El acercamiento entre Estados Unidos y Corea del Norte deja a Japón solo en la disputa con Pyongyang por un grupo de sus ciudadanos que, en años de la Guerra Fría, fueron secuestrados por ese país comunista para ser entrenados como espías.
Aunque la decisión estadounidense de retirar a Corea del Norte de la lista de naciones que "promueven el terrorismo" puede contribuir a que ese país ponga fin a su programa nuclear, lo cual sería beneficioso para Japón, los familiares de los secuestrados sienten que se ha perdido para siempre la esperanza de presionar a Pyongyang.
Agentes norcoreanos secuestraron a civiles japoneses en los años 70 y 80. Las autoridades de Tokio sólo conocen 16 casos, pero se estima que podrían haber sido 80. En 2006, el gobierno de Corea del Norte admitió oficialmente su responsabilidad en 13 secuestros.
Corea del Sur, China, Estados Unidos, Japón y Rusia avalaron un acuerdo que contempla proveer a Pyongyang de asistencia energética para que así suspenda su programa nuclear.
Pero el martes, el jefe de gabinete japonés, Takeo Kawamura, declaró en conferencia de prensa que Tokio no ofrecerá ayuda energética a Corea del Norte "a menos que haya progresos en la cuestión de los secuestrados".
[related_articles]
Aclaró, sin embargo, que Japón contribuirá con el plan de inspecciones de las instalaciones nucleares norcoreanas por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
En 2006, Corea del Norte detonó su primer artefacto nuclear y se sospecha que desarrolla un programa de enriquecimiento de uranio que le permitiría fabricar armas atómicas.
Familiares de los secuestrados se reunieron la semana pasada con el embajador de Estados Unidos en Japón, Thomas Schieffer, quien les dijo que su país estaba interesado en resolver del tema.
Sin embargo, el primer ministro japonés, Taro Aso, criticó las acciones de Washington y reiteró que no daría asistencia a Corea del Norte.
Shigeru Yokota, de 75 años, cuya hija Megumi fue secuestrada en 1997, cuando tenía 13, dijo que no creía que los norcoreanos cumplieran su parte del acuerdo, aunque señaló que entendía la posición estadounidense.
"El embajador comentó que se tomó en consideración que había riesgos de que el tema de los secuestrados no se resolviera si no avanzaban las negociaciones con Corea del Norte", declaró Shigeo Iizuka, cuyo hermano figura entre los raptados.
Aunque previamente había dicho que estaba "profundamente decepcionado" por la decisión de Washington de remover a Pyongyang de la lista de países promotores del terrorismo, Iizuka señaló luego de la reunión: "Puedo confirmar que Estados Unidos intenta discutir ambas cuestiones a la vez".
Chan-sook Lee, una maestra nacida en Tokio de ascendencia coreana y muy activa en esa comunidad, afirmó que muchos de sus compatriotas que viven en Japón tienen la esperanza de que se inicie una nueva era de relaciones pacíficas y constructivas entre Corea del Norte, Estados Unidos y Japón.
"Desconozco los motivos políticos, pero quitar a Corea del Norte de la nómina de países que promueven el terrorismo fue una buena decisión, ya que su inclusión creo conflictos y por esa razón desarrolló armas nucleares", sostuvo Lee.
"Las relaciones entre los países son como entre las personas. Ser amigos logra más cosas que siendo enemigos", agregó.
Según Weston Konishi, asociado de la Fundación Mansfield, la eliminación de Pyongyang de esa lista no constituyó una sorpresa. "Esa opción, como incentivo para un acuerdo en materia nuclear, estuvo sobre la mesa por más de un año, aunque Washington esperó hasta último minuto para informar a Japón sobre su decisión", dijo.
Ahora, dado que Estados Unidos ha desacoplado el tema de los secuestros de la crisis con Corea del Norte por su programa nuclear, la carga de resolverlo ha caído sobre los hombros de Japón, y los familiares de las víctimas presionarán al gobierno para que lo haga, con o sin apoyo de Washington.
"Desafortunadamente, la decisión de quitar a Corea del Norte de la lista tendrá consecuencias negativas en la relación bilateral entre Estados Unidos y Japón, ya que muchos japoneses la consideran una 'traición'", agregó Konishi.
La opinión favorable hacia Estados Unidos está en descenso en Japón, y el acercamiento de Washington con Pyongyang probablemente aumentará las dudas del público sobre la voluntad estadounidense de respaldar los intereses japoneses.