazaron un paralelo entre la consigna de campaña de Obama, "esperanza y cambio", y las aspiraciones de millones de latinoamericanos que ganaron batallas por justicia económica y social en sus propios países.
"El ímpetu de cambio en América Latina es un rechazo al modelo de crecimiento económico impuesto en la mayoría de los países a partir de los años 90 y que concentró la riqueza, basándose, sin éxito, sobre las fuerzas ilimitadas del mercado para resolver problemas sociales profundos, que socavaron el bienestar de la población", según los firmantes.
Ese mensaje está más o menos en consonancia con la postura expresada por Obama a lo largo de su campaña.
De hecho, el candidato del opositor Partido Demócrata fue atacado por su propuesta de aumentar los impuestos a los ricos y de mejorar la condición de la clase media. Eso le valió al candidato liberal los calificativos de "socialista" y "marxista".
Obama prometió disminuir de inmediato algunas de las sanciones impuestas por el presidente George W. Bush a Cuba en los últimos años y abogó por una "nueva alianza de las Américas" en la que los vecinos del sur no sean tratados como "socios menores".
También abogó por un "aumento sustancial" de la ayuda de Estados Unidos a la región, mediante mecanismos que reduzcan la "inequidad agotadora" entre ricos y pobres y la promoción de un "desarrollo de abajo hacia arriba".
Sin embargo, formuló esta promesa antes de que se desatara la más reciente fase de la actual crisis económica y financiera.
"En vez de involucrar a la población de la región, actuamos como si todavía pudiéramos darles pautas de forma unilateral", señaló Obama en mayo, en un discurso sobre América Latina.
El grupo de expertos también rechazó la actual política de Estados Unidos en América Latina, aplaudió el papel de los nuevos gobiernos democráticos y señaló que los actuales "movimientos de cambio" en la región obtienen su fuerza de la activa participación de trabajadores, campesinos, mujeres y comunidades indígenas.
"No son títeres ni están cegados por un fanatismo o una ideología, como los caricaturizan algunos medios de comunicación", reza la misiva. "Al contrario, esos movimientos merecen nuestro respeto y amistad."
En sus discursos, Obama prometió reformar la política exterior estadounidense, incluido el vínculo con países latinoamericanos hacia los que el gobierno de Bush tuvo una actitud hostil.
La prensa de derecha lo atacó por manifestar su inclinación al diálogo con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Para la mayoría del público latinoamericano, Estados Unidos es "un agresor y garante de un sistema económico internacional que funciona contra ellos y no para ellos, la antítesis de la esperanza y el cambio", señaló Hershberg.
En los años 70 y 80, dictaduras militares apoyadas por Estados Unidos cometieron graves violaciones de derechos humanos, incluida la ejecución extrajudicial de opositores y la detención masiva y la desaparición de dirigentes políticos y sindicales.
La retórica prodemocrática y libertaria de Washington no se condice con su hostilidad hacia países como Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela, cuyos gobernantes alcanzaron el poder con el apoyo de vastas mayorías electorales.
Hace poco, Bolivia y Venezuela expulsaron a los embajadores de Estados Unidos, a quienes acusaron de conspirar con la oposición de esos países.
Estados Unidos debe defender de forma activa los derechos humanos en todos los países, incluidos sus aliados en la región como Colombia, México y Perú, sostuvieron los expertos en la carta.
Además, señalaron que "por desgracia, a los ojos de muchos latinoamericanos, Estados Unidos se convirtió en defensor de regímenes injustos".
También reclamaron nuevas medidas para asegurar la libertad de investigación académica en el ámbito local y levantar la prohibición al intercambio de ideas con expertos cubanos. Tienen esperanzas de que Obama pueda promover acuerdos y cooperación en el hemisferio.
Aunque para Hylton nada de eso será posible si no aparece en Estados Unidos un movimiento de base que vigile al gobierno.
"Un fuerte movimiento progresista de trabajadores obligaría a Obama a implementar nuestra agenda, pero no lo veo en el horizonte", admitió.